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LA CARA OCULTA DE LOS TRABAJADORES DE HOTEL

Estudiantes, trabajadores, representantes religiosos, sindicalistas, maestros de escuela, activistas proinmigrantes, profesores universitarios, funcionarios municipales y estatales convergieron la semana pasada en el corredor que forma el bulevard Century, en las inmediaciones del aeropuerto de Los Angeles, para participar en una protesta masiva (alrededor de tres mil personas cerraron la vía por tres horas), acción que marca un hito en la historia del movimiento laboral angelino. Alrededor de 300 de ellos participaron en dos sentadas y fueron arrestados por la policía, y aunque esta acción fue coordinada con el Departamento de Policía de Los Angeles para garantizar la naturaleza pacífica de la protesta, no por ello resulta menos contundente.

Más que la cantidad de protagonistas que participaron en la protesta, lo que llama fuertemente la atención es que individuos de tan diversas procedencias se movilizaran en defensa de trabajadores como Manuel Alvarez, un empleado del Hotel Hilton LAX, que se ve forzado a recolectar latas vacías para reciclaje en sus días libres con el fin de poder costear su atención médica y la de su familia.

Según una encuesta, el salario promedio que devengan los trabajadores del hotel es de $9.30 la hora o sea, poco más de $19 mil al año, 20% menos que el que reciben los trabajadores de otros hoteles en el condado de Los Angeles. Debido a que los costes del plan médico que ofrece la empresa son excesivos -entre $200 y $300 al mes-, una buena parte de la planilla no puede costearlos aun trabajando a tiempo completo. El cuadro se plantea aún más precario en un análisis realizado por la Alianza de Los Angeles para una Nueva Economía (LAANE) sobre los 13 hoteles que se alínean a lo largo del bulevard Century, el cual indica que el salario promedio de los 3,500 trabajadores que laboran en esa industria en la mencionada franja anda por los $16 mil al año.

Una buena porción de las recamareras, cantineros, conductores, cocineros y lavaplatos de esos hoteles residen en los barrios populares de los alrededores. Se trata de vecindarios como Hawthorne y Lennox, donde se localizan algunos de los más densos bolsones de pobreza del condado de Los Angeles. Se estima que uno de cuatro residentes en ellos vive por debajo del nivel oficial de pobreza fijado por el Gobierno Federal. Esas comunidades adolecen, además, de un problema endémico de delincuencia que supera con mucho los recursos que se destinan para resolverlo.

Desde hace tiempo, los trabajadores de hoteles como el Hilton y Westin han estado tratando de sindicalizarse. Pero no les ha resultado fácil. Alvarez, el empleado de Hilton antes mencionado, y alrededor de 70 de sus compañeros, fueron suspendidos a principios de mayo en represalia por una reunión que sostuvieron para motivar a sus compañeros a organizarse. Aunque las leyes laborales del país autorizan a los trabajadores a formar sindicatos, en la práctica las empresas tienen a su alcance innumerables recursos para desbaratar esos esfuerzos antes de que lleguen a fructificar. Apenas detectan entre sus empleados las primeras señales de un intento de sindicalización, contratan equipos de especialistas para aplastar el naciente movimiento.

Después de estudiar la zona y reunirse con trabajadores de cada uno de los hoteles, LAANE determinó que el corredor Century era el lugar ideal para lanzar un programa con el fin de elevar los niveles de vida y de ingreso de sus residentes. El año pasado, junto con el capítulo local del sindicato UNITE-HERE (Trabajadores de Hoteles de Restaurantes) y una coalición de clérigos y laicos de distintas denominaciones religiosas, la organización formuló una iniciativa bautizada “Coalición para Mejorar el Bulevard Century”, que está integrada por educadores, activistas, sindicalistas, trabajadores de hoteles, estudiantes, iglesias y sinagogas.

El movimiento ha atraído a funcionarios públicos como el senador y ex candidato a la vicepresidencia por el Partido Demócrata John Edwards, los senadores Gil Cedillo y Richard Alarcón, y los concejales de Los Angeles José Huízar y Ed Reyes, que representan distritos predominantemente obreros, hispanos e inmigrantes.

De hecho, la vasta mayoría de los empleados de hoteles y restaurantes en Los Angeles son inmigrantes pobres. Debido a lo precario de sus ingresos, es común que muchos tengan más de un empleo y trabajen entre 60 y 80 horas a la semana.

Aunque los representantes de los hoteles tratan de poner su mejor cara frente a las protestas, lo cierto es que la campaña de la Coalición para mejorar Century les está costando plata. A principios de septiembre, nada menos, la Asociación de Maestros de California (CTA) y el Jubileo de Ministerios Episcopales de Los Angeles, anunciaron la cancelación de sendos eventos que iban a tener lugar en los salones del Hotel Hilton, en repudio a la política laboral de la firma.

La industria hotelera en Los Angeles genera, según estimaciones de LAANE, alrededor de $21 mil millones al año. En 2005, el índice de ocupación de cuartos promedio anduvo por 83% de los espacios disponibles, aunque según ese mismo análisis, quienes se dedican a ese negocio no han invertido lo suficiente para explotar todo su potencial.

La cara oculta de esa bonanza, sin embargo, es que los trabajadores que hacen progresar esa industria en una de las franjas turísticas más activas de California, no reciben suficiente remuneración por su esfuerzo, y algunos de ellos, como Manuel Alvarez, han de utilizar sus horas libres para andar de basurero en basurero buscando latas vacías para complementar su salario. VN

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