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JUNTOS PARA TODA LA VIDA

“El largo viaje de María, Juan y sus 15 hijos”

Han pasado ya 20 años desde que Juan García falleció debido a un enfisema pulmonar, pero su esposa María y sus numerosos hijos lo siguen recordando y festejando con alegría. Cada 5 de abril, día de su muerte, y el 7 de julio, día de su cumpleaños, la gran familia se reúne para rememorar con emoción las delicias y sinsabores del largo camino que les tocó recorrer juntos.

Si hay una historia que ejemplifica ese dicho de que “uno cosecha lo que siembra”, es la de doña María Escobedo de García y su esposo Juan.

El fallecido patriarca mexicano, que siempre insistió en preservar la unidad familiar, vería sin duda complacido cómo cada uno de los hijos de su matrimonio apunta en un calendario mensual el fin de semana que cuidará a su madre para no dejarla nunca sola. De esa forma, la saludable matriarca del hogar continúa disfrutando hoy día la dicha de ver crecer a sus 51 nietos y 16 biznietos.

Porque así de grande es la familia García: casi un centenar de personas nacidas de la unión de un serio señor de Zacatecas con una jovencita californiana, reunidos por un milagroso giro del destino.

LA PARTIDA

Esta historia se inicia cuando María era apenas una niña, creciendo feliz en el hogar que la familia Escobedo tenía en el valle de San Gabriel.

Corría entonces el año 1931. Estados Unidos sufría una época de empobrecimiento social y económico sin precedentes, conocida posteriormente como la “Gran Depresión”. La sociedad norteamericana reaccionaba con pánico y erupciones de racismo ante la ola creciente de bancarrotas y desempleos.

Como consecuencia, la familia Escobedo se vio entre las cientos de familias de origen mexicano que residían legalmente en este país, pero fueron obligadas injustamente a dejar los Estados Unidos.

“Fue duro el regreso, pero luego nos acostumbramos”, recuerda María, quien en esa época tenía 7 años de edad. Ella y sus siete hermanitos llegaron a Zacatecas a trabajar en las tierras del rancho de su padre cultivando maíz, frijoles, chile, trigo.

La familia Escobedo debió soportar muchas dificultades económicas a su regreso. Para poder ayudar a su madre en el mantenimiento de la casa, María dejó la escuela después de cursar el tercer grado.

Así de laboriosa transcurría la vida en aquel pueblo zacatecano de Jerez, cuando a los 17 años María conoció a quien sería su esposo y el amor de su vida: Juan García, otro residente legal de Estados Unidos que había sido obligado a retornar a México tras 15 años de vivir en el norte.

El hombre era 34 años mayor que ella, pero fascinó a la jovencita con su altivo porte de caballero. “Pasaba en un caballo blanco y usaba espuelas de plata”, recuerda María. “Se fijaba en mí y un día me entregó una carta. Yo también le echaba el ojo”.

A pesar de la edad, Juan García nunca se había casado ni tenía hijos. “Era muy buena persona, muy católico, muy respetuoso”, dice María.

Por medio de cartas románticas se inició una relación platónica entre ambos. “Me dejaba las cartas y yo le entregaba las mías. No había mucho contacto físico”, dice María, pero confiesa que a través de las cartas la pareja pudo compartir y conocer los sentimientos del uno hacia el otro, los que fueron solidificándose a través de los años.

En una de esas cartas, Juan le pidió a María permiso para pedirla en matrimonio, con lo que ella estuvo de acuerdo, feliz, aunque a la vez se sentía asustada. Él llegó a pedirla inmediatamente a casa de sus padres, acompañado de un sacerdote y un cuñado.

Los padres de María quedaron serios y tristes con la visita, considerando que su hijita adolescente era muy joven para este novio de 51 años. Pero igual, –quizás intuyendo en su corazón la felicidad plena que el destino le tenía reservado a su hija– decidieron acceder a la unión. La boda se efectuó el 30 de agosto de 1945.

María había sido una joven llena de deseos de experimentar la vida, que le gustaba salir a pasear. Pero con madurez precoz se sometió al estilo de su esposo, un hombre con profundas raíces católicas para quien la familia era lo principal en su vida: tendrían los hijos que Dios les diera y los criarían juntos. Y así fue. Allá en Zacatecas María dio a luz a los 15 hijos actuales, perdiendo tristemente a otros tres en abortos naturales.

EL REGRESO

Años después, sus cuñadas, quienes residían en Estados Unidos, convencieron a María para regresar a California. Poco a poco ella comenzó a tramitar los documentos migratorios para cada uno de sus hijos.

Hasta ese momento, la vida en Zacatecas había sido placentera. Juan era dueño de tierras y siempre procuró una vida cómoda para su esposa e hijos. Para los niños en especial, después de haber asistido a escuelas privadas, haber sido criados por nanas y contar con empleados en la casa, su vida dio un giro total al llegar a California.

Los cuatro hermanos mayores llegaron antes que el resto y se instalaron en casa de unos tíos en el Sur-Centro de Los Angeles. Pronto asistían a una escuela donde la mayoría de la población era afroamericana.

“Fue traumático para mí”, cuenta Lisa García, hoy de 57 años, quien tenía 17 años cuando la familia inmigró a Estados Unidos. “Fue difícil con el inglés, no sabíamos dónde ir a aprender inglés y no teníamos auto. Fue duro”.

La experiencia de los hermanos menores fue otra. Mientras su madre viajaba para arreglar papeles, ellos se quedaban solos en la casa de México. Silverio, de 48 años, y su hermano Luis Humberto, de 42, recuerdan que cuando finalmente se unieron al grupo de hermanos mayores fue difícil la adaptación. “¿Quiénes son éstos?”, se preguntaba Luis Humberto, refierendose a sus hermanos mayores.

Finalmente, en 1973, toda la familia García-Escobedo se instaló por fin en California. Formaron así su hogar en Walnut Park, en la misma casa donde todavía reside doña María. En aquella época, la familia García era una de las pocas familias latinas de esa ciudad.

Ya juntos, el padre imponía sus estrictas reglas. No permitía que sus hijos hicieran amistades fuera de la casa. “Aquí tienen suficientes compañeros de juego”, recuerda Luis Humberto que su padre les decía. “Nos inculcó no andar en la vagancia”.

NUEVAS GENERACIONES

Uno de los grandes sueños de María era que sus hijos aprendieran inglés y adquirieran profesiones universitarias. Algunos lo lograron, mientras otros prefirieron abrir sus negocios.

“A mí me hubiera gustado seguir estudiando, pero no pude y por eso siempre quise que mis hijos estudiaran y estoy feliz que algunos sí lo hicieron”, dijo María.

Su esposo Juan, sin embargo, tenía ideas más conservadoras. “Las mujeres a encargarse de la casa y los hombres a trabajar”, era su lema.

Pero al parecer el sueño de Doña María se impuso y trascendió incluso a las generaciones posteriores. Entre sus nietos mayores ya existen profesionales universitarios y los más jóvenes les siguen los pasos.

“Estoy muy orgullosa del progreso de mi familia”, dijo María.

Un sentimiento similar tienen sus hijos, quienes agradecen el gran ejemplo de respeto y unidad familiar que aprendieron de sus padres.

“Nos inculcaron el respeto de pareja, el respecto familiar y el orgullo a nuestras raíces”, dijo Soledad, de 58 años.

“De ellos hemos aprendido e inculcado a nuestros hijos que en nuestra casa no hay divorcios y que por ello deben darse el tiempo para escoger a su pareja”, dijo Aurora, esposa durante 39 años de Juan, el hijo mayor de los García.

Los 15 hermanos, todos ciudadanos estadounidenses pero orgullosos de su herencia hispana, transfieren a sus propios hijos lo que aprendieron de sus padres: profundos valores cristianos y la importancia de la unidad familiar.

Y así es cómo María Escobedo de García, a sus 80 años de edad, cosecha finalmente el fruto que ella y su esposo acordaron por escrito –en cartas llenas de romanticismo y esperanzas– sembrar con tanto amor y cuidado. VN

LA FAMILIA GARCÍA

PADRES:

Juan García (fallecido el 5 de abril de 1987)

María Escobedo de García, de 80 años de edad.

HIJOS:

Bernarda, 61 años

Juan, 60 años

Soledad, 58 años

Lisa, 57 años

Elías, 55 años

Patricia, 53 años

Rosario, 51 años

Rosa, 49 años

Silverio, 48 años

Margarita, 46 años

Gerardo, 45 años

Celina, 44 años

Luis Humberto, 42 años

Pablo, 41 años

Rebeca, 39 años

Hijos: 15 en total.

Nietos: 51 en total (la nieta mayor tiene 38 años)

Biznietos: 16 en total (la biznieta mayor tiene 8 años).

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