JULIETA VELA, UNA MUJER QUE VIVIÓ POR AMOR

En un día lleno de fe y esperanza, el 25 de febrero de 2012, Julieta Vela _una gran mujer, líder, pionera, amiga, estudiante, empresaria, madre de ocho hijos, y creadora y dueña de tantas ideas, nos dejó para reunirse con Nuestro Señor Jesucristo, cuando tenía 72 años de edad y se hallaba en un retiro de fin de semana en la Parroquia de Santa Elizabeth Ann Seton en la ciudad de Rowland Heights. La trayectoria de esta mujer fue incansable y como muchos decimos: supo dejar huella. Una mujer llena de fe, y como madre, dando nacimiento, nutriendo, acompañando, aconsejando, motivando siempre con el propósito de dar vida y esperanza.

Nacida en la ciudad de México en 1939, contrajo matrimonio con Jesús Vela Camacho en 1959, y dio vida a siete hijos y una hija. El matrimonio nunca imaginó las penumbras que les esperaban cuando inmigraron a Estados Unidos en 1961. Pero tampoco de las oportunidades que Dios les tenía reservadas en este nuevo mundo que lograron conquistar. Julieta Vela, convencida de su llamado como inmigrante líder latina sostuvo su liderazgo por más de 40 años dentro de la Renovación Carismática Católica. Ha sido una de las líderes relevantes del panorama religioso dentro de la Arquidiócesis de Los Ángeles. Cuatro dimensiones destacan en su largo recorrido y creatividad vivencial como líder ministerial: la honestidad con la realidad del inmigrante, su sentido crítico y espontáneo, el amor por su familia y la sinceridad para con Dios.

Como la mayoría de las familias latinas, al principio solamente creyeron que venían por un corto tiempo a Estados Unidos y después regresarían a México.

“Como la mayoría de las familias latinas que vienen de México esperaban regresar algún día; mis padres pensaban volver a Cuernavaca, después de juntar un poco de dinero. Mas cuando ya estaban listos con sus ahorros en el banco, planeando su partida, conversando con nosotros sobre este cambio, a mi padre lo diagnosticaron cáncer. Todos los ahorros de tantos años se tuvieron que gastar en la enfermedad. Fue aquí en donde orando y pidiéndole a Dios que les diera la resignación de renunciar a sus sueños de regresar a su ‘México querido’ y en lugar de ello plantar su semilla y hacerla germinar con nuevos planes para su vida”, comentó el Padre Vela, uno de sus hijos.

En tanto que Rosaura Magaña, amiga de la familia Vela por más de 28 años, dijo que en los años ochenta, la población latina en Estados Unidos ya era la principal minoría en las parroquias. “Fueron Jesús y Julieta los que con una pasión y fervor le dieron la cara al compromiso de entregarse tiempo completo a la Evangelización de las familias en los Ángeles y América Latina”, agregó Magaña.

José y Virginia que trabajaron como parte del equipo de parejas y conocieron al matrimonio Vela por más de 28 años, expresaron: “Fueron una pareja que evolucionó el Ministerio de la Evangelización con las familias y nosotros somos fruto de ese trabajo. Ella siempre nos hablaba de formar una escuela de Evangelización para parejas; éste era su siguiente proyecto que ya no pudo concluir”.

Julieta siempre dedicó su vida a generar una nueva esperanza. Entendía la importancia de transformar y ser modelo no sólo con su familia, sino con la familia de todo aquel o aquella que tenía la oportunidad de ser guiado por ella. Su lealtad al Evangelio despertó un interés en las comunidades tanto de sacerdotes, religiosas y líderes laicos comprometidos que se sentían acompañados por Julieta. “Siempre tenía una palabra de aliento y reflexión para todos”, escuché decir a su hija Isabel.

Para Julieta, la Evangelización Carismática fue siempre su morada permanente. Su honestidad y pasión con la realidad del inmigrante eran el fruto de una verdadera Evangelización no sólo en su vida como madre, pareja o empresaria, sino como agente de pastoral que tenía muy en claro su compromiso bautismal.

El 10 de febrero del 1986 abrió la librería Católica “Gethesemani”. Esta librería se convirtió en herramienta de conocimiento, análisis y transformación. Me decía Julieta: “Es un mito que a los católicos no nos gusta leer; yo soy testigo de lo contrario”.

“Recuerdo cuando empezó con el ministerio de los libros en la cochera de su casa, después rentó dos locales y finalmente compró el edificio donde se encuentra ahora la librería. Al desempacar y acomodar los libros, Julieta oraba por las necesidades de todas las personas que entrarían a la librería, y por las que leerían sus libros para que Dios las bendijera y estuviera con ellos/as”, recordó Rosaura Magaña.

Esta librería se convirtió en una de las principales mediaciones de un trabajo pastoral que fue inimaginable en sus principios. Un año antes visitaba varias editoriales en España y Latino América para solicitar créditos. Sin garantía alguna para ofrecer a cambio. Solamente ofrecía que le tuvieran fe y creyeran en su palabra: “Con Jesús en la boca para que me dijeran que sí!”, decía.

Fue esta misma confianza en Dios que le permitió concretar su meta con éxito. Y nunca olvidó el compromiso que tenía con sus clientes.

“Mi mamá siempre nos enseñaba a cómo vivir honestamente, valientemente, sinceramente, y a trabajar muy duro”, dijo el Padre Vela. “Nos enseñó a perdonar y a no cargar con resentimientos. Su legado fue enseñarnos a poner todas nuestras habilidades y talentos al servicio de los demás; su lealtad por la oración, la Comunión y la lectura bíblica eran un testimonio continuo”.

Julieta era una mujer que se resistía a ver límites. “Nunca tenía miedo de iniciar algo nuevo”, dijo su familia. Su entusiasmo era siempre traer algo diferente para la comunidad y las parroquias, tales como los talleres del Padre Ignacio Larrañaga, la Evangelización Familiar dirigida por el Padre Emiliano Tardif, grupos y retiros que iniciaba con una inmensa pasión, dando el cien por ciento y dejando huella siempre en su caminar.

“Cuando mi mamá tenía que dejar un Ministerio, después de haberlo encaminado, sufría, pero a la vez quería ver que los líderes ya formados tuvieran el espacio para que ellos mismos se desarrollaran”, agregó su hijo, el sacerdote Vela.

El dolor por su muerte queda aminorado por el recuerdo de una vida en libertad y amor. Una misión de más de 30 años de Ministerio. El recuerdo que nos dejó abre horizontes de liberación especialmente para las familias y también para las mujeres que apoyó para que terminaran sus estudios universitarios con becas financieras. También, ella no se conformó con ser solamente una líder parroquial, sino que continuamente se estaba preparando; inclusive terminó su secundaria de adulta, tomando incansables cursos de espiritualidad y formación. Este próximo verano 2012, tenía programado terminar sus estudios avanzados en Teología.

Julieta nos ha enseñado que todos tenemos la capacidad de crear, imaginar, concebir ideas, dar vida a hijos, proyectos, programas, formación o capacitación.

Margarita Flores es Directora de la Vida Parroquial del Sagrado Corazón en Compton: 1720 N. Culver Ave. Compton, CA. 90222 (310) 635-5436. VN

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