JÓVENES HISPANOS BORRAN TATUAJES PARA INICIAR NUEVA VIDA
Un programa ayuda a quienes sienten que los tatuajes perjudican su imagen y quieren borrárselos para iniciar una nueva vida sin ellos.
Damaris Olaechea huyó de su casa a los 17 años y se tatuó el cuerpo y el rostro con figuras con las que quiso demostrar su inconformidad y su rebeldía hacia la sociedad.
Aún hoy, después de varias sesiones para borrar los tatuajes, son varios los rastros de éstos que se pueden apreciar en su pecho, manos, brazos y cara y que, asegura la joven de 22 años, a causa de ellos, se siente incómoda con las miradas de la gente en la calle.
“Decidí removerme mis tatuajes porque sé que va a ser muy difícil encontrar trabajo y porque no quiero los recuerdos de mi estilo de vivir de antes”, dijo a Efe la joven, antes de someterse a una nueva sesión para borrarlos.
Esta cubanoamericana es una de las beneficiadas del programa “Borre el Pasado” (Erase the Past), con el que una dermatóloga, hija de víctimas del holocausto nazi, busca ayudar a quienes sienten el estigma de los tatuajes, con el fin de darles una nueva oportunidad de salir adelante.
“No importa a dónde vayas, la gente va a estigmatizarte y van a tener miedo de ti, porque así son las cosas en la sociedad. Inclusive si estás fuera de las pandillas, trabajando y tratando de mejorar tu vida y la de tu familia”, señaló la doctora Bryna Kane, cofundadora de este programa.
Uno de los atractivos de “Borre el Pasado”, fundado por la Dra. Kane y su colega el Dr. Edward Glassberg, con la colaboración del Hospital Memorial de Long Beach y de la Policía local de Long Beach, es que es completamente gratuito.
Las condiciones básicas para quienes deseen participar es que ya se hayan retirado de la vida de las pandillas y que a cambio de cada tatuaje borrado cumplan con cinco horas de servicio comunitario.
De lo contrario, pocos podrían beneficiarse de estos procedimientos que pueden llegar a costar miles de dólares, a razón de unos 150 dólares por sesión.
El procedimiento, doloroso para el paciente, se lleva a cabo en varias intervenciones, con un sofisticado equipo laser que absorbe la luz y hace desaparecer el pigmento, dejando solamente una leve cicatriz.
“Lo que hace el laser es pasar a través de la piel, en donde es absorbido por las partículas de tinta que se rompen en fragmentos lo suficientemente pequeños para que el cuerpo los limpie por sí mismo”, explicó Glassberg.
“Borre el Pasado” ha ayudado a 4.000 jóvenes, la mayoría de ellos hispanos vinculados a las pandillas en la zona de Los Angeles.
“Borra el pasado, deshaz de los vestigios de tu pasado. Si no eres capaz de deshacerte de tus cicatrices físicas, es a menudo muy difícil salir de allí, salir adelante, salir de las pandillas”, es el mensaje de la doctora Kane para quienes buscan una oportunidad.
Entre ellos se encuentra Angel Usi, un filipino de 29 años, quien desde pequeño vivió en ese mundo.
“A los 14 años ya era parte de las pandillas y a los 17 fui encarcelado, en total completé cinco años y recibí la libertad condicional a los 21”, dijo Angel, quien procura no hablar de ese doloroso pasado en presencia de sus tres hijos.
“Cuando estaba en la cárcel pensé en mi vida y en que las cosas no estaban resultando, no tenían ya sentido para mí, así que pensé que ya era tiempo para un cambio”.
Hoy, gracias en parte al programa “Borre el Pasado”, Angel parece haberlo logrado, y durante algunos fines de semana, sirve como mentor para niños en el parque Houghton, enseñándoles a hacer tarjetas, arreglando bicicletas y limpiando las instalaciones, como parte de su servicio comunitario. VN
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