INDOCUMENTADOS NO DEBEN TENER MIEDO DE DENUNCIAR SI SON VÍCTIMAS DE CRÍMENES
El secuestro y recuperación de un niño hispano que fue arrebatado de los brazos de su madre por un supuesto agente de inmigración debe servir de lección para que los indocumentados no tengan miedo de denunciar si son víctimas de algún crimen.
A sólo cuatro días de haber dado a luz a su cuarto hijo, Yair Anthony Carillo, la hispana María Gurrolla, de 30 años, residente de Nashville (Tennessee), vivió la peor pesadilla de su vida cuando una extraña, -y con engaños-, se llevó a su recién nacido.
Gurrolla abrió la puerta de su residencia el pasado 29 de septiembre a una mujer descrita como de contextura doble, blanca, de pelo rubio, quien dijo ser un agente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) y que estaba allí para “detenerla”.
Al dejarla pasar, la mujer angloamericana atacó a la joven madre con un cuchillo y propició varias heridas en su cuello y pecho para luego huir con el pequeño Yair.
Cubierta de sangre de la cabeza a los pies, Gurrolla logró llegar a la casa de un vecino y juntos llamaron al servicio de emergencias 911 para denunciar lo sucedido.
Según Joel Sigkovic, portavoz de la Oficina de Investigación Federal (FBI) en Tennessee, la inmigrante hizo lo correcto: “alertar lo antes posible a las autoridades”.
“En el caso de la desaparición de un menor de edad y en cualquier circunstancia, es de suma importancia para los investigadores conocer del hecho lo más pronto posible para comenzar a trabajar en el rescate”, apuntó Sigkovic.
Hasta ahora se desconocen las causas que llevaron a la sospecha, Tammy Renee Silas, de 39 años, de Armore (Alabama), a llevarse al niño que fue encontrado tres días después -y en buen estado- en la vivienda de la angloamericana.
Gurrolla declaró a los investigadores que Renee realizó una llamada telefónica y en español dijo que “el trabajo estaba hecho” y que la madre “estaba muriendo”.
Sigkovic resaltó que el FBI ha investigado casos similares en los que los delincuentes toman ventaja del temor que tienen los inmigrantes a reportar los crímenes por su condición de indocumentados.
“Las autoridades no son los enemigos de la comunidad inmigrante. Estamos aquí para protegerlos y, sobre todo, cuando se trata de un menor de edad”, apuntó Sigkovic.
El portavoz de la agencia federal enfatizó que el FBI conoce de padres de familia inmigrantes cuyos hijos fueron reportados como desaparecidos para luego determinar que fueron secuestrados.
El Departamento de policía de Metro en Nashville advirtió que recientemente ha habido al menos otros dos casos muy parecidos al de Gurrolla en que los secuestradores han utilizado la misma artimaña.
El más sonado ocurrió en esa ciudad en el 2005, cuando Cristina Delarosa Sánchez visitó una oficina de asistencia social en busca de una mujer hispana que había tenido un hijo.
Según récords del caso, la mujer ofreció a Hilda Grisela Gutiérrez ayuda para obtener documentos legales para viajar fuera del país.
Luego se presentó en el hogar de la hispana acompañada de un hombre para acuchillarla y estrangularla al igual que a su hija de 3 años.
El intento de secuestro del bebé fue frustrado porque el esposo de la víctima los sorprendió.
Yuri Cunza, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Nashville, dijo a los medios locales que “estaba preocupada” por la posibilidad de que los bebés de las mujeres hispanas están siendo un “blanco fácil por su (madres) nivel de vulnerabilidad”.
“A los inmigrantes se les debe enseñar a confiar en las autoridades porque los criminales toman ventaja de su temor a las deportaciones y a la policía”, apuntó Cunza.
Bárbara González, portavoz del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), comentó que las personas que se hacen pasar por un agente federal de inmigración “perjudican la labor de la agencia”.
“Los inmigrantes deben preguntar el nombre del agente, pedir su identificación y placa oficial. Y de sentir temor, deber llamar a la policía o al 911”, apuntó González.
“ICE continuará acusando criminalmente a los impostores que se aprovechan de las comunidades inmigrantes para su propio beneficio”, añadió.
El caso de Gurrolla tuvo un final feliz al reencontrase ayer con Yair y sus otros tres hijos tras ser retirados temporalmente por trabajadoras del Departamento de Servicios de Menores de Nashville. VN
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