HISTORIA Y REFLEXIONES DEL ‘THANKSGIVING’
Cuenta la leyenda que un grupo inmigrantes que buscaban un mejor modo de vida, salieron de Inglaterra hacia Estados Unidos en el Mayflower, un barco con condiciones poco cómodas para el transporte de personas. Huían de la persecución contra su grupo en Inglaterra y buscaban un lugar donde vivir. Los peregrinos viajaron por más de dos meses y llegaron a las costas de Plymouth, un lugar completamente diferente al que habían planeado llegar.
Pero lo peor no fueron los dos meses de travesía en el mar en medio de tormentas e incomodidades. Lo peor fue el invierno en esa nueva tierra donde no conocían a nadie y no tenían ni comida ni los medios para conseguirla. Casi la mitad de ellos murieron por las inclemencias del tiempo y por el hambre. Su salvación fueron los Nativos Americanos porque les alimentaron, pero sobretodo, porque les dieron las herramientas para sobrevivir. Les enseñaron a cultivar la tierra y a producir los alimentos que eran apropiados para esos climas. Les enseñaron el arte de la caza y a comer alimentos que los recién llegados ni siquiera imaginaban.
Al final del primer año y como un signo de agradecimiento a Dios por sus bendiciones y a los nativos que contribuyeron grandemente en su sobrevivencia, los inmigrantes organizaron una gran comida en la que todos fueron invitados. Exactamente no sabemos el menú de ese gran banquete, pero muy posiblemente fue comida hecha con los primeros frutos de las cosechas, por eso sabemos que no faltaron ni el maíz ni las calabazas. No se sabe si hubo guajolotes, pero si hubo una enorme alegría porque pudieron convivir en una celebración en la que todos estaban invitados.
Hubo varios intentos para que este acontecimiento se repitiera cada año, pero fue el presidente Abraham Lincoln quien fijó en el año 1863 esta celebración como fiesta nacional, el cuarto jueves del mes de noviembre.
LO QUE PODEMOS APRENDER
La historia de “Thanskgiving” nos enseña valores muy importantes que debemos conocer y promover porque nos unen a todos los que vivimos en este país. La fiesta tiene su gesto más importante en comer y dar gracias; comiendo dieron gracias, o también, dieron gracias porque pudieron comer.
Todas las grandes culturas antiguas nos narran en sus mitos, especialmente sus mitos fundacionales, la acción de comer juntos y compartir la misma comida y bebida. La celebración de la Alianza de los judíos con Dios fue a través de una comida, más específicamente comían un cordero, el cordero sin mancha que se distribuía entre la comunidad pero del que también Dios recibió su parte. El humo de una parte de cordero que se quemaba simbolizaba esa parte del cordero que era de Dios. Comer juntos era la forma como el pueblo y Dios se comprometían el uno con el otro, era la firma del contrato con un contenido muy claro: “No tendrás otros dioses fuera de mí”. “Cumplirás los mandamientos que yo te entrego, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo”.
Los aztecas, los mayas y las culturas de Mesoamérica también tenían sus historias fundacionales. En ellas hablan de comidas, ritos de convivencia, celebración y fiesta en la que todos participan, porque comer juntos les aseguraba ser aceptados como miembros del mismo pueblo. Muchas de estas fiestas fueron cristianizadas por los europeos que a su vez conservan sus fiestas locales donde la comida y el buen vino, la sidra o la cerveza no faltan.
Todo esto es verdad y nos recuerda al profeta Isaías que escribió hace miles de años enseñando que cuando seamos llamados a la vida con Dios, Él nos recibirá con un “festín de manjares suculentos”. O más cercano a nosotros tenemos el primer milagro de Jesús en su vida pública, que se alegra con los novios en el día de su boda y les regala el mejor vino para que todos disfruten. Los Evangelios nos narran que Jesús transformó la sociedad y la cultura de su tiempo comiendo: “comió con los pecadores”; aceptó la invitación de Zaqueo; se sentó a la mesa donde una mujer de mala fama le lavó los pies. Jesús estaba en contra de todos los gestos de rechazo al extranjero, al que no era judío; al menosprecio de la mujer y de los más débiles. En la ley judía estaba muy claro que un judío no podía sentarse a la mesa con un extranjero, por supuesto nunca con un pecador, como lo eran los cobradores de impuestos que servían al Imperio Romano. Quien rompía estas reglas era excluido de la sociedad y del templo. Por eso veremos tantos pasajes del Evangelio en ambiente de comida, porque Jesús sabía que las palabras se escuchan pero los ejemplos transforman. “Comió con los pecadores”, leemos en los Evangelios.
Nosotros actualizamos estas comidas de Jesús en la Santa Misa donde Cristo se entrega como alimento para que todos los hombres y mujeres del mundo nos sintamos hermanas y hermanos, hijos e hijas del mismo Dios Padre bueno y amoroso. El núcleo central de nuestra celebración eucarística es el sentido de unidad y familia entre todos los que somos diferentes. Porque lo creemos nos sentamos alrededor de la misma mesa. La palabra “Eucaristía” quiere decir “gracias” en todo el amplio sentido de la palabra. Gracias a Dios porque nos ama, porque no une, porque nos perdona y nos enseña a perdonar, porque nos recuerda que todos hemos sido peregrinos, inmigrantes, y que nuestra patria definitiva la construimos en la tierra con nuestros gestos de amor y unidad de los unos con los otros.
Si prestamos atención a la fiesta de “Thanksgiving”, podremos darnos cuenta que conecta perfectamente con nuestra raíces, con nuestros valores religiosos y humanos. Estamos llamados a ser constructores de unidad y la única manera de superar aquellos aspectos que nos dividen es dando gracias y comiendo juntos. Primeramente porque al dar gracias a Dios recordamos que todo lo que recibimos es gracia, don, regalo, bendición; que la humanidad y cada persona está bendecida porque lo propio de Dios es la bondad y el amor se extienden en todas direcciones para unirnos en su amor trinitario, en su amor de familia. Pero no olvidemos la historia concreta que dio origen a esta celebración: “inmigrantes y nativos unidos en la misma mesa”. Dios quiera que este símbolo siga retando a todos a buscar la unidad porque al final de cuentas ya somos parte de una misma historia, la de este país donde vivimos, trabajamos y convivimos.
Mi más sincero deseo para todas las familias de Los Ángeles de que tengan una feliz fiesta de “Acción de gracias” y que el Espíritu de Dios los mantenga unidos en su amor. VN
¿QUÉ TENEMOS QUE HACER EN LA FIESTA DE ‘ACCIÓN DE GRACIAS’?
Si realmente estamos convencidos de que fomentar unidad y el encuentro con las otras personas en relaciones humanas sanas y amorosas nos hace mejores y nos acerca a Dios, entonces volvámoslo vida.
En esta fiesta tengamos gestos concretos de unidad y solidaridad:
1. Olviden el sentido comercial que los grandes negocios han introducido en esta fiesta. No permitan que esta fiesta se vuelva un negocio. Incluso si no compramos nada el “Jueves negro”, quizás logremos que les den el día a los empleados para que realmente lo pasen con su familia.
2. Compartan su fiesta de “Thanksgiving” con personas que no sean de su familia, incluso que no sean de su cultura y lengua. Recuerden que los peregrinos no hablaban la lengua de los nativos ni viceversa, pero al final la comida los unió.
3. Preparen comida suficiente para que puedan llevarla a familias que son más pobres. Recuerden que siempre hay alguien que está pasando por necesidad.
4. Cuiden su alimentación. En “la fiesta de acción de gracias” aunque hay abundancia de comida tratemos de que sea sana, preparada en casa, con mucha verdurita que buena falta nos hace.
5. Finalmente, hagan todo lo posible para que esta sea una fiesta familiar. Pueden buscar algunas oraciones para leerlas juntos; pueden incluso hacer un breve rito de reconciliación en la familia, nada que se salga de sus posibilidades reales, simplemente que todos pidan perdón los unos a los otros por aquellas acciones o actitudes que rompieron la unidad de la familia, sin mencionar hechos concretos.
6. Eviten traer a la mesa los rencores y las heridas del pasado. Toda convivencia entre los seres humanos genera tensiones y a veces nos ofendemos, acéptenlo y perdonen, que al final otros les perdonarán. VN
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