
ESPERANZA DE UNA NUEVA VIDA EN MEDIO DE LA PANDEMIA
(fOTO: Sandra Esparza ante el altar a la Virgen de Guadalupe y a San Judas Tadeo en la sala de su casa. / Paulina Herrera).
Sandra vivía en cuenta regresiva sin documentos legales para obtener un trasplante de riñón, hasta que un Juez de Inmigración le otorgó la residencia permanente -a través del alivio 42B- que la convierte en candidata para recibir el órgano vital para prolongar su futuro al lado de su esposo y tres hijos estadounidenses en Los Ángeles.
Por PAULINA HERRERA
Es imposible no emocionarse al ver a Sandra Esparza con sus ojos llenitos de lágrimas mientras sostiene en sus manos el documento firmado por un juez de inmigración que le otorga su residencia permanente.
La Green Card es mucho mas que un estatus legal para Sandra. Es su pasaporte para lograr un trasplante de riñón y prolongar su vida para disfrutar de su familia con su esposo Fernando Castañeda y sus tres hijos de Marbella de 19, Fernando de 15 y Vanessa de 11 años de edad nacidos en los Estados Unidos.
Sandra llego a California en el 2001 para reunirse con su esposo que emigró unos meses antes. Ella de San Luis Potosí y el de Coahuila, (México) viven en Long Beach en donde un altar permanente a la Virgen de Guadalupe y a San Judas Tadeo, ocupan un lugar primordial al abrir la puerta de su casa.
“Es la mejor manera de recibir al 2021. Yo tengo mucha fe en San Juditas, el ‘Santo de los Casos Imposibles’; yo sabía que en medio de tanta calamidad y de esta pandemia, me haría el milagro de tener esperanza de vida” afirma Sandra quien acude a diálisis tres veces por semana.
Sandra, su esposo Fernando y su hija mayor Marbella, se presentaron a finales del 2020 ante un juez de inmigración en una corte de Los Ángeles. Esta sería la cuarta y última vez que los Castañeda-Esparza sentirían la angustia e incertidumbre de estar ante un tribunal de justicia sin haber cometido crimen alguno, pero sí luchando por un destino legal y sobre todo, por la vida de Sandra.
“Mi hija le explicó al juez que si deportaba a su papá y a mí, su futuro sería muy diferente porque tendría que dejar la escuela, trabajar tiempo completo y hacerse cargo de sus hermanos menores ‘y solo tiene 19 años’…”
“En las manos del juez estaba no solo mi vida, sino el destino de mis hijos”, cuenta Sandra a Vida Nueva, enseñado diplomas y certificados que muestran a Marbella como una estudiante ejemplar que se prepara para ser enfermera; actualmente acude a la Escuela de Enfermería de USC en Long Beach.
Fernando papá, es el pilar más fuerte de la familia. Trabaja en la construcción y desde que su esposa se enfermó hace seis años, sostiene la economía del hogar y es el único que conduce llevando a sus hijos a la escuela, a terapias y a actividades del día a día. “Es difícil cuando te pones a pensar todo lo que tenemos que hacer, pero cada día es un milagro abrir los ojos y en lo único que piensas es en levantarse y seguir adelante”, dice este hombre originario de Monclova, Coahuila.
Fernando también se emociona hasta las lágrimas cuando ve que ha salido del mundo de las sombras en este país y que como residente permanente en cinco años más podrá solicitar la ciudadanía, “un sueño que nunca pensé hacer realidad”, afirma.
El abogado Sergio Siderman, representante legal de Sandra y Fernando explica que para llegar a este feliz termino, se preparó un paquete de miles de páginas con argumentos sobre la necesidad de otorgarles el alivio migratorio 42B.
Este tipo de alivio típicamente es para ciudadanos estadounidenses cuya sobrevivencia depende de un familiar cercano (padre, madre o hijos) y cuya ausencia (deportación) podría causarles un sufrimiento extremo.
“En el caso de Sandra y Fernando el argumento principal fue el futuro de tres menores estadounidenses que quedarían en desamparo en caso de que sus padres fueran deportados”, explicó el abogado.
“Además hicimos hincapié en el elemento humanitario porque deportar a Sandra a México sería una sentencia de muerte a sabiendas de que no tendría los cuidados médicos y comenzar al final de una lista de espera para donación de órganos allá sería en vano porque su días estarían contados”, explica Siderman.
PACIENCIA Y FE, LAS ARMAS CONTRA LA DESESPERACIÓN
(Cronología)
Sandra Esparza llegó a Estados Unidos en el 2001 y junto con su esposo Fernando trabajó arduamente para sacar a su familia adelante, hasta el 2014, cuando fue diagnosticada con insuficiencia renal debido a alta presión. Para entonces ya tenía a sus tres hijos de 19, 15 y 11 años de edad.
En el 2015 comenzó a recibir diálisis y fue inscrita en una lista de espera para trasplante de riñón con la advertencia de que si llegaba su turno y no tenía residencia legal, no recibiría dicho trasplante.
Buscaron ayuda con diferentes firmas de abogados hasta que en el 2016 llegaron a la oficina de Sergio Siderman y se enteraron del alivio migratorio 42B; en el 2017 obtuvieron su primer permiso de trabajo y su número de seguro social.
En agosto del 2017 tuvieron una cita con un agente de migración quien los refirió ante una corte de inmigración. En abril del 2018 tuvieron su primera audiencia con un juez y solicitó mas evidencias para dar su veredicto y en agosto de septiembre de ese mismo año, volvieron a la corte con la misma suerte: Se necesitaba mas evidencia.
En mayo del 2020 tenía programada otra audiencia, sin embargo, debido al COVID-19, su cita fue aplazada para noviembre cuando tuvieron dos citas mas y la última definitiva.
En diciembre del 2020, un juez aprobó el alivio migratorio para ambos en base al proceso 42B y los convirtió en legales y permanentes de los Estados Unidos; a partir de esa fecha, en cinco años mas podrán convertirse en ciudadanos.
“Fue el mejor regalo de Navidad”, afirma Sandra cuya fecha en la lista de espera para recibir su trasplante se aproxima en el 2021 pero “gracias a Dios ya podré obtenerlo porque ya soy residente legal”, sostiene.
CONSEJO DEL ABOGADO DE INMIGRACIÓN
El abogado Sergio Siderman sostiene que el caso de Sandra y Fernando no fue fácil pero no imposible: “Preparamos todos los elementos alrededor de la familia. No fue un alivio migratorio para los papás sino para todos y eso es lo que el juez de inmigración tomó en cuenta para su decisión”.
El consejo para otras familias migrantes es tomar el ejemplo de los Castañeda-Esparza que cumplían con cuatro requisitos básicos para el alivio 42B: Vivir en el país durante más de 10 años, buena conducta moral, no antecedentes penales y razón justificada para permanecer en el país.
“En el caso de ellos logramos comprobar que Sandra podría morir en su país si era deportada, que su hija Marbella abandonaría un futuro prometedor para hacerse cargo de sus hermanos, que los hijos enfrentarían un sufrimiento extremo si sus padres eran deportados y que Fernando como cabeza de familia es esencial para la supervivencia de todos ellos”, puntualizó al abogado Siderman.
La recomendación para quienes puedan beneficiar con el alivio 42B es acudir a un abogado honesto, certificado por la Barra de Abogados y no pagar por una consulta inicial. VN
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