<!--:es-->“EN MARZO SE CUMPLIÓ EL VEINTICINCOAVO ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL ARZOBISPO OSCAR ROMERO”<!--:-->

“EN MARZO SE CUMPLIÓ EL VEINTICINCOAVO ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL ARZOBISPO OSCAR ROMERO”

Hablando en favor del pobre, el Arzobispo Oscar Romero ganó muchos poderosos enemigos, que finalmente causó que lo asesinaran el 24 de marzo de 1980. Veinticinco años más tarde, su causa para la Santidad podría llegar a ser uno de los casos más difíciles y sensitivos para el Vaticano.

En el tiempo que Romero fue nombrado Arzobispo, El Salvador se encontraba en el borde de una guerra civil que duró doce años y causó la muerte de más de 75,000 salvadoreños. Hombres, mujeres y niños estaban siendo secuestrados, torturados y matados. Un promedio de catorce familias controlaban la mayoría de las tierras y sus recursos en el país, dejando a la mayoría de los pobres sin las necesidades básicas para sobrevivir.

Romero era favorecido como Arzobispo entre los ricos y poderosos por su posición neutral, hasta ese tiempo. Todo cambió en menos de tres semanas después de ser nombrado, cuando el Padre Jesuita Rutilio Grande fue asesinado por las fuerzas militares, con otras dos personas laicas inclusive un niño de siete años.

Este evento significó un gran cambio para el Arzobispo Romero. Él empezó a ver la realidad de la lucha de su gente y de las graves ofensas cometidas en contra de la humanidad, por aquellos individuos en poder y oposición. Él condenó la violencia por ambos lados y buscó cómo poder resolver el conflicto a través del diálogo y llamando a todos a una conversión. Él empezó a predicar por la liberación de la gente, con las raíces sólidas en el Evangelio.

Líderes religiosos y civiles alrededor del mundo empezaron a escuchar la proclamación del Arzobispo Romero. Lo empezaron a llamar la

“Voz de los que no tienen voz”. Después sería nominado en el año 1979 para el premio Nóbel por la Paz. Su mensaje de paz y amor, frente a la cara de la muerte y destrucción, llegó a conmover los corazones de muchos y llamó la atención mundial, hacia la situación injusta en El Salvador. Con el fin de silenciarlo, oficiales del alto comando militar ordenaron su muerte. A los 62 años de edad, el Arzobispo Oscar Romero fue asesinado con una bala al corazón mientras celebraba la Eucaristía.

Poco antes de su muerte el Arzobispo Romero anotó en su diario espiritual: “Mi otro temor tiene que ver con las amenazas que se han hecho a mi vida. Es difícil para mí aceptar una muerte violenta; aun así, es muy posible, dadas las circunstancias actuales. Debo de entregar mi vida por Dios, no importa la forma como mi vida termine. Es posible vivir bajo estas inesperadas circunstancias con la gracia de Dios. Dios ayuda a los mártires, y en caso necesario, siento que Dios estará cerca de mí cuando tome mi último suspiro”.

Veinticinco años después, el proceso para su canonización está llevándose a cabo. Guillermo Gómez, investigador de la Oficina Arquidiocesana para la Canonización del Arzobispo Oscar Romero, expresó que el enfoque principal de su oficina es que “se conozca el verdadero Romero”. Él describe a Romero como “un hombre que hablaba sobre las cosas. Él siempre deseaba una solución pacífica”. En un atentado con el fin de desacreditarlo mientras él era Arzobispo, una campaña pública fue emprendida con el fin de manchar su persona. Reportajes falsos fueron publicados hasta el extremo de cambiar palabras en sus homilías. El resultado de estos veinticinco años más tarde, muchos aún no saben en realidad quién es el verdadero Arzobispo Romero.

Tiberio Arnoldo Romero, hermano del asesinado arzobispo, lo recuerda como una persona humilde y religiosa, “un buen cristiano”. Su padre deseaba que Oscar hubiera sido carpintero y por eso lo mandó a la edad de siete años a trabajar con un artesano de este arte. “Él se escapaba del trabajo después de almorzar y se dirigía a la iglesia más cercana a rezar”, dijo Romero. Cuando le preguntan si él cree que su hermano es un santo, él simplemente responde que “sí”.

Según el Obispo Vincenzo Paglia, quien es el promotor de la causa para la santidad del Arzobispo Romero, “el caso sigue adelante pero no sin dificultades”. El Arzobispo Romero tuvo oposición pública y entre la Iglesia, algunas de las personas opuestas a la causa de su santidad siguen en poder. Los oponentes manifiestan que él fue asesinado por causas políticas y no religiosas, puesto que proponentes disputan que el Evangelio tiene dimensiones políticas. Romero insiste que nuestra “fe cristiana no nos separa del mundo, al contrario, nos inmersa en él” y que “no podemos segregar la Palabra de Dios de la histórica realidad en que es proclamada”.

¿Dónde entonces, se mantiene el Santo Papa Juan Pablo II en esta disputa? Aunque el Arzobispo Romero no ha sido oficialmente proclamado como mártir, en el año 2000, el Santo Padre, en una especial ceremonia conmemorando a los mártires del veinteavo siglo, incluyó el nombre del Arzobispo. Además, en el viaje que el Santo Padre hizo a El Salvador en 1983, él empezó su visita orando en la tumba del Arzobispo Romero.

Habiendo dicho lo anterior, Paglia y la Oficina para Canonizaciones continúan procediendo en la causa de santidad del Arzobispo Romero “basada no en su santidad, pero en su martirio”, dijo Paglia. Tristemente, a causa de la actual situación política en El Salvador, Gómez cree que pasarán por lo menos diez años antes de que veamos a este Sirviente de Dios proclamado como santo.

Así que la pregunta permanece: ¿Quién es Oscar Romero? Romero es un hombre, un sacerdote, un obispo, un agente del amor de Dios. Él es un profeta; la voz de aquél que llama en la oscuridad. Él es el pastor quien ama a Dios más que cualquier otra cosa. Tanto fue su amor que, como Cristo, él entrega su vida por su gente. Todos sus respiros, palabras, acciones del Arzobispo Romero transmitieron el amor de Dios. VN

Para obtener mayor información a cerca del Arzobispo Oscar Romero, su biografía “Romero: Una Vida” escrita por el Padre Jesuita James R. Brockman ya está disponible por intermedio de libros Orbis.

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