EL SACERDOCIO REGALA UNA VIDA PLENA

De su natal Colombia a Los Ángeles, el Padre Gustavo Mejía vive su labor religiosa con positivismo y alegría

El Padre Gustavo Mejía no cree que haya pocas vocaciones, pero sí afirma que hace falta aprender a ofrecer la posibilidad de seguir a Cristo, a despertar el interés en seguirlo como sacerdote.

Gustavo Mejía nació en el seno de una familia católica en la lejana tierra de Medellín, en Colombia. Sus padres, Arturo y Enriqueta, formaron junto a sus seis hijos una familia practicante “normal”, dice el hoy Padre Mejía- con sus altibajos, que vive la religión católica, la más practicada en ese país sudamericano.

Gustavo, el quinto hijo de los Mejía, siguió sus estudios primarios y secundarios en escuelas católicas. En el colegio (escuela) estuvo muy en contacto con el catolicismo, a través de las actividades que en él se programaban: confesión cada 15 días, misa cada ocho días, actividades en las fiesta de la Virgen y demás. Al terminar, a los 18 años, entró a la universidad -siguiendo lo que en su tierra se conoce como estudios generales-, pero una vez concluido apenas el primer semestre, tomó la decisión de ingresar al seminario en Medellín, de donde ya había salido sacerdote algún pariente suyo. Es decir, que la familia extendida del Padre Mejía fue buen caldo de cultivo para su vocación.

VOCACIÓN

“Entré al seminario Conciliar de Medellín. Lo escogí por unos primos de mi papá que eran salidos de ese seminario. Uno de ellos era confesor del seminario”, narra a Vida Nueva el Padre Gustavo Mejía, coadjutor de la parroquia de la Resurrección del Este de Los Ángeles.

Si bien la decisión estaba ya tomada, la nueva vida que iniciaba el joven Mejía era diferente de la que él acostumbraba tener. ¿Le chocó el cambio?

“Sí”, responde. “Era una vida más recogida, más organizada, con más disciplina, cumpliendo un horario”, dice. “En el seminario se lleva una vida de mucho estudio, de oración, es una vida de compartir, compartir el estudio, los compañeros, los deportes, las actividades. Al comienzo sobre todo el seminario era muy encerrado, en el sentido de que uno sabía qué día se entraba y qué día se tenía salida. Se podía salir, pero siempre con la autorización del superior”. También recuerda que siempre contó con el apoyo de su familia, de la que dice siempre estuvo abierta. “Mis padres me dieron su apoyo y me dijeron que si veía que ése no era mi camino, que no había problema”.

El joven Mejía “iba [al seminario] como si quisiera seguir buscando”, pero encontró lo que buscaba.

Tras concluir tres años de estudios de filosofía y cuatro de teología, el joven Gustavo Mejía, de 26 años, recibió la ordenación en el Seminario Conciliar de Medellín junto a cinco sacerdotes más. Allí empezó su labor de pastor.

Su primera parroquia fue Nuestra Señora de Valvanera, una devoción española, de Logroño. Tras pasar por otras asignaciones, el Padre Mejía viajó a seguir estudios en Roma, en la Universidad Gregoriana, donde estudió dogma y teología pastoral en la Universidad Lateranense. Una vez de vuelta en Colombia, desempeñó labores de capellán y profesor en la Universidad Pontificia Bolivariana y luego de rector en el Seminario Conciliar de Medellín. Más tarde decidió venir a Estados Unidos, a Los Ángeles.

En realidad vino a visitar a un hermano suyo que vivía en Los Ángeles desde hacía 50 años. Vino a seguir explorando y decidió quedarse. “(Llegué ahí) A través de un sacerdote colombiano que estaba en San Matías y que había sido mi alumno. Me presentó con un Padre y me quedé con él cinco años. Pasé por un proceso jurídico para poder cambiar de diócesis y poder quedarme en Los Ángeles, donde vi que había necesidad”, señala, antes de agregar que siempre ha tratado de guardar la serenidad en su vida, de ser muy contento, muy alegre. Aunque cuando ya se es grande, a uno le provoca volver a su tierra.

MUCHO PARA HACER

Aunque muchos pueden pensar que la vida del sacerdote es monótona, el Padre Mejía sostiene lo contrario, pues en esta vida no siempre se hace lo mismo y asegura que para atraer a los jóvenes se tiene que presentar el sacerdocio tal como es, algo positivo, alegre.

“La vida del sacerdote es variada, no hay que presentarla tan insípida. Es muy diversa. Usted está aquí hoy atendiendo a una pareja, atendiendo a una familia, después lo llaman a un hospital, después va y celebra la Eucaristía, es muy variada. Eso depende cómo se presente y se viva.

“No creo que haya poca gente con vocación sacerdotal en nuestra comunidad; a los sacerdotes nos hace falta aprender a ofrecer la posibilidad de despertar el interés al sacerdocio”. VN

MENSAJE SOBRE VOCACIONES
“Que los jóvenes se convenzan que no están solos, que el Señor Jesús está con ellos. Que agarrados de la mano de Él quien se sienta llamado, dé el paso sin tener miedo. Que no tengan miedo, que el Señor los ayuda. Él conoce de qué somos”.

PREGUNTITAS
COMIDA: “En general me gusta la colombiana. Me gustan mucho las sopas. Me parece que un almuerzo o una comida sin una sopa no es comida”.
COCINA: “No soy muy experto, pero sé lo necesario para defenderme”.
IDIOMAS: “Español, un poquito de italiano y un poquito de inglés. No manejo mucho los idiomas. Porque pienso que para poder llegar a asimilarlos se necesita la cultura. También hablo un poco de latín”.
PAÍSES: “Conozco Lima (Perú) muy poquito. Colombia me la conozco muy bien, y también parte de Europa”.
QUÉ LE HUBIERA GUSTADO HACER Y AÚN NO HA HECHO: “Me hubiera encantado aprender música, pero sé que no tengo cualidades”.
TIEMPO LIBRE: “Descanso, visito a mi familia, leo; me gusta el cine”.
DEPORTE: “Hago muy poco porque no tengo con quién, pero camino a ratos. Me gusta ver deporte”.

MENSAJE SOBRE VOCACIONES
“Que los jóvenes se convenzan que no están solos, que el Señor Jesús está con ellos. Que agarrados de la mano de Él quien se sienta llamado, dé el paso sin tener miedo. Que no tengan miedo, que el Señor los ayuda. Él conoce de qué somos”.

PADRE GUSTAVO MEJÍA, Pastor Asociado
PARROQUIA DE LA RESURRECCIÓN
3324 Opal St.
Los Ángeles, CA 90023
(323) 268-1141

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