EL ROSTRO DE LA NUEVA ESPERANZA DE LA IGLESIA

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles

Mientras escribo estas líneas, el Papa Francisco acaba de celebrar su Misa inaugural como líder espiritual de los más de mil millones de católicos del mundo. Esta ceremonia marca los últimos momentos de una Cuaresma histórica e inolvidable.

Todo empezó dos días antes del Miércoles de Ceniza, cuando el Papa Benedicto XVI anunció su renuncia – la primera vez en más de 600 años en que un Papa lo hace.

Y estos eventos culminan ahora, casi al inicio de la Semana Santa, con la bienvenida a nuestro nuevo Papa, el primero no-europeo en casi 1.300 años y el primero venido de las Américas.

La elección del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.J., de Argentina, es una señal de estos tiempos de cambio.

El centro de gravedad de la Iglesia católica ha estado cambiando por muchos años. Su crecimiento y energía creativa ya no vienen de Europa Occidental, sino de África, Asia y especialmente, América Latina.

El Beato Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI se referían a América Latina – donde está el 40 por ciento de los católicos del mundo – como “Continente de la Esperanza”.

El Papa Francisco es el rostro de la nueva esperanza de la Iglesia. Él es el primer Papa del Nuevo Mundo, su elección apunta a la vitalidad de la Iglesia en estos países y también al creciente perfil latino de la Iglesia en Estados Unidos.

Más de un tercio de los católicos en Estados Unidos son latinos – fruto del constante flujo de migración hacia el norte, de hombres y mujeres provenientes del “Continente de la Esperanza”.

La inmigración está cambiando el rostro de nuestra nación y de nuestra Iglesia. Los hispanos constituyen el 16 por ciento de la población del país y este porcentaje seguirá creciendo. Un cuarto de los estadounidenses menores de 17 años son hispanos. Lo mismo pasa en la Iglesia: los latinos representan más de la mitad de los católicos con menos de 25 años de edad.

Estos jóvenes latinos y sus familias tienen ahora un Papa cuyo idioma nativo es el mismo que el suyo; un Papa que entiende sus tradiciones y realidades culturales. Millones de inmigrantes pueden mirar a un Papa que conoce su experiencia, la de llegar a un nuevo país para empezar una vida nueva.

El Papa Francisco puede traer un importante mensaje para los debates sobre una reforma migratoria integral en los Estados Unidos.

Nuestro nuevo Papa es el hijo de un inmigrante. Esto también es nuevo para un Papa en los tiempos modernos. Su padre era un trabajador ferroviario que llegó a Argentina desde Italia buscando una vida mejor. ¡Qué hermosa historia! ¡El hijo de un inmigrante humilde que ha llegado a convertirse en el líder de todos los católicos del mundo!

El nombre que cada nuevo Papa elige representa en cierto modo la dirección que busca para la Iglesia.

Con su audaz elección de San Francisco de Asís, el Papa se ha identificado con el santo más conocido del cristianismo.

Para creyentes y no-creyentes, San Francisco representa el verdadero espíritu del Evangelio, con una vida de simplicidad material, servicio humilde a los pobres, amor por la creación, y una actitud anti-violencia y de perdón.

“Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres”, dijo el Papa Francisco en sus primeros días.

Como católicos, podemos esperar del Papa Francisco un llamado renovado a responder a nuestro deber cristiano de servir a los más necesitados y a trabajar por la justicia y la dignidad de la persona humana.

La pobreza material sigue creciendo en nuestra sociedad. Todavía hay mucha diferencia entre los que no tienen lo suficiente para vivir y los que tienen mucho más de lo que necesitan. Pero también está creciendo la “pobreza espiritual”. La pobreza de la indiferencia a la religión, de vivir como si Dios no existiera o como si la vida no tuviera mayor significado.

Y para los estadounidenses, el nombre Francisco tiene una asociación más: sacerdotes misioneros y franciscanos inmigrantes fueron los primeros a traer el cristianismo a México, América Latina, y luego a nuestro país, especialmente a California.

El Beato Junípero Serra, el gran apóstol de California, era franciscano. Y la ciudad de Los Ángeles fue originalmente llamada El Pueblo de Nuestra Señora de los Ángeles, por el nombre de la capillita donde San Francisco fundó su Orden.

Este papado debe despertar en nuestra memoria las profundas raíces cristianas de este país y sus conexiones con las misiones de la Iglesia en México y América Latina.

El Papa Francisco sabe que las Américas necesitan una nueva evangelización, un nuevo encuentro con la persona de Jesucristo y con su Evangelio de amor y salvación. Él ayudó a redactar uno de los documentos estratégicos más importantes de la Iglesia en nuestros tiempos: el informe de la reunión de obispos latinoamericanos que se llevó a cabo en Aparecida en el 2007, donde se invitaba a una “misión continental”.

Tengamos una mirada que va más allá de los eventos históricos de esta Cuaresma y preparémonos para celebrar nuestra primera Pascua con el nuevo Papa, rezando los unos por los otros y por nuestro nuevo Santo Padre.

Y comprometámonos a realizar esta misión continental, a ser discípulos y misioneros de la nueva evangelización.

Pidamos la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, la Madre de las Américas, y de San Francisco, para que podamos hacer de este nuevo momento de gracia en nuestra Iglesia, un tiempo de renovación espiritual en nuestras vidas, en la Iglesia y en la sociedad. VN

Si desea seguir al Arzobispo Gomez en su sitio de la red social de Facebook, conéctese a: www.facebook.com/ArchbishopGomez

Share