EL MAGNÍFICO PLAN DE DIOS PARA LA FAMILIA

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles

A medida que el verano va terminando y nos adentramos en el otoño, volvemos nuestra oración y reflexión a la reunión de los obispos del mundo que el Papa Francisco convocó del 5 al 19 de octubre en Roma.

La Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos abordará el tema: “Desafíos pastorales para la familia en el contexto de la evangelización”.

Una de las prioridades del Santo Padre es fortalecer y restaurar las familias como base natural de la sociedad. El próximo sínodo “extraordinario” será seguido en 2015, por un sínodo “ordinario” acerca de la familia y por un Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Filadelfia.

La familia es la base fundamental de cada una de nuestras vidas.

La familia es el lugar donde aprendemos nuestro nombre y donde se forman nuestra personalidad y valores. Es el lugar donde aprendemos a rezar y a compartir nuestros pensamientos y emociones.
Donde aprendemos a dar y recibir amor, a hacer sacrificios y a convivir a pesar de nuestras diferencias. La familia es el lugar donde jóvenes y ancianos llegan a conocer su dignidad y valor y donde comparten sus vidas y cuidan unos de otros, sobre todo en tiempos de debilidad y vulnerabilidad.

La familia es también el fundamento sobre el cual toda sociedad está construida y es el vínculo natural que mantiene unida a toda sociedad. Y la familia es la forma natural de la Iglesia, en la cual descubrimos nuestra identidad como hijos de Dios y hermanos y hermanas unos de otros.

Sin embargo, sabemos que las familias se enfrentan a muchos desafíos en la actualidad. Muchas están pasando por momentos difíciles. Muchas están agobiadas por la pobreza, violencia, enfermedades y otras dificultades. Muchas familias están padeciendo y están fracturadas.

Como dijo el Papa Francisco, en nuestros tiempos, “la familia está experimentando una profunda crisis cultural”.

Existe una confusión generalizada acerca del significado del matrimonio, de la familia y de nuestras obligaciones para con los niños en nuestra sociedad. El creciente secularismo, el énfasis en el individualismo y el estilo de vida consumista de nuestra sociedad están haciendo que sea más difícil para las personas asumir compromisos y formar relaciones duraderas. Con una frecuencia cada vez mayor, la familia, en nuestra cultura, no es valorada o es algo que se toma como un hecho.

Por lo tanto, este Sínodo es muy importante. Tenemos que orar por los obispos y por el Santo Padre mientras se preparan para tratar este gran tema de la familia en nuestro tiempo. Y los animo a todos ustedes a que se unan a mí para que juntos podamos hacer que este tiempo previo al Sínodo sea un tiempo de oración y reflexión.

Tenemos que pensar no sólo sobre los desafíos que enfrentamos. Ellos son reales y nos exigen que los afrontemos. Pero la clave para la renovación verdadera consiste en que redescubramos la belleza natural y la alegre sencillez del matrimonio y de la familia en el plan de Dios para nuestras vidas y nuestra sociedad.

Por este motivo quiero poner atención a lo que nuestro Santo Padre ha llamado el “magnífico plan de Dios para la familia”. Podemos ver cómo se desarrolla en las páginas de las Escrituras.

En las primeras páginas del primer libro de la Biblia, el Génesis, leemos acerca del matrimonio de Adán y Eva, cuando el mundo fue creado. En las últimas páginas del último libro de la Biblia, el Apocalipsis, leemos acerca de los “cielos nuevos y la tierra nueva” y de “la fiesta de bodas” de Jesucristo con su Iglesia.

El Antiguo Testamento es una historia de familia, la historia de los hijos de Abraham que son el pueblo de Dios, Israel. Y esa historia continúa con el nacimiento del Hijo único de Dios en una familia, por el poder de su Espíritu.

Jesús nació del vientre de una madre y se nutrió y fue criado en una familia santa con una madre, María, y su esposo José. Él realizó su primer “signo” en una boda en Caná. Y como los profetas lo habían prometido, se presentó a sí mismo como el Esposo, y a la Iglesia la llamó su Esposa.

Jesús le confió a la Iglesia la misión de completar el plan de Dios para la familia en la historia, proclamando la buena noticia de que Dios es nuestro Padre e invitando a los hombres y mujeres de todas las naciones a vivir como una sola familia de Dios en su Iglesia.

Empecemos a rezar por la importante labor del próximo Sínodo. Acompañemos a nuestro Santo Padre, uniéndonos a su Oración por el Sínodo sobre la Familia en nuestras parroquias, ministerios y en nuestros hogares:

Oración a la Sagrada Familia

Jesús, María y José
en ustedes contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a ustedes, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchen, acojan nuestra súplica.

Amén. VN

El nuevo libro del Arzobispo José H. Gomez, “Inmigración y el futuro de Estados Unidos de América”, está disponible en la tienda de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. (www.olacathedralgifts.com).

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