“EL HAMBRE EN EL MUNDO NO ES INGOBERNABLE COMO UNA CALAMIDAD NATURAL”

Habla Monseñor Luigi Travaglino, observador de la Santa Sede en la FAO

Casi un mil millones de personas en el mundo sufren el hambre cuando en realidad no se trata de un fenómeno ingobernable. La falta de seguridad alimentaria no es un evento o una calamidad que está fuera del control del hombre.

Estos son algunos de los conceptos apenas expuestos por Monseñor Luigi Travaglino, observador permanente de la Santa Sede en la FAO, FIDA y PAM, que considera que el hambre en el mundo no es ingobernable como el reciente tsunami de Japón.

Más aún, el purpurado consideró que ante el alejarse del objetivo de reducir a la mitad el hambre hasta el 2015, tenemos “todos que reflexionar”; recordar que las pesadas barreras aduaneras le impiden a los países pobres de comercializar productos locales sin ser penalizados y rever los subsidios y exportaciones agrícolas de los países más avanzados. Así como los consumos excesivos que destruyen los recursos naturales.

El punto central siempre es el mismo: entender los valores fundamentales de la persona humana, la convivencia, el respeto de su dignidad y que el derecho a la nutrición es parte integrante del derecho a la vida de cada ser humano.

Sin olvidarse del mundo rural, del significado de su trabajo con el rol central para la economía y la estabilidad del orden social. Recordando también a la empresa agrícola que tanto espacio ha encontrado en las reflexiones del magisterio social de la Iglesia.

– MONSEÑOR, HA INICIADO LA 37 SESIÓN DE LA FAO Y ENTRE LOS PARTICIPANTES ESTÁ LA SANTA SEDE. ¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE ÉSTA PRESENCIA?

MONSEÑOR TRAVAGLINO: La naturaleza de la participación de la Santa Sede en la FAO y la prioridad de su acción se deben conectar a la vasta presencia de la Sede Apostólica en la actividad diplomática multilateral, en el deseo de afirmar los valores fundamentales de la convivencia humana. El respeto de la dignidad del hombre se realiza también en operarse para que a cada persona le sea garantizado el derecho a la seguridad alimentaria. Y para esto es necesario no solamente una acción técnica pero también una visión abierta a compartir, y aún más a la solidaridad concreta.

-¿CUÁL ES LA TAREA DE LA SANTA SEDE EN ESTE ENTE DE LAS NACIONES UNIDAS?

MONSEÑOR TRAVAGLINO: La Santa Sede ha siempre trabajado en la FAO para crear ocasiones de reflexión que concurran a decisiones políticas o a concretizar intervenciones técnicas que respondan a las necesidades de quienes no tienen el pan cotidiano.

En concreto significa trabajar para el desarrollo agrícola, adecuar la producción respecto a las necesidades, a la distribución de los alimentos y especialmente con atención hacia el mundo rural con sus necesidades, sus componentes, desde la empresa familiar que encuentra espacio en las reflexiones del magisterio social de la Iglesia.

Por ésto, como para otras metas auténticas para el servicio de la persona, la Santa Sede ofrece su apoyo moral y una disponibilidad de acción y un efectivo aporte mismo por medio de las estructuras de la Iglesia, que están presentes en modo capilar en las diversas áreas y operan con conocimiento directo de las necesidades reales de las personas.

-EN 1996 LA FAO HABÍA INDICADO UN OBJETIVO: REDUCIR A LA MITAD EL HAMBRE HASTA EL 2015. ¿POR QUÉ ESTAMOS TAN LEJOS DE DICHO OBJETIVO?

MONSEÑOR TRAVAGLINO: Los datos recientes indican que aproximadamente mil millones de personas sufre hambre y la desnutrición, en diversas situaciones y gradualidad. Entretanto tenemos todos conciencia que la falta de seguridad alimentaria no es un evento o una calamidad natural que se escapa al control.

Peor aún, la disponibilidad continua de datos nos muestra que estamos delante a un fenómeno gobernable. Especialmente ahora que episodios recientes nos hicieron descubrir que el hambre tiene un efecto desestabilizador pues se coloca en el más amplio contexto de la pobreza, que es la causa que más condiciona la vida de personas y de enteras comunidades.

Para entender a fondo las causas de dicha situación y del alejarse del objetivo de reducir a la mitad el número de hambrientos hasta el 2015 estamos todos invitados a reflexionar, no solamente la FAO, pero todos los Estados miembros, la sociedad civil y todos nosotros.

–¿CUÁLES SERÍAN LAS ESTRATEGIAS MÁS APROPIADAS PARA COMBATIR EL HAMBRE EN EL MUNDO DE HOY?
MONSEÑOR TRAVAGLINO: La FAO insiste en este momento sobre la necesidad de dar un nuevo vigor al significado del trabajo agrícola y a su rol central en la economía, la estabilidad y el orden social.

Obrar en esta dirección quiere decir evitar los resultados negativos del progreso, partiendo del abandono del trabajo agrícola que tiene entre sus efectos una disminución de la producción y el agravarse de la miseria de las áreas rurales. Esta creo sea la primera estrategia que debe ser seguida.

Está después la necesidad de un empeño de los gobiernos, instituciones internacionales y organizaciones de la sociedad civil para entender la importancia de un uso sostenible de los recursos naturales, iniciando por la biodiversidad, que es la multiforme riqueza de la Creación, considerada necesaria para el trabajo agrícola, a las técnicas y métodos de producción. Para preservar las diferentes especies vegetales y animales, de hecho no sólo hay que evitar la extinción de algunas variedades pero también favorecer la búsqueda destinada a perfeccionar la capacidad de adaptarse a las mutaciones de tipo climático o ambiental en grado de responder a las necesidades alimentarias o a la actividad agrícola en particulares regiones.

La seguridad de los alimentos además, requiere garantizar una correcta tutela de la salud humana y de evaluar atentamente los riesgos de eventuales daños derivados de agentes naturales o de contaminación determinada por la actividad humana.

El beato Juan Pablo II, en ocasión del Jubileo del Mundo Agrícola, el 11 de noviembre del 2000 decía: “Hay que recordar un principio en la misma producción agrícola cuando se trata de promoverla con biotecnologías, las que no pueden ser evaluadas en la base de inmediatos intereses económicos. Es necesario someterlas antes a un riguroso control científico para evitar que acaben provocando desastres para la salud del hombre y el futuro de la Tierra”. VN

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