CON FE, AMOR Y APOYO, NUEVOS DIÁCONOS ESTÁN LISTOS PARA SERVIR

Historia y fotos por la Hermana NANCY MUNRO, CSJ

Dentro de las jornadas de los 14 nuevos ordenados diáconos para la Arquidiócesis de Los Angeles, hay muchas historias de fe, amor, apoyo, y quizá más que todo, aprecio.

“Yo pienso personalmente que no estaría aquí hoy, y ahora en este momento de diaconado, si no hubiera sido por mi esposa”, declaró Francisco Sánchez, de la iglesia de Nuestra Señora de la Paz en North Hills, hablando de su esposa Teresa. “Yo estoy bendecido por tener la esposa que tengo, la compañera que tengo, la amiga que tengo a mi lado y que me ha apoyado todo este tiempo”.

Trece diáconos casados y sólo uno no casado, de la misma manera dieron gracias y expresaron su aprecio por el apoyo de sus compañeros parroquianos y los sacerdotes de la parroquia, así como sus familias, después de la liturgia de ordenación al diaconado el 12 de junio pasado en la Catedral de Nuestra Señora de los Angeles. Y ellos parecían listos para dar el siguiente paso de su jornada, mientras continúan sirviendo sus parroquias y comunidades en una amplia variedad de ministerios.

“Cristo ordenó que muchos ministerios deberían ser realizados en la Iglesia”, señaló el Cardenal Rogelio Mahony en una oración durante la liturgia. “Hoy esos muchos ministerios son realizados por los diáconos, a menudo junto con sus esposas, los cuales una vez fueron parte del ministerio hecho primeramente por el sacerdote: bautismos, oficiar en bodas, servicios de funerales, visita a los enfermos y muchos otros”.

Los nuevos diáconos, sus esposas y parroquias son: Jesse y Soledad Batacan, San Cristóbal, West Covina; Miguel y Sebastiana Cruz, San José, Los Angeles; Isaac y Shari Edie, Bienaventurado Junípero Serra, Camarillo; Miguel y María Gálvez, Sagrado Corazón, Pomona; Luis y Rosa González, San José, La Puente; Fermín y Olga Herrera, Sagrado Corazón, Lancaster; Héctor Miguel y Martha Hildago, Bienaventuranzas de Nuestro Señor, La Mirada; Frank Kolbash, San Finbar, Burbank; José de Jesús y Verónica López, María Inmaculada, Pacoima; José y Dianne Lumsdaine, Santo Domingo Savio, Bellflower; Lawrence y Janice McGloin, Iglesia de Los Santos Angeles de los Sordos, Vernon; Reynaldo y Remedios Melgar, San Juan Eudes, Chatsworth; Francisco y Teresa Sánchez, Nuestra Señora de la Paz, North Hills, y Young Hae y Sang Soon Ye, Sum Sang Korean Center (Iglesia de la Santa Trinidad), Los Angeles.

Al final de la Misa, las esposas de los diáconos –que asistieron a las clases de formación con sus esposos durante el proceso de cinco años, mientras continuaban con su propio trabajo en el ministerio, en trabajos y como esposas y madres– fueron alabadas por el Cardenal Mahony, quien les dio certificados mientras ellas rodeaban el altar para recibir el aplauso de la asamblea.

“Nosotros somos muy bendecidos como pareja –añadió el diácono Sánchez– por tener un Cardenal que es tan abierto y que nos acoge para servir como pareja. Nosotros realmente somos bendecidos”.

Conocida como la Clase de Juan XXIII, los nuevos diáconos dijeron que había una razón por la cual ellos eligieron ese título.

“El Papa Juan XXIII fue un hombre en verdad ampliamente abierto a Dios –explicó el diácono Edie– Él habló de abrir las ventanas y las puertas de la Iglesia. En relación a lo que estaba pasando en el mundo, esto fue realmente algo oportuno por hacer. Muchas de las cosas que él instituyó me abrieron los ojos, y eso es lo que me trajo a mí a la Iglesia”.

Mientras se reunían después de la Misa en la Plaza de la catedral para recibir felicitaciones y ofrecer bendiciones a la familia, amigos y personas que los apoyaron, los nuevos diáconos reflexionaron sobre su experiencia.

“Yo estoy feliz de comenzar una nueva jornada –dijo el diácono Gálvez–. Yo sé que tengo que hacer algún trabajo y esperar por lo que venga. Esa es la vida: Estar preparados para lo que venga”.

Él estaba feliz de que su madre, de 90 años, viajó desde Zacatecas, México, para estar presente en la ordenación. Víctor y su esposa María tienen un amor especial para los ancianos y los enfermos, y les encantaría continuar trabajando en el ministerio con aquéllos que con frecuencia están olvidados. Sobre el apoyo de María en el proceso de formación y en el ministerio, Víctor simplemente sonríe. “Ella es parte de mí”. VN

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