CÓMO EVITAR QUE NUESTROS HIJOS SEAN AGRESIVOS

¿Nacemos o nos hacemos violentos? ¿Se puede canalizar la agresividad hasta convertirla en un comportamiento positivo? Expertos nos responden

En los últimos tiempos, las noticias están inundadas de casos de jóvenes agresivos, muchas veces armados, que tiñen de violencia nuestra sociedad. Uno de los casos más trágicos ocurrió recientemente en Newtown, Connecticut, donde Adam Lanza, un joven de 20 años, disparó en una primaria dejando un saldo de 27 muertos, entre ellos dos decenas de niños.

Muchos se preguntan qué puede llevar a un ser humano a cometer un crimen tan despiadado, y si existen maneras de evitarlo. Un sector numeroso de la población sostiene que controlar las armas podría ayudar. De hecho, la matanza en Newtown renovó un debate sobre esto, al punto de que el presidente Barack Obama instó al Congreso a apoyar un plan que dificultaría la manufacturación, obtención y uso de armas. Pero por otra parte, algunos expertos, como la psicóloga Eliana Vázquez, con especialidad en terapia familiar, sostienen que controlar el uso de armas no es suficiente si el esfuerzo no va acompañado de una buena crianza en el hogar, que controle los comportamientos agresivos de los menores, desde muy temprana edad.

POR IMITACIÓN

Mientras algunos investigadores del comportamiento humano sostienen que la agresividad es innata, otros dicen que es simplemente una reacción a frustraciones que experimentamos a medida que crecemos.

Lo que todos concuerdan es que la familia y el medio ambiente tienen una enorme influencia.

“La mayoría de lo que nosotros aprendemos es por imitación. Si el niño es testigo de mucha violencia y agresividad dentro de su familia, escuela, vecindario, o por medio de programas televisivos o juegos de video con contenido violento, eso es lo que va a aprender porque va a imitar el modelo que está recibiendo. Por ejemplo, se supo que Adam Lanza veía juegos de video extremadamente violentos; las autoridades encontraron cientos de ellos en su casa”. Y sigue: “Muchos padres no controlan lo que su hijo ve, ni le explican que toda esa violencia no está bien, y entonces el niño acepta lo que le dicen estos medios de comunicación. Si no desarrolla conocimientos para enfrentar los problemas que lo llevan a ser agresivo, cuando llega a la adolescencia el problema será más grave”, dice la psicóloga Vázquez.

Por lo tanto, la especialista recomienda a los padres estar atentos a cualquier signo de agresividad que noten en su hijo o hija, y que actúen desde el principio, ya que de lo contrario, la conducta va a ir empeorando. Pero si los padres tienen quejas de que su hijo es muy agresivo en la escuela, pero en la casa no lo es, hay que investigar que está pasando. “Si de verdad hay un problema, debemos ayudar al menor a lidiar con éste porque la agresividad puede ser la manera que ha encontrado de defenderse de otros”, acota.

ETAPAS

Por su parte, los expertos en desarrollo humano de la Universidad de Maryland, James Herzog, Charles Flatter y Phyllis Tyson, realizaron estudios sobre la agresividad en los primeros once años de vida, con el fin de determinar sus orígenes y consecuencias.

Al respecto, mencionan que la agresividad es parte natural del organismo humano destinado a sobrevivir y desarrollarse. Sin embargo, la forma hostil de la agresividad no es sustentar la vida, sino lastimar a otros. Los primeros signos de agresión empiezan a aparecer alrededor de los seis meses de vida. El bebé actuará a veces enojado mientras se lo está amamantando. Es crucial la reacción de la mamá. Por lo general las madres acarician las mejillas del bebé, y lo motivan a continuar lactando. Si una madre establece un modelo de apartarse del bebé, o castigarlo, el niño es propenso a responder a su hostilidad volviéndose asustadizo, molesto u hostil.

De acuerdo a estos especialistas, a medida que el menor crece continúa aprendiendo a hacer un uso positivo de la agresión. Por ejemplo, el de dos años que despliega sentimientos de agresividad en forma de berrinches o rabietas, eventualmente aprenderá cómo controlar los sentimientos y los descargará verbalmente y a través de actividades físicas. Este tipo de agresión saludable le permite hacer que se comprendan sus necesidades, actúa por su propio interés y maneja los desafíos que se presentan.

En tanto que el profesor Flatter asegura que no es apropiado tolerar el comportamiento hostil de un preescolar. “Recomiendo que los padres traten primero de determinar el significado del comportamiento del niño. Los padres necesitan primero recoger información para leer el mensaje escondido en su comportamiento. Deberá preguntarle, gentilmente pero con firmeza, qué es lo que le está molestando. Por otra parte, el profesor dice que si el niño se comporta hostilmente, el próximo paso consistirá en dejarlo en otro cuarto para que se apacigüe. Cuando logre calmarse, los padres deberán involucrarlo en una actividad que sea de su agrado, y pasar más tiempo con él o ella. Con esta actitud, los padres están dando validez a la necesidad del niño a ser tomado en cuenta y están estableciendo un buen ejemplo de animarlo a usar palabras para expresar sus necesidades. Están ayudándole a dirigir su energía en forma constructiva.

El doctor Flatter asegura que si los padres responden con un lenguaje grosero o gestos violentos, le están dando el mensaje de que la violencia es una forma aceptable de conducir una situación difícil.

“Necesitamos la agresión para cumplir metas y defender nuestros derechos y los de los otros. Pero no debemos permitir que nuestra agresión nos controle; tenemos que estar conscientes que debe usarse para buenos propósitos. Y esto es lo que los niños deben aprender ya en la edad preescolar”, expresa.

FUERTE AUTOESTIMA, BAJA AGRESIVIDAD

Por su parte, Vázquez afirma que hay muchas maneras de canalizar positivamente la agresividad, y puntualizó que es importante ayudar al niño a quererse a sí mismo. “Si los niños se crían con una baja autoestima, van a sufrir, expresándolo ya sea mediante la agresividad u otros problemas. Una manera de evitarlo es darles un mensaje claro de que ellos son una persona única, especial y demostrarles lo bueno que tienen. Y la otra es enseñarles una manera positiva de resolver problemas y tomar decisiones. Muchos padres no tuvieron ese modelo y carecen de la información, pero hay gente dispuesta a ayudarlos; existen grupos de padres, terapeutas, información en las bibliotecas; es cuestión de buscar la ayuda”.

La psicóloga Vázquez también agregó que si un niño tiene aptitudes artísticas, es buena idea ofrecerle la oportunidad de participar en talleres de arte para canalizar su energía. “Lo importante es aprender a expresar los sentimientos de manera positiva, y los padres tienen que ser modelos de este tipo de conducta para sus hijos, dándoles a entender que se les oye, respeta y acepta por lo que son”, concluye. VN

CÓMO AYUDARLOS

• NUNCA RESPONDER a la agresividad de un niño con agresividad. No podemos ponernos al mismo nivel del niño, porque nosotros somos los adultos y los que tenemos que enseñarles a auto-controlarse. Dejar pasar el momento de ofuscación; retirarse del lugar aunque sea por unos minutos, respirar profundamente. Saber que nosotros controlamos la mente, y la mente controla el cuerpo.

• LA COMUNICACIÓN entre padres e hijos es fundamental. A veces parece que no es posible razonar con un pequeño, pero si le enseñamos a hacerlo, va a aprenderlo. Va a comprender naturalmente que berrinchando no logra sus objetivos, entonces va a usar otras técnicas, como la de mejorar su conducta.

• OBSERVAR, no castigar, no reprender, sino ver cuál es el motivo de que su hijo reaccione con agresividad.

• HACERLES ENTENDER que el mundo nunca será como él o ella quiere, a su capricho y voluntad.

• SI CON PACIENCIA Y AMOR les enseñamos a manejar la frustración, vamos a lograr que sean jóvenes con menos agresividad. Hay que enseñarles que se gana mucho con una actitud de paciencia y control.

• NO COMPRARLE COSAS MATERIALES para quitarles la agresividad; premiarlos cuando hacen cosas buenas y no castigarlos cuando hacen cosas malas. Resaltar el bien sobre el mal.

• ESTIMULARLO A SUPERARSE en todos los aspectos de la vida. En los niños mayores son excelentes los deportes y especialmente las técnicas marciales porque además de un ejercicio implican una disciplina y una filosofía de vida.

• LA AGRESIVIDAD es una forma de liberar energía y los niños tienen muchísima, por eso nada mejor que aprovecharla positivamente a través de los deportes y otras alternativas como pertenecer a grupos como los ‘boyscouts’ o ‘girls scouts’, donde el grupo mismo se encarga de ser un modelo de socialización y de evitar conductas agresivas.

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