AMAR A LA IGLESIA

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles

Estamos viviendo un momento histórico en la vida de la Iglesia Católica.

Por primera vez en muchos siglos, la “sede” de San Pedro está vacía porque el Papa ha renunciado al pontificado. Mientras escribo esto, el Papa Benedicto XVI se está retirando, y empiezan los arreglos para el cónclave del Colegio de Cardenales, que tiene el deber sagrado de elegir un nuevo Papa.

Este es un hermoso momento espiritual para todos nosotros en la Iglesia. Un momento de alabanza, oración y sacrificios. Lamentablemente, este momento espiritual también se ha convertido en un tiempo de escándalo. Algunos grupos que quieren tratar de manipular las decisiones de los Cardenales son los que están provocando la mayor parte de la controversia.

Como dijo el Vaticano la semana pasada: “A través de los siglos, los Cardenales han debido hacer frente a múltiples formas de presión… cuyo fin era condicionar su decisiones, doblegándolas a lógicas de tipo político o mundano… Ahora se intenta poner en juego el peso de la opinión pública… Es deplorable que se multiplique la difusión de noticias, a menudo no verificadas o no verificables, o incluso falsas, incluso con graves perjuicios para las personas y las instituciones.”

Toda esta controversia nos debe recordar que la Iglesia tiene enemigos – exactamente como Jesús dijo que pasaría.

Pero no podemos olvidar que Jesús está siempre con Su Iglesia. Él prometió amarnos hasta el fin.

Tenemos que intensificar nuestras oraciones. Tenemos que buscar la gracia para resistir a las presiones por definir a la Iglesia según la lógica de la política y del espíritu de este mundo.

Mientras esperamos la elección de un nuevo Papa, deberíamos aprovechar este tiempo para rezar por una apreciación más profunda del gran misterio que es la Iglesia.

La Iglesia no es como cualquier otra institución en el mundo ni en la historia. Porque la Iglesia no es una institución meramente humana. La Iglesia es también divina. De la misma manera que las dos naturalezas de Jesucristo, quien es “verdadero Dios y verdadero hombre”.

Todos sabemos que la Iglesia es humana. La Iglesia está formada por hombres y mujeres como ustedes y yo – y ninguno de nosotros es perfecto. Tenemos limitaciones y debilidades que tratamos de superar. Dios nos da el don de la libertad. Y nosotros podemos utilizar esa libertad para servirlo a Él o no.

Pero la Iglesia es también divina – llena del Espíritu Santo. ¡Nuestra Iglesia es la Iglesia de Dios!

Porque viene de Dios, la Iglesia es santa. Y porque la Iglesia es santa, podemos ser santos nosotros también. Podemos llegar a ser amigos de Jesús. Podemos compartir su fortaleza, caminar tras sus huellas y llevar a cabo la misión que Él confía a cada uno de nosotros.

Debemos amar a la Iglesia como Jesús la ama.

Debemos trabajar diariamente para edificar la Iglesia. Debemos trabajar todos días para ayudar a purificar la Iglesia. Para hacer que la Iglesia sea más santa, más fiel a Jesucristo.

Y esto comienza con nosotros. Tenemos que tener fe nosotros mismos para que podamos llevar a otros a la fe. Tenemos que estar luchando por nuestra propia santidad antes de poder guiar a otros a la santidad.

Lo que quiere decir que debemos intensificar nuestra participación en la vida divina que nos llega a través de los sacramentos. Debemos acudir a la Eucaristía con la mayor frecuencia que podamos. Debemos examinar nuestros corazones y pedir perdón a menudo en el Sacramento de la Reconciliación.

Este es el momento para experimentarnos más profundamente responsables por la misión de la Iglesia – la de guiar a otros a la felicidad y a la salvación que Dios quiere para nosotros.

Jesús fundó a la Iglesia sobre el testimonio apostólico de San Pedro, el primer Papa. Y prometió que su Espíritu guiaría a la Iglesia a la verdad, y que las puertas del infierno nunca prevalecerían sobre ella.

Entonces, en este momento espiritual, recemos los unos por los otros, e intensifiquemos nuestras oraciones por la Iglesia.

Pero recordemos que debemos pedir con confianza, pues Dios está con nosotros, su Espíritu todavía nos guía y Jesús sigue caminando con su Iglesia.

Durante el cónclave que empezará dentro de pocos días, el Espíritu Santo será el guía y los Cardenales, los instrumentos. Juntos, ellos van a analizar los “signos de los tiempos”, tanto en la Iglesia como en el mundo. Y juntos van a elegir al nuevo Papa que Dios quiere para Su Iglesia.

Uno de los santos solía rezar esta oración con frecuencia: “Todos con Pedro a Jesús por María!”

Hagamos nuestra esa oración durante el cónclave, pidiendo que la luz del Espíritu acompañe al Cardenal Rogelio Mahony y a los demás Cardenales electores.

Y pidamos a María, Madre de la Iglesia, que aumente nuestro amor por Jesús y su Iglesia.VN

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