AÑO NUEVO, VIDA NUEVA

Cada día tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, de nacer de nuevo, de cambiar aquellos aspectos de nuestra vida que necesitan ser renovados. El crecimiento de cada persona pasa por diferentes etapas, de la niñez a la adolescencia, de la adolescencia a la juventud, y así sucesivamente. También tenemos oportunidades de nacer de nuevo cuando empezamos un nuevo trabajo o cuando nos casamos o empezamos una carrera o cambiamos de escuela. Del mismo modo nacemos de nuevo cada nuevo año porque tomamos conciencia del paso del tiempo y descubrimos que no podemos desperdiciarlo.

El crecimiento espiritual se desarrolla del mismo modo. Cada día es una oportunidad de descubrir el amor de Dios que llena nuestra vida, que acompaña a nuestras familias y que está presente en el mundo. Dios está trabajando y nosotros somos los beneficiarios, descubrir esos beneficios es la tarea de la vida espiritual. De este modo el crecimiento en términos cristianos es un permanente descubrimiento de la voluntad de Dios para cada uno, para nuestra familia, para nuestro mundo. Desde esta perspectiva el éxito personal consiste en poner en práctica gradualmente la voluntad de Dios. En este proceso Dios hace su parte y nosotros hacemos la nuestra. Dios nos da su gracia, nos inspira, mueve nuestros corazones para disponernos a lo que es bueno para nosotros y para los demás y nosotros respondemos desde nuestra libertad. Nuestro crecimiento se va notando porque se van purificando las motivaciones en nuestra vida y se van consolidando nuestra cualidades humanas como son: el ser amables, agradecidos, generosos, abiertos a los demás, serviciales y dispuestos al cambio.

Al inicio de este año 2015 cada uno de nosotros debe preguntarse: ¿En qué áreas de mi vida Dios me está invitando a descubrirlo? ¿Qué aspectos de mi vida necesitan estar más de acuerdo a la voluntad de Dios? No podemos hacer todos los cambios de un solo golpe, pero sí podemos aceptar a Jesús, el Hijo de Dios, como centro de nuestra vida y desde allí iniciar un nuevo caminar.

Una buena estrategia para lograr este propósito es ponernos en sintonía con nuestra comunidad eclesial pues ella es un soporte muy importante en nuestro crecimiento personal. Este año hay una preocupación especial de la Iglesia por las familias. El Papa Francisco nos está motivando a que valoremos la importancia de las familias. Podríamos trabajar este año en los valores familiares. Tenemos que despertar para descubrir cuál es la voluntad de Dios para nuestra familia. Un buen modo de despertar sería simplemente superar las formas de relación familiar agresivas y violentas. Ayer en un supermercado fui testigo de un señor que le llamaba por el celular a su esposa a gritos porque él ya estaba haciendo fila para pagar y la señora seguía en la compra. Todos los que estábamos en esa área nos dimos cuenta de la actitud agresiva de este hombre que no se avergonzaba de gritarle a su esposa por el celular. ¿Habrá otras maneras de resolver los conflictos cotidianos? Debemos despertar y aceptar que los gritos y las palabras ofensivas no resuelven los problemas familiares, por el contrario los hacen más grandes.

Otro ejemplo sería valorar a la pareja. Los años y la convivencia muchas veces enfrían la relación de las parejas. ¿Cómo despertar a la realidad de que tu pareja (esposa, esposo) es parte de ti y que nadie maldice su cuerpo, nadie se odia a sí mismo?

¿Cómo despertar a la responsabilidad de motivar a los hijos e hijas para estudiar, para aspirar a ser un profesionista? Todos sabemos que los jóvenes universitarios fueron preparados desde muy pequeños, con lecturas, con paseos a museos, con conversaciones sobre el tema, y sobre todo con un fondo de ahorro que puede ser tan pequeño como 20 dólares al mes, que contribuirá a que llegado el momento los hijos e hijas puedan ir a la universidad sin ser una carga tan pesada para la familia.

¿Qué debemos hacer para que todos nos hagamos responsables de la familia? ¿Cómo podemos pasar del mí egoísta al nuestro, del yo al nosotros? Muchas familias han perdido el sentido del bien común y cada quien busca su propio beneficio sin pensar en los otros, esa actitud dentro de la familia es sumamente destructiva y después se proyecta en el trabajo, en la escuela y en las relaciones sociales. Todo empieza desde limpiar la casa, pero continúa en la constante colaboración en todo aquello que hace que la familia entera funcione como el engranaje de un reloj donde todas las piezas son importantes.

El Papa Francisco también nos invita a trabajar este año en las vocaciones en general. Él quiere que todos nos preocupemos por enseñar a nuestros jóvenes a elegir correctamente su forma de servir al mundo. Que les demos las herramientas para que desarrollen sus talentos pensando en el bien que pueden ofrecer, no en el dinero que pueden acumular. Sabemos que el amor de los padres es la mejor motivación para que un niño sea buen estudiante, pero también los padres de familia son los mejores modelos en donde los hijos pueden aprender a servir desde la profesión a la que se sientan llamados. Por supuesto, el Papa nos invita a que motivemos a nuestros hijos para que consideren la posibilidad de la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. El Espíritu Santo siempre trabaja motivando a los jóvenes a entregar la vida, pero muchas veces los padres somos el obstáculo trasmitiéndoles nuestros propios miedos, en lugar de animarlos a entregarse en cuerpo y alma a un ideal tan elevado como ese.

Como dice el texto del Evangelio “vino nuevo en odres nuevos”. Este año nuevo tenemos que ser personas nuevas, orgullosos de nuestras canas y arrugas, si es que ya las tenemos, pero con un corazón joven, capaz de vivir con entusiasmo, de aprender cosas nuevas. El año 2015 es el tiempo de Dios, es el tiempo oportuno para ser felices haciendo felices a los que nos rodean. Quita de tu mente los sentimientos pesimistas y piensa que este año será el mejor de todos, porque estás en el camino correcto, aquel por el que Cristo murió y resucitó. Vive todo en clave de esperanza; Dios es el Señor, no lo son los que sienten que tienen el poder. Pero sobretodo ama y déjate amar, pues en la ternura, el perdón y la comprensión está el secreto de la verdadera felicidad. VN

Share