DE NIGERIA A LOS ÁNGELES: UNA VIDA VIVIDA EN PLENITUD
El Padre Aloysius Ezeonyeka se proclama la persona más feliz del mundo ayudando a los demás como sacerdote
El Padre Aloysius Ezeonyeka, “Father Al” o “Padre Al” para sus feligreses, nació en Enugú, estado de Edo, Nigeria, nación del África Occidental. Es el primero de nueve hermanos -siete mujeres y dos hombres, todos vivos- de una familia totalmente católica. Como dato curioso dice que las 7 hermanas están casadas y entre todas tienen 30 hijos que hacen las delicias de la abuela. Su padre falleció en 1998.
En su familia inmediata no hay sacerdotes o religiosos, pero su clan o familia grande cuenta con tres sacerdotes católicos, quienes no le influyeron a la hora de escoger el camino del sacerdocio. Hizo los estudios primarios y secundarios en diversas ciudades nigerianas y años más tarde decidió entrar en el Monasterio Benedictino en Ewu-Ishan estado de Edo, cerca de Benín.
UNA VOCACIÓN CON HISTORIA
Para entonces, vivía y trabajaba en Lagos, la mayor ciudad del país. Tenía un negocio de modas -bolsos de mujer, zapatos, etc.- y a la vez ejercía de DJ en fiestas sociales y familiares.
En Lagos, cuenta el Padre Al, llevaba una vida feliz. Lo tenía todo: dinero, diversiones, mujeres…. ¡de todo! Y era feliz, pero, en un momento dado, “dio su vida a Jesús”, como él dice.
“Un amigo mío se hizo protestante y me invitaba a hacer yo lo mismo. Yo soy católico y no puedo hacer eso” -le respondía, al mismo tiempo que se daba cuenta que su fe no tenía raíces profundas y por esa razón necesitaba estudiar y orar.
“Por esa razón, después de trabajar en el negocio, por 3 o 4 semanas iba a una iglesia, que siempre estaba vacía, a pensar en Dios, incluso si existía. Un día llegué y encontré a un grupo carismático alabando a Dios. Me invitaron a mirar y me dijeron que su misión era reactivar, recuperar a los católicos alejados. Entonces empecé a orar y me prometí ir a misa todos los domingos y ponerme en primera fila para absorber todo lo que dijera el padre predicador”. La palabra “orar” suena constantemente en la conversación telefónica dando a entender que el Padre Al es un hombre de oración.
Mientras tanto, cuenta, seguía con la música y un amigo iba siempre a escucharle y ambos sentían la inquietud de conocer mejor a su Iglesia y se dedicaron a investigar. Leyeron muchos libros católicos, algunos escritos por Santos, para conocer mejor a la Iglesia.
El resultado imprevisto fue, dice ahora, que “ambos sentimos la vocación al mismo tiempo y ambos entramos en la vida religiosa al mismo tiempo: el amigo a los dominicos y yo al monasterio benedictino”. Es más, ambos vinieron a América al mismo tiempo, el amigo a Canadá, donde cuida tres parroquias, y él a Los Ángeles. “Nos decían almas gemelas”, recuerda.
OPOSICIÓN FAMILIAR
Una vez que tomó la decisión de hacerse benedictino, fue a comunicárselo a su familia y se tropezó con la resistencia firme e inesperada de sus padres.
“Mi padre estaba muy enojado y estuvo tres días sin hablarme. Tenía puestas muchas esperanzas en el mayor de sus hijos”, cuenta el Padre Al, y su madre “llegó a organizar hasta cuatro reuniones con otras personas para hacerme cambiar de idea”, dice a VIDA NUEVA.
Una vez superada la oposición familiar, sus padres le pidieron que entrara en un seminario en lugar de un monasterio religioso “porque querían verme regularmente”.
Además, su padre le aseguró que no duraría mucho tiempo en el monasterio. Posteriormente, una vez que hizo los votos religiosos, “mi padre me bendijo y me pidió que siguiera la voluntad de Dios”. A continuación recuerda que su padre había combatido en la Segunda Guerra Mundial con Gran Bretaña -potencia colonizadora de Nigeria en aquel entonces- y luego en la llamada Guerra Civil de Biafra en los años 60 del siglo pasado. Tras la guerra, se casó con la madre del Padre Al. Su madre aún vive en Nigeria, como el resto de su familia.
ESTUDIOS, VIDA ACTIVA Y DISCERNIMIENTO
Siendo ya benedictino, estudió Filosofía con los Padres Dominicos en Ibadán, Nigeria. En 1998 se trasladó a Dublín, Irlanda, para hacer una maestría en Teología en el Instituto Misionero de Teología y Antropología de Kimmage. Estuvo tres años.
Al regresar al monasterio de Edo se ordenó de sacerdote y asumió diversos cargos directivos en este sitio, además de dirigir retiros individuales y de grupo y de enseñar introducción a la Filosofía a los monjes jóvenes durante otros tres años.
Llegó un momento en que quiso ejercer el sacerdocio activo en alguna parroquia y con la bendición de sus superiores vino a Los Ángeles, donde trabajó en la parroquia de Corpus Christi en Pacific Palisades. Al mismo tiempo sacó una maestría en Consejería Escolar que aprovechó para trabajar un año en la “Morada Middle School” de Stockton.
Todo este tiempo, el Padre Al trataba de discernir su futuro como benedictino o como sacerdote diocesano en un parroquia activa o en una orden activa, en oposición a una vida más recluida como la benedictina.
Al principio de estar en Los Ángeles pensaba en solicitar el ingreso en la Compañía de Jesús (jesuitas) y para ello un padre benedictino de San Andrés Vallyermo le aconsejó volver a la universidad, cosa que hizo estudiando en “Loyola Marymount University” de Los Ángeles.
Para trabajar en la Arquidiócesis le exigían hablar español y fue a estudiarlo en Costa Rica, país que ha visitado tres veces con la idea de mejorar esta lengua, en la que ya se expresa claramente, pero quiere dominarla aún más. Incluso, dice, los años que no va a su patria, pasa unos días en algún país hispanohablante porque le gusta el idioma español. La entrevista para esta nota se condujo en esa lengua.
En Los Ángeles comenzó a ayudar en tres iglesias de las que alguna no tenía sacerdote. Por esa razón, Monseñor Gabriel González, vicario entonces para el clero, le urgía a quedarse a trabajar en la Arquidiócesis más bien que hacerse jesuita por la gran necesidad de sacerdotes. El Padre Al respondió, de nuevo, con la oración para discernir una vez más la voluntad de Dios. El resultado fue que se quedó en Los Ángeles.
El resto, como suele decirse, es historia. Su primer destino como pastor asociado fue en Santa Francisca de Roma en Azusa (2009), seguido al poco tiempo con el traslado a la Parroquia de la Sagrada Familia de Wilmington, “parroquia muy mexicana tradicional donde el 99 por ciento del trabajo pastoral se hace en español” (2012). Al año siguiente (2013) fue nombrado administrador interino de la Parroquia del Espíritu Santo y la de Santa Magdalena en la Pequeña Centroamérica de Los Ángeles, donde “mi vida es muy feliz, donde tengo muchos amigos sacerdotes y laicos y donde incluso una familia me adoptó”.
Se trata de parroquias multiculturales con una gran presencia de mexicanos, especialmente oaxaqueños, y filipinos. A ellos se unen nigerianos, afroamericanos, coreanos, etc.
PROHIBIDO ABURRIRSE
El padre tiene que administrar las dos parroquias, decir misa, confesar, atender a muchos grupos, cuatro consejos parroquiales, finanzas, formar líderes en ambas parroquias y dirigir a los muchos voluntarios. Además tiene dos escuelas, una en cada parroquia.
“No tengo tiempo de aburrirme”, dice. “Mi vida de sacerdote es una felicidad, una bendición de Dios, sobre todo por trabajar con los laicos. Es una parroquia que lucha pastoral y financieramente, pero que está muy viva. Es una vida muy feliz”. VN
PREGUNTITAS:
¿QUÉ LE GUSTA COMER? –“Comida nigeriana, asiática y mexicana, por ese orden”.
¿SABE COCINAR?- “Sí, sobre todo la comida nigeriana”.
¿LE GUSTAN LOS DEPORTES?- “Sí, sobre todo el fútbol (soccer), el tenis y el básquet”.
¿TIENE DÍAS LIBRES?- “Sí, los viernes, que dedico a trabajar, jugar al tenis, ir al cine”.
¿QUÉ CAMBIARÍA EN SU VIDA? -Tras reflexionar unos segundos dice que “no se me ocurre nada”.
¿CÓMO LE GUSTARÍA SER RECORDADO?- “Por su amor y humildad, alguien a quien no le gusta el orgullo, la discriminación y la injusticia. Alguien que siempre trató bien a la gente porque la vida es muy corta”.
¿QUÉ CONSEJO DARÍA A UN O UNA JOVEN QUE PIENSA EN EL SACERDOCIO O EN LA VIDA RELIGIOSA?- “Que oren, que recen mucho y no quieran darse prisa. Que se den tiempo para ver cuál es la voluntad de Dios, ya que lo más importante es encontrar el camino que Dios les tiene preparado”.
MENSAJE A LOS JÓVENES- “Estudien, encuentren su don, su pasión, qué pueden hacer en esta vida. Completen su educación, terminen sus estudios ya que muchos son de familias en los que no cuentan mucho los estudios”. Su experiencia como consejero escolar le ha hecho ver que muchos no terminan los estudios por falta de estímulos desde pequeños. “Busquen su pasión en esta vida, su carrera, que los llene y los haga felices”.
PADRE EZEONYEKA – Parroquia del Espíritu Santo
(Holy Spirit Church)
1425 S. Dunsmuir Ave.
Los Ángeles, CA 90015
(323) 935-1333
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