‘UNA PEREGRINACIÓN ES UN CAMINO DE FE’

‘UNA PEREGRINACIÓN ES UN CAMINO DE FE’

(fOTO: ‘Hacer una peregrinación no es simplemente un viaje de paseo, sino algo mucho más profundo. El propósito es profundizar más en nuestra fe y vida cristiana’- Monseñor José H. Gomez, junto a peregrinos de la Arquidióceis de Los Ángeles en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la capital mexicana. / peter lobato).

Los peregrinos de dos parroquias arquidiocesanas marcharon a Ciudad de México y Puebla, y vivieron una experiencia iluminadora

Por ALICIA MORANDI

Era casi medianoche en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles y alrededor de 60 “peregrinos” esperaban abordar el avión que los llevaría a Ciudad de México. Allí comenzaba una peregrinación que resultaría inolvidable.

La ilusión de la mayoría era visitar el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en la Basílica. Pero una vez allá cumplieron este cometido y muchos otros.

La peregrinación liderada por los Padres Darío Miranda, párroco de la Iglesia Santa Rosa de Lima en Maywood, y Nabor Ríos, de Santa Gertrudis en Bell Gardens, se transformó en una intensa jornada espiritual, religiosa, cultural, histórica y de convivencia.

Y tal como reflexionó el Arzobispo de Los Ángeles, José H. Gomez, en una misa que ofreció a estos peregrinos el tercer día de su llegada: “Hacer una peregrinación no es simplemente un viaje de paseo, sino algo mucho más profundo. El propósito es profundizar más en nuestra fe y vida cristiana.

“Al mismo tiempo, una peregrinación es un momento especial para reflexionar sobre nuestra vida personal. En cómo estamos con nuestra relación con Dios, y qué podemos mejorar, y al mismo tiempo ver cómo crecer en nuestra misión apostólica”, agregó.

Fue con ese sentimiento que el grupo de feligreses había alistado su corazón para emprender este viaje.

Primer día de peregrinación

Al llegar a Ciudad de México, el 9 de julio, el grupo visitó Xochimilco -al sureste de la capital – con sus jardines flotantes, canales y “trajineras”, una góndola de colores vibrantes con toldo, mesa y sillas, conducidas por remadores. El grupo se fue acomodando sin saber todavía que en el recorrido de una hora por los canales, una banda de mariachis les acompañaría musicalizando la jornada.

Diez miembros de una misma familia se sentaron juntos, y entre risas y fotografías, David Llamas Barragán y su esposa Rosa Orozco expresaron la satisfacción de acompañarse con sus seres queridos. Dos hermanas de Rosa con sus esposos, y dos hijas y nietas se embarcaron desde Los Ángeles en este viaje especial.

“Venir a ver a la Virgen en una peregrinación, unido a la familia, hace que se refuerce más mi fe y mi relación con Dios”, comentó David a VIDA NUEVA. Y así fue. Cuatro días después, al visitar la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, él confesó haber sentido “un calor dentro suyo” que le hizo llorar de emoción. Su ser rebosaba fe.

Al finalizar ese primer día, los peregrinos asistieron a misa en la Iglesia de San Bernardino de Siena, concelebrada por los dos sacerdotes del grupo. El Padre Darío Miranda dio una afectuosa bienvenida a la peregrinación, manifestando su alegría de compartir con el grupo de fieles.

“Primero que nada, una peregrinación es para acrecentar la fe. Es también una gran oportunidad para rezar especialmente por todas las personas que queremos, y por aquellos que están pasando un tiempo difícil…”, puntualizó. Y precisamente una de las razones que trajo al matrimonio de Marina y José Dávila a este viaje, ha sido rezar por algunos de sus familiares que actualmente padecen de cáncer.

“Se sabe que la Virgen nos escucha donde quiera que estemos, pero traerle esa petición aquí a sus pies es algo muy especial”, dijo José, quien ha sido catequista y ahora es lector en las misas de Santa Rosa de Lima. Este matrimonio de Jalisco, con tres hijas y un nieto, ofrecieron todas las misas de la peregrinación a esos parientes enfermos y a un sobrino hospitalizado.

Por su parte, Marina comentó que “desde niña me emocionaba mucho poder estar aquí. Especialmente ahorita, porque mi salud no ha estado muy bien; vine con esa esperanza de regresar a casa mejor o ya bien. Una peregrinación como ésta nos enseña a evangelizar platicando de lo que hemos visto y vivido. Es una de las experiencias más bonitas que he tenido”.

Además hubo otra motivación. “No habíamos tenido la dicha de conocer la Basílica. Vamos a peregrinar por diferentes templos, uno cada día, y vamos aprendiendo y al mismo tiempo vemos como la Virgen de Guadalupe fue la principal evangelizadora de México. Este peregrinar es como un retiro espiritual”, añadió José.

En su homilía, el Padre Darío aprovechó para mencionar la necesidad de apoyar al inmigrante, sobre todo en estos tiempos.

“El tema de inmigración es un tema cristiano por excelencia. Desde sus orígenes la Iglesia es peregrina”, expresó a VIDA NUEVA el sacerdote que desde hace 8 años sirve en Santa Rosa de Lima. “Bíblicamente, el peregrinar del pueblo de Dios hasta una Tierra prometida, hacia el Reino de Dios, hacia la vida eterna, ha sido fundamental. Somos peregrinos en esta vida. Y la Iglesia nos enseña a vernos como tal.

“Hoy día muchos de nuestros hermanos inmigrantes están temerosos y sufriendo. Entonces participar en una experiencia de peregrinos como ésta, nos une a quienes cruzan fronteras. Nos ayuda a crear conciencia de que todos somos inmigrantes y a conmovernos con los que sufren”, continuó.

Segundo día

El grupo se dirigió a San Miguel de los Milagros, en el pueblo del mismo nombre, a celebrar misa. En el atrio de este santuario se halla un pozo de agua, el cual fue bendito por San Miguel Arcángel. Muchos de los peregrinos se llevaron un poco de esa agua, considerada sanadora de enfermedades.

La homilía estuvo a cargo del Padre Nabor Ríos, quien a pesar de ser originario de Jalisco, era la primera vez que visitaba la Ciudad de México, y confesó que quedó “deslumbrado con este lugar de fe y cultura”.

“Me llena de alegría traer a feligreses que como yo, aunque seamos mexicanos, no habíamos venido a este lugar, y asimismo nos acompañan algunos de otros países. Es una gran bendición poder conocer la belleza de nuestra fe. También es una lección de teología, porque venimos a sitios donde se dieron las Apariciones de nuestra Madre María.

“Si los feligreses tienen la posibilidad y el tiempo de participar en una peregrinación como ésta, háganlo. Es verdaderamente una gracia y un gran regalo”, dijo.

Luego el grupo partió a Puebla, una ciudad con una tradición católica muy profunda, al sureste de la capital mexicana, donde tuvo lugar la Batalla del Cinco de Mayo.

Su arquitectura colonial es tan deslumbrante, que se considera “Patrimonio de la humanidad”. Aquí se levantan 300 Iglesias, y los peregrinos de la Arquidiócesis angelina visitaron la Iglesia de Santo Domingo, con su Capilla del Rosario, la majestuosa Catedral, y la Iglesia de San Francisco de Asís donde yacen los restos incorruptos de San Sebastián de Aparicio. También tuvieron tiempo de saborear la variedad culinaria, con el infaltable mole poblano y sus exquisitos dulces.

Tercer día

Ya era jueves 11 de julio y los peregrinos visitaron la Sagrada Familia y el Museo del Padre Pro, donde el Arzobispo Gomez celebró una misa privada con ellos, asistido por los dos sacerdotes del grupo.

“Aquí con los restos del Padre Pro -que tiene una historia tan bonita de dar su vida por la libertad religiosa- es un momento para que todos renovemos nuestro deseo de realmente dedicarnos a servir a Dios y a los demás”, dijo Monseñor Gomez.

El Padre Miranda reflexionó sobre la homilía del Arzobispo. “Una peregrinación es un camino de fe; suscita la fe de quienes no la tienen, y alimenta la del que la está practicando. Esto nos lo recordó hoy el Arzobispo en su homilía con nosotros.

“También [una peregrinación] nos muestra la universalidad de la Iglesia. Normalmente somos fieles a la parroquia donde participamos, pero esto va más allá de las fronteras de nuestra diócesis. Por eso es importante que participen más parroquias en esta peregrinación, así como lo hicimos nosotros. Ése es el sueño del Arzobispo”, agregó.

Después prosiguieron viaje hacia Tlatelolco y la Plaza de las Tres Culturas- sitio bautismal de San Juan Diego-, para continuar hacia la Plaza de la Constitución -conocida como El Zócalo- y en el Palacio Nacional pudieron apreciar los murales de Diego Rivera, una obra magistral que representa la historia de México. Los peregrinos asimismo visitaron la Catedral Metropolitana en cuyo interior se halla la Capilla de la Milagrosa Cruz de Veneno.

El Zócalo está en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México y es su plaza principal, y la segunda más grande del mundo. Por allí pululan vendedores ambulantes ofreciendo mercadería y comida. Se vende de todo, hasta poemas. “¿Alguien me cambiaría una moneda por este poema?”, leía un cartel al lado de un hombre que en una esquina sostenía su obra con las manos.

Cuarto día

La misa fue en Tulpetlac, sitio de la quinta Aparición y donde se respira paz. “Esta aparición tiene mucha importancia porque la Virgen interviene por primera vez ante su Hijo Jesucristo para realizar en México el primer milagro: sanar a Juan Bernardino, el tío de San Juan Diego”, explicó Javier García, con 43 años de experiencia como guía turístico, y quien acompañó a los peregrinos desde su llegada a México.

Después visitaron las pirámides de Teotihuacán, una obra maestra de la arqueología mexicana. Estuvieron frente a frente con las Pirámides del Sol y la Luna. Varios subieron los 250 escalones de la Pirámide del Sol hacia su cumbre, un esfuerzo de largo aliento, y algunos expresaron sentir que cada peldaño “les adentraba en la vida de los aztecas”.

Quinto día

Todavía resonaban las palabras de Monseñor Gomez, días antes a la esperada visita al Santuario de la Virgen en la Basílica: “Que nuestra Madre Santísima de Guadalupe nos ayude a recomenzar y ver qué cosas podemos mejorar. A hacer buenos propósitos y a tener la certeza de que siempre nos acompaña y nos da la fuerza para ser verdaderos discípulos de nuestro Señor Jesucristo”. Y el momento de visitarla a Su casa había llegado.

La Guadalupana está arraigada a la vida diaria del pueblo mexicano. Su imagen está en todas partes. Pero en la Basílica su presencia es subyugante. Una cinta eléctrica traslada a los visitantes alrededor de Su imagen, estratégicamente iluminada, despertando una emoción indescriptible.

“México tiene una riqueza religiosa enorme. Uno de los lugares con más Iglesias del mundo; sólo la capital cuenta con 600. Pero la Virgen de Guadalupe es el principal ‘imán’ de los grupos religiosos” dijo el guía García.

Con la imagen de la Guadalupana impresa en su vestido, Beatriz Rodríguez, originaria de Jalisco, y trabajadora social, comentó que vino a esta peregrinación especialmente por la Virgen, y también a conocer más de su país.

“Soy mexicana y no conocía Ciudad de México. Saber que nuestra Madre está aquí tan viva, me animó a venir y me emociona mucho verla. Además he aprendido bastante de esta ciudad tan bonita, y de nuestra cultura”, manifestó Beatriz. “Con estas peregrinaciones crecemos espiritualmente. Como explicó el Arzobispo Gomez, en nuestra fe necesitamos venir a estos lugares porque sentimos la santidad. Nos damos cuenta como católicos que tenemos esa gracia de Dios dentro de nosotros, que podemos compartir como hermanos”.

En la Basílica, los peregrinos pudieron apreciar la sagrada Imagen milagrosa de Nuestra Señora de Guadalupe impresa en la tilma original de San Juan Diego. Y subir la colina del Tepeyac, donde podía percibirse la historia de la visita de la Virgen en 1531.

Ese 13 de julio, por tercer año consecutivo, llegaron a la Basílica 140 feligreses de la Arquidiócesis de Los Ángeles, que en esta ocasión se juntaron con los peregrinos de las Parroquias Santa Rosa de Lima y Santa Gertrudis para participar en la misa que celebró el Arzobispo Gomez. Le acompañaron los sacerdotes Miranda y Ríos, la igual que Monseñor Terrance Fleming, director de la Oficina Misionera arquidiocesana.

“Necesitamos esta peregrinación. Ha sido un año de angustias y tristezas para muchos de nuestros hermanos y hermanas. Pero sabemos el gozo que proviene de ser hijos de Dios que nos ama. Entonces, con confianza y como una sola familia presentemos nuestras preocupaciones y esperanzas a la Virgen de Guadalupe. Vamos a buscar su intercesión e inspiración materna mientras seguimos a Jesús y difundimos las buenas nuevas de Su misericordia y amor”, exclamó el Arzobispo, y durante la misa presentó a la Virgencita cientos de peticiones de fieles de todo el Sur de California.

Sexto día

Y llegó la despedida. Ese 14 de julio los peregrinos salieron del hotel rumbo a Coayacán para celebrar la última misa de esa peregrinación en la Iglesia del Carmen. Allí, el Padre Darío pidió a los niños presentes que se sentaran en el altar. Fue un momento de convivencia religiosa de los peregrinos de Los Ángeles con los feligreses locales. También se visitó la Iglesia de San Bautista, construida originalmente como un monasterio dominicano. Y como cierre, antes de partir al aeropuerto para abordar el vuelo de regreso a casa, pudieron recorrer los mercados artesanales o visitar el Museo de Frida Kahlo.

Al atardecer y arrastrando recuerdos en sus maletas y corazones, los peregrinos angelinos fueron esperando turno para subir al avión con un sentimiento en común: haber vivido una profunda transformación personal y religiosa, que va más allá de los muros de sus parroquias. VN

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