OBISPOS VEN URGENCIA EN LA FRONTERA

OBISPOS VEN URGENCIA EN LA FRONTERA

 

(fOTO: BIEN RECIBIDOS- El Cardenal Daniel DiNardo de Houston dando la bienvenida a migrantes que fueron detenidos en el Catholic Charities Respite Center en McAllen, Texas. / PABLO KAY).

Por PABLO KAY

MCALLEN, TEXAS – Dentro del “Catholic Charities Respite Center” en McAllen, Texas, la Hermana Norma Pimentel está dando sus órdenes habituales a voluntarios, entre los cuales se encuentran  obispos.

“Lo estamos poniendo a trabajar, cardenal”, dice la Hermana Norma al Arzobispo de Houston y al Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, Cardenal Daniel DiNardo, frente a docenas de inmigrantes centroamericanos liberados por las autoridades de inmigración de Estados Unidos apenas unas horas antes.

El cardenal sigue a sus compañeros obispos a una habitación en la improvisada casa para servir sopa de pollo y tortillas a los niños que acaban de llegar con sus padres desde un centro de detención local administrado por el Centro de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU.

La escena dentro del estrecho centro dirigido por la Hermana Pimentel es una forma de caos organizado. Algunos niños juegan con autos de juguete mientras una pantalla de televisión pasa un episodio de Curious George. Otros se extienden sobre esteras, todavía agotados por el largo viaje de semanas desde Honduras o El Salvador y sus días en los Centros de detención de ICE. Los hombres adultos intentan dormir acurrucando sus cabezas contra la silla frente a ellos, mientras que las mujeres buscan enchufes para cargar sus monitores de pulsera de tobillo GPS emitidos por ICE.

Cuando se invita a los niños a comer primero en el comedor contiguo, algunos se niegan a dejar los brazos de sus padres, incluso siendo para muchos la primera comida caliente en días o semanas.

Esta es la realidad en el Valle del Río Grande donde una delegación de obispos que viajan desde Long Island y Scranton, Pennsylvania, llegaron para ver por sí mismos la situación de más de 2 mil niños separados por la fuerza de sus padres por órdenes de la Casa Blanca.

La política de “tolerancia cero” de la Administración Trump impulsó a los Obispos estadounidenses a organizar esta visita siguiendo la iniciativa del Cardenal Joseph Tobin de Newark, expuesta en la reunión anual de primavera de la USCCB en Florida.

“El plan del Señor es estar siempre atentos a lo que es justo para Él”, dijo el Cardenal DiNardo durante la homilía bilingüe. “Esa es la manera de Jesús”.

Durante la visita se les ha recordado a los obispos que mientras el escenario político de este lado de la frontera está en constante cambio, no se espera que la realidad que enfrentan los centroamericanos cambie pronto.

Junto con DiNardo, el Obispo Flores, el Obispo Joseph Bambera de Scranton, Pensilvania y el Obispo Auxiliar Robert Brennan del Centro Rockville, Nueva York, pasaron dos horas visitando el local alquilado que está atendido por voluntarios de lugares tan lejanos como Seattle. También los acompaña el Obispo Auxiliar de Brownsville, Mario Avilés, y el Vicepresidente de los Obispos de Estados Unidos y Arzobispo de Los Ángeles, Monseñor José H. Gomez.

Tres hombres de Honduras le explican al Obispo Bambera por qué habían realizado el peligroso viaje de tres semanas con sus hijos.

“Las maras hacen que sea imposible vivir”, dice Pedro Márquez, del departamento de Intibucá, Honduras, haciendo referencia a las pandillas callejeras que, según él, crecen más cada vez que el gobierno intenta tomar medidas enérgicas contra ellas. Sentado entre él y el obispo estaba su hija de 11 años, Yamilet.

“Nos cobran impuestos por vivir en nuestra propia casa, nos cobran impuestos por tener un negocio, y si no pagamos, nos matan”, dijo Márquez, quien iba a tomar un autobús Greyhound para estar con sus familiares en Filadelfia, a solo dos horas de la diócesis del Obispo Bambera.

Los otros dos hondureños, Germán y Hernán, se dirigirán a Chicago y Carolina del Norte, llevando pocas pertenencias pero usando las pulseras de tobillo GPS que les colocaron cuando salieron de un centro de detención ICE. Los dispositivos son una forma de rastrear a los migrantes para garantizar que se presenten en fecha al Tribunal de inmigración más cercano a su destino en EE. UU.

Sus preocupaciones se olvidan por un instante cuando traen un pastel de cumpleaños para celebrar el cumpleaños de la Hermana Pimentel. Al final, no queda nada ni a ella ni al Obispo Flores, quienes sirven rebanadas y pastelitos a los niños.

“Los obispos están visitando aquí para poder observar, hablar con la gente y comprender el sufrimiento de muchos que están entre nosotros”, dice Flores. “Es parte del propósito de la vida cristiana, hablar con las personas y escuchar su sufrimiento”.

Los obispos tienen previsto visitar el Centro “U.S. Custom and Border Protection’s Ursula Processing” en McAllen, así como el infame Centro de detención Southwest Key Casa Padre en Brownsville.

La visita, según Flores, es parte del deseo de los obispos de comprender mejor el lado humano de lo que está sucediendo cerca del cruce fronterizo más activo de Texas.

“Para hablar, para ver, porque eso es lo que el Señor nos muestra”, dice el Obispo Flores. “Y entonces responder”. VN

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