EL MIEDO FRENA EL FLUJO DE INDOCUMENTADOS EN LA FRONTERA

Estados Unidos envió este año a su frontera con México miles de soldados pero no los suficientes como para contener el flujo de indocumentados, y aprobó la construcción de un muro pero no los fondos adecuados para construirlo.

“Ha habido una disminución del número de inmigrantes que cruzan la frontera, según la Patrulla de Fronteras”, dijo Elías Bermúdez, director del grupo Inmigrantes sin Fronteras en Phoenix (Arizona).

“Pero eso es en parte por el miedo que causaron las noticias sobre la Guardia Nacional y el muro”, añadió. “En realidad lo que pasa es que ha aumentado el precio que se ha ido a la estratósfera: ahora no se consigue que un ‘coyote’ le ayude a cruzar por menos de 2.500 dólares”.

En este año tampoco hubo una reforma de la ley de inmigración, ni ocurrieron los enfrentamientos entre soldados, inmigrantes indocumentados, traficantes de drogas y contrabandistas que temían algunos grupos de derechos humanos.

El grupo Minuteman y otros vigilantes armados no se mantuvieron en gran número en las áreas donde cruzan muchos inmigrantes, pero su deserción tampoco resultó en el avance de las multitudes de extranjeros que temen algunos sectores conservadores.

En resumen, para la frontera de Estados Unidos y México, 2006 termina como un año con mucho ruido, atención esporádica del Gobierno federal y los grandes medios de prensa, y pocos cambios notables.

Las elecciones de noviembre, en las que el Partido Republicano se jugó -y finalmente perdió- la mayoría que mantuvo en ambas cámaras de manera casi ininterrumpida desde 1994, convirtieron a la inmigración en uno de los asuntos claves para todos los sectores.

Los más conservadores clamaron contra las hordas de extranjeros, en su mayoría latinoamericanos, y más específicamente mexicanos, que supuestamente cruzan la frontera y van apoderándose gradualmente de EEUU, deteriorando su economía y degradando su sociedad.

Los demócratas, o algunos de ellos al menos y dependiendo de la conveniencia para ganar votos, exigieron una reforma global de las leyes de inmigración, pero nunca dijeron exactamente qué harían con más de 14 millones de inmigrantes indocumentados que ya están en el país, o los que siguen entrando.

En el comienzo de la primavera alcanzaron mayor publicidad grupos como Minutemen, ciudadanos privados que, armados y con espíritu de campamento, se apostaron en diferentes áreas de la frontera para notificar a las autoridades cuando detectaran el cruce de indocumentados.

En mayo el presidente George W. Bush percibió la necesidad de algún gesto que fortaleciera a su Partido Republicano ante los votantes, y anunció que enviaría hasta 6.000 soldados de Guardia Nacional, de diferentes estados, en tareas de apoyo a la Patrulla de Fronteras.

Numerosos grupos que ayudan a los inmigrantes, abogados de los hispanos, clérigos y defensores de los derechos humanos levantaron sus voces advirtiendo que la “militarización” de la frontera traería tragedias para los inmigrantes y mayor fricción en la relación con México.

El emplazamiento de los 6.000 soldados de Guardia Nacional se completó en agosto, y se hizo con gran cautela de manera que los soldados -en el curso de sus turnos de dos semanas anuales de servicio- procedentes de diferentes Estados se ocuparon de la construcción de caminos y el cuidado de instalaciones.

Entre las advertencias más serias se incluyó que el bloqueo de las áreas por donde cruzan los inmigrantes obligará a los futuros incursores a lanzarse en travesías por regiones más peligrosas y desérticas.

El jefe de la Oficina de Guardia Nacional, teniente general H. Steven Blum, dijo que gracias a la presencia de los soldados “la infraestructura se está exteniendo, hay cercas, vallas, caminos, hay columnas de iluminación, y los temores han disminuido”.

Por su parte el jefe de Patrulla de Frontera en el Sector de El Paso, Robert Giblert, sostuvo que “el profesionalismo, la dedicación y la instrucción que la Guardia Nacional ha traído a nuestra misión y nuestro esfuerzo es más que lo esperado por nosotros”.

Tal como lo indicó desde el principio la Oficina de la Guardia Nacional, los soldados no han realizado tareas de policía ni han estado a cargo de la detención o custodia de los inmigrantes.

Por su parte, en Washington, el Congreso debatió con el mismo resultado negativo que lo ha hecho durante una década una reforma global de las leyes de inmigración, y la propuesta más reciente para la construcción de un muro, o vallas de diferentes tipos a lo largo de una frontera de 3.200 kilómetros.

El Congreso aprobó la construcción de un muro a lo largo de 1.226 kilómetros de frontera que prevé una doble valla de barreras con alambradas de púa, una ancha vía entre ambas vallas para la circulación de vehículos, y abundantes faros, cámaras de televisión y rayos infrarrojos.

Para un proyecto de tal magnitud el Congreso aprobó 1.200 millones de dólares, pero una lectura cuidadosa de la asignación muestra que buena parte de los fondos va para cámaras, vehículos, sensores.

“Han estado construyendo pedazos simbólicamente”, comentó Bermúdez. “El Congreso no tuvo inteligencia ni el valor cívico para otorgar fondos”. VN

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