UN NUEVO AÑO DE FE

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ, Arzobispo de Los Ángeles

UN NUEVO AÑO DE FE

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ
Arzobispo de Los Ángeles

Espero que hayan tenido una Navidad alegre y llena de bendiciones. Muchas gracias a todos por las oraciones y buenos deseos que me enviaron durante esta temporada hermosa y sagrada.

Tenemos que comenzar este nuevo año con la confianza de la Navidad. Nuestro Dios está cerca. Él ha venido a compartir nuestra vida. Él nunca nos abandona y se hace todavía más cercano en nuestros momentos de dolor y sufrimiento.

Tenemos que caminar con la confianza y la libertad de ser hijos de Dios. Nuestro Padre escucha nuestras oraciones. Él no siempre nos da lo que pedimos; pero con Dios, nada es imposible. Y en todo, Él trabaja conforme a su propósito para el bien de los que le aman.

Así que al comenzar este 2013, en el Año de la Fe, declarado por nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI, necesitamos renovar nuestro compromiso de crecer en la fe como hijos de Dios.

Los Apóstoles pidieron a Jesús: “¡Aumenta nuestra Fe!”. Esa debería ser nuestra oración cada día de este nuevo año y por el resto de nuestras vidas.

Tenemos que nutrir nuestra fe a través de la oración diaria, de la lectura de los Evangelios y de la participación en los sacramentos.

La Eucaristía es clave. La Eucaristía es el don que Dios nos da de su mismo ser, para ser el alimento que nos fortalece en el camino, para ser el fuego de su amor que nos purifica y nos santifica.

Una manera de vivir este momento tan especial en nuestras parroquias es tratar de poner en práctica nuestras cinco prioridades pastorales con nuevas iniciativas y nuevo entusiasmo. Así que, ¡trabajemos en ellas! En la educación en la fe; en la promoción de vocaciones religiosas y sacerdotales; en la promoción de nuestra identidad “católica” como familia de Dios; en la proclamación del Evangelio de la vida, y en el fortalecimiento del matrimonio y la familia.

Todas estas prioridades están relacionadas a la Nueva Evangelización.

Tenemos que recordar que muchos de nuestros familiares y conocidos están en la búsqueda de Jesús. Ellos tienen curiosidad sobre Él; muchos sólo tienen ideas externas y superficiales sobre Él. Necesitan que nosotros se lo “presentemos”. Necesitan que los invitemos a “venir y ver” a Jesús.

En este Año de la Fe, necesitamos convertirnos en almas alegres; en hombres y mujeres que siembran la alegría del amor por Jesucristo entre los demás.

Tenemos que irradiar una actitud positiva que viene del saber que Dios está vivo y a cargo, en el mundo y en nuestras vidas.

Tenemos que tratar de romper el hábito de quejarnos y librarnos de todos los pequeños resentimientos y amarguras en nuestras conversaciones y patrones de pensamiento. Esto no es fácil. Pero el Sacramento de la Penitencia ayuda.

La Penitencia es el sacramento del conocimiento personal. Cuanto más nos examinamos a la luz de las enseñanzas de Dios y del ejemplo de Cristo, más crecemos en la comprensión de nuestras debilidades y dones.

En los días previos a la Navidad, nuestro Santo Padre escribió un artículo muy interesante en el periódico secular británico Financial Times. Sus reflexiones nos pueden ayudar a hacer buenas resoluciones para vivir este Año de la Fe.

El Papa nos urgió a “aprender a leer el Evangelio para llegar a conocer a Jesús”. Y nos llamó a participar de manera realmente activa en los asuntos de nuestra nación y nuestras comunidades, inspirados no por políticas o ideologías, sino por las enseñanzas del Evangelio.

A mí me conmovió la hermosa visión del Santo Padre de la enseñanza social de la Iglesia: “Los cristianos combaten la pobreza porque reconocen la dignidad suprema de cada ser humano, creado a imagen de Dios y destinado a la vida eterna. Los cristianos obran por una participación equitativa de los recursos de la Tierra porque están convencidos de que, como administradores de la creación de Dios, tenemos el deber de atender a los más débiles y vulnerables, ahora y en el futuro. Los cristianos se oponen a la avidez y a la explotación con el convencimiento de que la generosidad y un amor desprendido de sí, enseñados y vividos por Jesús de Nazaret, son el camino que conduce a la plenitud de la vida. La fe cristiana en el destino trascendente de cada ser humano implica la urgencia de la tarea de promover la paz y la justicia para todos.”

Tomemos la decisión de realmente vivir según el Evangelio y de hacer de él la inspiración para todo lo que hagamos, en casa, en el trabajo y en nuestra sociedad. Y oremos los unos por los otros, para que este Año de la Fe realmente marque la diferencia en nuestras vidas y en la Iglesia.

Que Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de esta gran Arquidiócesis, nos ayude a incrementar nuestra fe en este nuevo año, mientras nos esforzamos por caminar más cerca de su Hijo, en compañía de nuestros hermanos y hermanas en su familia, que es la Iglesia Católica. VN

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