
SEMANA SANTA Y EL TRIBUNAL SUPREMO
(Monseñor José Gomez durante la celebración del Sábado Santo del año pasado, en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. Fotografía de víctor alemán / vida-nueva.com).
Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ
Arzobispo de Los Ángeles
18 de marzo de 2016
Nos estamos preparando para entrar en los días más sagrados del calendario de la Iglesia: la Semana Santa, la semana de nuestra salvación.
Este es un momento que nos permite reflexionar a fondo sobre el misterio de nuestra redención, sobre el misterio del amor de Dios por nosotros. Jesús llevó su cruz por nosotros y murió por nosotros para darnos la libertad de vivir una nueva vida; la libertad de vivir para Dios y de amar a nuestros vecinos y a nuestras familias.
Es interesante que el miércoles de la Semana Santa, el 23 de marzo, el Tribunal Supremo de Estados Unidos escuchará los argumentos orales en un caso crítico con respecto a la libertad religiosa.
En cierto modo, esto es algo apropiado, ya que el caso “Zubik vs. Burwell”, trata enteramente acerca de la manera en que vivimos nuestra fe en Jesucristo. Unas tres docenas de instituciones religiosas están desafiando la orden del gobierno, que las obliga a proporcionar cobertura de atención médica en anticoncepción y esterilización, abarcando inclusive formas de control de la natalidad que actúan como abortivos.
El grupo más notorio dentro de este caso es el de las Hermanitas de los Pobres, una orden religiosa de Colorado que ofrece atención y consuelo a los enfermos y moribundos. Pero el Thomas Aquinas College, una universidad católica de aquí, de la Arquidiócesis de Los Ángeles, es también un demandante en el caso.
Este caso ocurre en un momento crucial de la historia de nuestro país.
Estados Unidos fue una de las primeras naciones en garantizar la libertad religiosa y libertad de conciencia dentro de los documentos de su fundación. Como resultado, la religión ha florecido ampliamente dentro de nuestra sociedad, y durante la mayor parte de nuestra historia ha habido una buena cooperación entre el gobierno y las instituciones religiosas.
Pero algo ha cambiado en los últimos años.
A medida que los líderes de nuestra sociedad se han ido volviendo más secularizados, también se han vuelto menos tolerantes con respecto a los creyentes y a las creencias religiosas, y más hostiles hacia las instituciones religiosas.
A mí me parece -y también a otros- que en los últimos años el gobierno ha cruzado un límite. Lo que está sucediendo ahora no puede ser atribuido a simples malentendidos o a intolerancia.
Parece que hay un profundo desprecio por ciertas creencias cristianas tocantes al aborto, control de la natalidad y matrimonio. Esta hostilidad parece estar impulsando cada vez más al gobierno a tratar de “castigar” a los que continúan manteniendo estas creencias y obligarlos a cambiar.
En el caso actual, el gobierno está exigiendo que las instituciones católicas hagan una elección difícil. O bien que participen en prácticas que ellos creen que son moralmente incorrectas -pagando por el control natal y las sustancias abortivas- o bien que paguen cuantiosas multas y sanciones que ocasionarían que estas instituciones desaparecieran.
El Thomas Aquinas College estima que el pago de las multas con las cuales los amenaza el gobierno costaría 3 millones de dólares cada año. La cantidad estimada en multas para las Hermanitas sería aún mayor que eso.
Lo que es más preocupante es que nadie puede afirmar que haya una “escasez” de control de la natalidad asequible dentro de nuestra sociedad. Incluso si existiera un “problema”, el gobierno podría encontrar fácilmente otras maneras de proporcionar control de la natalidad gratuito para las mujeres.
Entonces, nos preguntamos, ¿a qué se debe esta lucha? ¿Por qué el gobierno es tan extremista en sus demandas que están amenazando a las religiosas y a otros grupos religiosos que tratan de servir a la sociedad? ¿Por qué el gobierno los ha forzado a pasar los últimos cuatro años en costosos litigios, sólo para defender su derecho a realizar obras de misericordia y a vivir su fe con la conciencia tranquila?
Los sindicatos, los miembros del Congreso y su personal, así como también muchos otros grupos y organizaciones han obtenido “dispensas” y “exenciones” con respecto a los mandatos de la ley de salud del gobierno. ¿Por qué no se puede ofrecer una exención semejante a las instituciones religiosas?
Es difícil evitar la conclusión de que el gobierno está tratando de darle un escarmiento a estas instituciones religiosas.
Por eso es tan importante este caso del Tribunal Supremo.
La libertad religiosa en Estados Unidos siempre ha significado algo más que el derecho a reunirse para el culto o a orar en privado. Siempre ha significado que nosotros, como creyentes tenemos plena libertad para vivir nuestra fe en público, para expresar nuestros puntos de vista morales, para trabajar y manejar nuestras empresas e instituciones de una manera que refleje nuestras convicciones morales.
Todo eso está en juego en este caso que se va a presentar ante el Tribunal Supremo. Al buscar el control total que permita determinar lo que las instituciones religiosas pueden o no pueden hacer en la sociedad, el gobierno está amenazando la base misma de nuestras libertades.
De manera que al entrar en la Semana Santa, ayunemos y oremos por nuestro país y por nuestros líderes, y pidamos un nuevo espíritu de libertad religiosa para nuestro tiempo.
Les deseo a todos ustedes y a sus familias una Semana Santa llena de bendiciones y una gozosa Pascua.
Que nuestra Santa Madre María, que estuvo junto a su Hijo al pie de la cruz, nos ayude a llevar nuestras propias cruces y a “morir” a nosotros mismos, para así poder vivir para los demás; para poder vivir para el amor. VN
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El nuevo libro del Arzobispo José H. Gomez, ‘Inmigración y el futuro de Estados Unidos de América’, está disponible en la tienda de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. (www.olacathedralgifts.com).
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