
SAN ÓSCAR ROMERO: EJEMPLO Y ESTÍMULO PARA TODOS
No basta con celebrar la santificación del mártir salvadoreño; lo más importante es comprometerse a seguir su modelo de conversión y predilección por los pobres. También es un estímulo para testimoniar el amor de Cristo a nuestro prójimo, dice el Papa Francisco
Por SILVIA GALDÁMEZ
Fotografía de VICTOR ALEMÁN
“El mensaje de San Óscar Romero va dirigido a todos sin excepción, grandes y chicos, para todos”, afirmó el Papa Francisco a las más de cinco mil personas que acudieron a su audiencia especial en el Aula Pablo VI, un día después de la canonización de los siete santos.
El Sumo Pontífice explicó que San Romero es: “Ejemplo de predilección por los más necesitados de la misericordia de Dios” y “Estímulo para testimoniar el amor de Cristo” en las familias, comunidades y ministerios eclesiales.
Muy carismático y sonriente, el Papa Francisco le recordó a la audiencia lo que San Romero pensaba acerca de la misión de los fieles de la Iglesia: “Cada católico ha de ser un mártir, porque mártir quiere decir testigo, es decir, testigo del mensaje de Dios a los hombres… Dios quiere hacerse presente en nuestras vidas, y nos llama a anunciar su mensaje de libertad a toda la humanidad”.
El Papa Francisco también le habló directo a los clérigos: “San Óscar Romero supo encarnar con perfección la imagen del buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Por ello, y ahora mucho más desde su canonización, pueden encontrar en él un ‘ejemplo y un estímulo’ en el ministerio que les ha sido confiado”.
Además, les dijo: “A los sacerdotes, a los obispos les pido ‘cuiden al Santo Pueblo fiel de Dios, no lo escandalicen, cuídenlo’”.
La Misa con final feliz
La frase profética de Monseñor Romero: “Resucitaré en mi pueblo” se sentía y se leía en las camisetas de miles de asistentes de la Plaza de San Pedro.
Para los fieles devotos de Monseñor Romero esta Misa de santificación es el final feliz de un camino de sacrificio y entrega por su pueblo y la culminación de las dos liturgias que no se concluyeron en el pasado, la del día en que lo asesinaron y la de su Misa fúnebre.
Para ellos, la Misa de santificación de Monseñor Romero fue el culmen de las celebraciones litúrgicas inconclusas en San Salvador; y no pudo ser mejor, ya que la mayoría de los salvadoreños asistentes fueron feligreses de las pequeñas comunidades y de los grupos ministeriales que se han dejado modelar por las enseñanzas de Monseñor Romero y que han estado trabajando activamente por el bien común.
Dicha culminación llegó cuando el Papa Francisco comenzó la Misa, leyó los siete nombres de las personas elevadas al altar de los santos y pronunció las siguientes palabras: “En honor de la Santísima Trinidad, para el crecimiento de la vida cristiana…los inscribimos en el catálogo de los santos y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos”.
El Santo Padre también dijo que los nuevos santos fueron personas que escucharon la llamada de Dios y aceptaron la invitación radical de Jesús de emprender un nuevo camino. En el caso de Monseñor Romero, él se apartó de la seguridad del mundo e incluso puso en riesgo su salud para vivir su vida de acuerdo al Evangelio, muy cercano a los pobres y a su gente.
La celebración eucarística continuó, pero la canonización de los beatos Pablo VI, Oscar Arnulfo Romero Galdámez, Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kasper, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y Nunzio Sulprizio había concluido en medio de extensos aplausos y vítores.
Un compromiso para todos
El Cardenal retirado Rogelio Mahony, de la Arquidiócesis de Los Ángeles, y el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar de San Salvador, también hablaron de compromiso y de imitar a San Romero.
Los cardenales coincidieron en contenido en los mensajes de sus respectivas homilías: está muy bien celebrar la canonización de Monseñor Romero, pero lo más importante es que cada uno lo imite en el servicio al prójimo y en la promoción de la justicia y la paz.
El Arzobispo de Los Ángeles, José H. Gomez, y el Cardenal Mahony celebraron la eucaristía junto a los peregrinos de Los Ángeles que fueron a Roma a participar en la Misa de las canonizaciones. La celebración tuvo lugar en la Iglesia titular del Cardenal Mahony en Roma, la “Basílica Santi Quattro Coronati”, el sábado 13 de octubre.
En esa Misa, el Cardenal Mahony explicó que las canonizaciones de Monseñor Romero y de Pablo VI nos deben recordar nuestros compromisos de servir a los pobres y de tratar a los demás con compasión, para proclamar la vigencia del Reino de Dios en la Tierra.
Por su parte, el cardenal salvadoreño afirmó que así como San Romero fue la voz que clama en el desierto, nosotros -inspirados por él- debemos comprometernos a ser signo de una explosión de vida, justicia y paz en nuestras comunidades. Él presidió la Misa de Acción de Gracias en el Aula Pablo VI, el lunes 15 de octubre, lugar donde dos horas más tarde llegaría el Papa Francisco para saludar a los peregrinos. VN
Siete santos y una mañana blanquiazul
El domingo 14 de octubre pasado, el Vicario de Cristo presidió la Misa de Canonización de siete beatos, entre ellos el Papa Pablo VI, Monseñor Romero, dos sacerdotes, dos monjas y un joven laico. La Plaza de San Pedro pareció vestirse mayoritariamente de blanco y azul.
Esta vez no hubo ninguna señal visible en el cielo, sino en la tierra. La mayoría de las más de 70 mil personas que participaron en la Canonización de los siete beatos, fueron en peregrinación a Roma movidos por el espíritu del Beato salvadoreño Óscar Romero. Y en honor a los colores de la bandera del país que vio nacer a este santo, los asistentes se vistieron mayoritariamente de azul y blanco o portaron banderas, gorras o pancartas alusivas a San Romero.
La “vox populi” dice que cuando asesinaron a Monseñor Romero, hubo un temblor y la tierra se oscureció por un rato. Luego, cuando lo beatificaron, el 23 de mayo de 2015, apareció un aura de color dorado en el cielo de San Salvador. Por lo que muchos esperaban presenciar otra señal sobrenatural durante la canonización, pero esta vez fue diferente. La señal fue la multitudinaria presencia del pueblo de Dios en la Casa del sucesor de San Pedro para testimoniar el “sentir con la Iglesia” que tanto proclamó en vida el ahora San Óscar Romero.
Fue una mañana blanquiazul desde el amanecer del domingo 14 de octubre en la Plaza de San Pedro y sus alrededores. Una vez pasada la media noche, cientos de personas se agregaban a la algarabía de la canonización del único obispo y mártir de Latinoamérica: San Óscar Arnulfo Romero.
Las nueve diócesis de la Conferencia Episcopal de El Salvador estaban presentes. Una de ellas, que incluía la participación de muchas monjas, era la de Zacatecoluca, comandada por Monseñor Elías Samuel Bolaños, quien también se hizo acompañar de sus feligreses y de la mayoría de los sacerdotes de su diócesis.
Otro grupo grande que estuvo muy bien representado fue la Arquidiócesis de Los Ángeles. En este grupo destacó la presencia de la Parroquia San Patricio, de North Hollywood, cuyo líder, el sacerdote Nicolás Sánchez, acompañó en todo momento a sus 50 participantes.
Otros representantes de Los Ángeles fueron Roxana Pérez, sus padres y su tía. Roxana es una joven de 31 años, nacida en Los Ángeles de padres salvadoreños. Ella está muy orgullosa de la devoción que su familia le ha enseñado hacia Monseñor Romero.
“Mi mamá me cuenta que ella escuchaba las homilías de Monseñor Romero por la radio y que él siempre defendía a los pobres”, dice Roxana, quien pertenece a la parroquia de Santa María de la Asunción en Whittier. VN
Peticiones para el Papa Francisco
Al inicio de la audiencia que el Papa Francisco concedió a los peregrinos que acudieron un día antes a las canonizaciones, Monseñor José Luis Escobar, Arzobispo de San Salvador, le hizo tres peticiones al Sumo Pontífice.
Le pidió que apruebe el debido proceso para declarar como doctor de la Iglesia a San Romero.
También le extendió la invitación para que visite El Salvador en 2019 y que, de hacerlo, se encargue de beatificar al Padre Rutilio Grande, asesinado el 12 de marzo de 1977 en Aguilares, Municipio de San Salvador.
Lectura de canonización de los nuevos santos
Tras el canto de las letanías, el Santo Padre leyó la siguiente fórmula de canonización:
Por el honor de la Santísima Trinidad, para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos apóstoles Pedro y Pablo, y nuestra, después de haber largamente reflexionado, invocado muchas veces la ayuda divina, y escuchado el parecer de muchos de nuestros hermanos del episcopado, declaramos y definimos Santos y Bienaventurados a: Pablo VI Oscar Arnulfo Romero y Galdámez Francesco Spinelli Vincenzo Romano María Caterina Kasper Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús March Mesa y Nunzio Sulprizio y los inscribimos en el Libro de los Santos, estableciendo que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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