REFLEXIONES DE ADVIENTO (Noviembre 2011)

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ Arzobispo de Los Ángeles

Queridos hermanos y hermanas,

La venida de Jesucristo cambia todo.

Los primeros cristianos hablaban de su venida con gran alegría, como una nueva creación, como una brillante estrella matutina elevándose en sus corazones. “Mirad” dice Jesús, “¡Yo hago todas las cosas nuevas!”

¡Dios no se ha ido lejos de nuestras vidas o de nuestro mundo! Esta es la buena nueva del Evangelio. Él está cerca de cada uno de nosotros en su misericordia y en su amor. No importa dónde vayamos, estamos siempre en su amorosa presencia. Sólo necesitamos ojos para ver, y luz para dispersar algo de la oscuridad. Necesitamos despertar nuestros corazones dormidos.

Uno de los primeros himnos cristianos se encuentra en la Carta a los Efesios:

¡Despiértate, tú que duermes,
levántate de entre los muertos,
y Cristo te iluminará!

De esto se trata la alegría del Adviento.

El Adviento es un tiempo de alegría y esperanza porque el Dios de toda la creación viene a compartir su vida divina con nosotros. Jesucristo viene a iluminar nuestros corazones y a despertarnos a la hermosa presencia de Dios en nuestras vidas.

Cada Adviento es una nueva invitación a caminar en la luz de la fe que Jesús nos trae. Cada Adviento debe ser para nosotros un tiempo de nuevas posibilidades y nuevos comienzos.

Este año, en este tiempo de gracia, tratemos de realmente despertar nuestros corazones a las muchas maneras en que Dios está con nosotros. Tratemos de crecer de verdad en gratitud por todos los dones de su gracia en nuestra vida.

La venida de Jesucristo realmente cambia todo.

Por su venida, la realidad de todos los días está llena de significado divino. Podemos vivir ahora en la presencia de nuestro Padre como hijos e hijas amados, como hijos de Dios. Podemos encontrar a Jesús en las personas que conocemos y en los eventos de nuestra vida diaria. Por su venida, el amor que mostramos a los demás se convierte en el amor que le mostramos a Él. Podemos hacer todo por el amor de Dios y por el servicio a nuestros hermanos y hermanas.

En esta tierra, nunca podemos estar más cerca de Jesucristo que en la Eucaristía, donde Él viene a nosotros en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

Entonces, al comenzar a usar la nueva traducción al inglés de las oraciones para la Santa Misa durante este Adviento, pidamos la gracia de crecer en amor por este gran don de su presencia entre nosotros en el sacramento de su Cuerpo y su Sangre.

Con las nuevas oraciones para la Misa, pidamos también la gracia de ser más sensibles a la presencia de Cristo en los demás, especialmente en los más pobres y vulnerables de nuestros hermanos. Durante este Adviento, comprometámonos de una manera directa a servir a los que tienen hambre y sed; a los enfermos y desamparados; a los inmigrantes y prisioneros. Al servirlos a ellos, servimos a Jesús.

Siempre tenemos que recordar: Dios nos ha llamado a cada uno por nuestro nombre. Cada uno de nosotros es un hijo de su amor, creado por una razón, llamado a tomar parte en la misión de su Iglesia Católica y en la historia de la salvación. Entonces, el Adviento es un tiempo especial para tratar de hacernos aún más dignos de servir su plan de amor, su misión de la nueva evangelización.

Con esto en mente, cada uno de nosotros debe tratar de hacer un buen examen de conciencia y confesión de nuestros pecados durante el Adviento. En el sacramento de la Penitencia y Reconciliación tenemos un encuentro íntimo con la presencia misericordiosa de Dios y su promesa de perdón y gracia.

El Adviento es también un tiempo de acción. Es una excelente oportunidad para comenzar buenos hábitos y asegurar que tenemos nuestras prioridades en orden. Es un tiempo en el que podemos pasar más tiempo en oración y poner más atención a nuestras relaciones, especialmente en nuestras familias. Quizá en este Adviento podríamos concentrarnos de manera particular en estar más atentos a las necesidades de los demás, a tenerles más paciencia y compasión. Tratemos de ser siempre personas que vivan el perdón, que promovamos la reconciliación y la paz en nuestros hogares y en nuestra sociedad.

¡Hermanas y hermanos, oremos los unos por los otros en este Adviento! ¡Para que vivamos con toda la alegría de este tiempo santo y que usemos nuestro tiempo para crecer en nuestra vida cristiana!

Y pidamos a la Santísima Virgen María que hagamos de este Adviento un verdadero tiempo de renovación, en el cual caminemos en la luz de Cristo y despertemos a la presencia de Dios en nuestras vidas. VN

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