RECONOCIDO ACADÉMICO HISPANO DESAFIÓ SU DESTINO GRACIAS AL ESTUDIO

Michael Montoya, doctor por la Universidad de Stanford y prestigioso investigador de UC Irvine, nació en un barrio pobre de Portland (Oregón), donde nadie esperaba que fuese diferente a sus padres y vecinos obreros.

“Cualquier persona, si quiere algo y lo sigue con mente clara, puede lograrlo”, dijo Montoya en una entrevista con Efe en la que afirmó que “los latinos no somos diferentes; podemos triunfar a cualquier nivel”.

Durante su juventud vivió algunas experiencias que lo llevaron a pensar diferente y a convertirse en el primero de su familia en ir a la universidad.

“La primera fue cuando hacía segundo año de preparatoria (secundaria)”, relató. En ese entonces se presentó una oportunidad de viajar a un país suramericano, para un intercambio de un año a través del Club Rotario.

“Yo no tenía mayores expectativas en mi vida, y tampoco era uno de los mejores estudiantes. Era más bien del montón”, comentó.

Pidió permiso a su mamá, -sus padres se habían separado cuando él tenía 7 años- y ella no puso objeción. “Y me inscribí, ¡y me escogieron! Yo fui el primer sorprendido”.

Viajó a Bogotá (Colombia) a estudiar en una de las mejores escuelas privadas de la ciudad.

“Yo no sabía que era inteligente, que podía estudiar y obtener buenas calificaciones”, relató.

Allí, rodeado de personas que pensaban ir a la universidad y eran buenos estudiantes, comenzó a sacar buenas calificaciones y a darse cuenta que podía aspirar a diferentes cosas de las que hasta el momento había visto en su vida.

Sin embargo, al regresar, el ambiente lo absorbió de nuevo y tuvo una época de problemas. “Llegué incluso a estar en drogas”, aseguró.

Pero otra experiencia le volvería a sacar de esa situación. A los 19 años “y sin tener muy claro que hacer con mi vida, me enrolé en un grupo de acción social llamado ‘Viva la Gente’ que recorría el mundo, haciendo obras por la comunidad y llevando un mensaje de paz”.

El grupo estaba conformado por 120 miembros de todo el mundo, la mayoría universitarios que habían hecho un alto en sus estudios, para continuar luego, al terminar su período dentro del grupo.

“Ellos no me miraron como latino o como obrero, me miraron como otro miembro del grupo, y lo más interesante, especialmente los europeos, continuamente me hablaban sobre la universidad. Cuando regresé del viaje, ya pensaba, debo ir a la universidad”, dijo.

Al terminar su “gira” por el mundo se inscribió en un colegio privado, obtuvo dos becas y comenzó sus estudios de sociología y antropología.

“Lo más sorprendente era que hablaban un inglés que yo no entendía. Eran palabras que yo no usaba. Me tocó ‘aprender inglés’ de nuevo”, recordó.

Allí, entendió que así como cada persona tiene un trabajo, “mi trabajo era estudiar, y eso hice. Estudié, que era trabajar con mi mente”.

Al obtener su título en Artes, comenzó a trabajar en entidades de ayuda a la comunidad.

“Trabajé durante seis años pero no estaba satisfecho. Había mucha necesidad y aunque tratábamos de ayudar, las necesidades seguían allí o aparecían de nuevo”, señaló.

Fue cuando decidió estudiar su doctorado para dedicarse a la investigación y poder encontrar las verdaderas causas de los problemas.

Como su esposa también trabajaba, y él cuidaba del bebé, preparó las aplicaciones para la universidad cuando el niño dormía.

“Apliqué la primera vez y no me aceptaron. Ese es otro punto interesante, hay que insistir” explicó. “Si te rechazan una vez, vuelve a tratar, varias veces si hace falta”.

Después de aplicar de nuevo fue aceptado en varias universidades y escogió Stanford.

“No digamos que fue fácil. Era difícil. Yo tenía becas, y además necesité un préstamo, pues estaba casado”, indicó. “Pero, el dinero existe. Anualmente en el país se dejan de utilizar millones de dólares en becas”.

Terminó su doctorado y luego escogió trabajar en Irvine, porque “está donde están los latinos y yo quiero investigar problemas que nos afecten, quiero ayudar a cambiar sus vidas como a mí me ayudaron a cambiar la mía”, agregó.

Su campo de investigación actual son los nexos entre las ciencias biomédica y social para tratar de buscar una solución a los problemas de salud de las comunidades chicana y latina.

“Valió la pena, definitivamente. Me pagan -bien- por estudiar, leer, investigar y enseñar sobre lo que más me gusta”, finalize. VN

Share