‘QUE LA MANO SANADORA DE NUESTRO SEÑOR NOS TOQUE’   Por Monseñor MARC TRUDEAU

‘QUE LA MANO SANADORA DE NUESTRO SEÑOR NOS TOQUE’ Por Monseñor MARC TRUDEAU

‘QUE LA MANO SANADORA DE NUESTRO SEÑOR NOS TOQUE Y DESPIERTE EN NOSOTROS LA ESPERANZA QUE DOMINA TODO EL MIEDO Y LA DESESPERACIÓN’

(fOTO: Monseñor Marc Trudeau en el día de su ordenación como obispo en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles. / Victor alemán).

Por Monseñor MARC TRUDEAU

Obispo Auxiliar de la Región de San Pedro

Como muchos otros, he aprovechado parte de este aislamiento forzado debido a la crisis del virus corona para limpiar gabinetes y archivos. Algunas de las cosas que he guardado a lo largo de los años son sorprendentes, algunas son desconcertantes y otras, bastante conmovedoras.

Un artículo que encontré en el cajón de mi escritorio que se encontraría dentro de esa última categoría es un calendario antiguo. No guardo ya copias impresas de los calendarios desde que comencé a usar Microsoft Office, así que es inusual que éste esté en su propio archivo. Al verlo, uno no reconocería lo que es. Ni siquiera es un calendario que abarque un año completo; es una impresión de los meses de julio a diciembre de 2008. Pero este calendario tiene un significado especial para mí. Cada día tiene una “X”, hecha con un marcador naranja. Con intervalos de dos semanas aparecen en rojo y encerradas en un círculo, las palabras “Quimio 1”, “Quimio 2”, hasta llegar a “Quimio 6”, hasta el final de noviembre, cuando comienza una cuenta regresiva de “Radiación 1-25”. Distribuidas a través de las páginas hay varias notas que dicen “Pet Scan” (tomografía por emisión de positrones) y citas de “Rituxan”, pero son las X en naranja las que son más significativas.

En 2008, recibí tratamiento para un linfoma difuso de células B grandes en etapa III. Recibí tratamiento en el transcurso de tres años, pero esos seis meses desde julio a diciembre de 2008 fueron los más difíciles. Las X no son realmente X en lo absoluto. Son franjas de servicio, que marcan el tiempo. La primera franja significa que logré superar la mañana; la que viene después, que pasé la tarde. Era como cuando un prisionero marca los días de su encierro en la pared de su celda. Fue un acto de desafío. Un día, hubo dos franjas. El cáncer había perdido. Yo lo había logrado. Por un día más.

Pero la verdad es que realmente yo no había hecho nada.

Siempre digo que incluso con el mejor apoyo médico y personal y con el tipo correcto de medicamentos, cada cura es un milagro. Durante mi enfermedad, no fue el hecho de marcar un calendario sino la gracia de Dios y las oraciones de tantos de mis amigos lo que me sacó adelante. Esas marcas son un testimonio de lo que otros hicieron por mí. Yo no hice nada.

Ahora es mi turno. Creo que la razón por la cual guardé este calendario fue para recordarme a mí mismo que en este momento de aislamiento, miedo y enfermedad, los demás dependen más que nunca de mi oración y de mi ánimo.

Durante este período de aislamiento, ustedes pueden considerar marcar sus propios calendarios; pueden poner una marca cada día por cada llamada telefónica a un amigo necesitado; otra marca por un rosario, ofrecido para la curación de los enfermos; una marca por asistir a una misa transmitida en vivo por la intención del fin de la pandemia. La Iglesia no es un lugar al que vamos, sino una realidad en la que nos convertimos, especialmente conforme vamos haciéndonos conscientes de que somos una comunidad en tiempos de prueba.

He puesto una vela (electrónica) en mi ventana como una expresión de esperanza, ya que todos estamos llamados a ser luz en la oscuridad.

Que la mano sanadora de nuestro Señor, que hizo oír a los sordos, y ver a los ciegos, que limpió a los leprosos y resucitó a los muertos, nos toque a todos y despierte en nosotros la esperanza que domina todo el miedo y la desesperación y que podamos convertirnos en faros de esperanza y de sanación para todos. VN

 

 

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