¿QUÉ ESTÁ EN JUEGO EN EL DEBATE DEL MANDATO?

Por Monseñor JOSÉ H. GOMEZ Arzobispo de Los Ángeles

El nuevo mandato del gobierno federal –requiriendo que caridades católicas, escuelas, universidades y hospitales proporcionen a sus empleados seguros de salud que cubre control natal, esterilización y drogas para inducir el aborto- quizá se ha convertido en el problema más controversial de nuestros días.

Yo me siento inspirado por la reacción unificada de nuestra comunidad católica. Los obispos de casi cada diócesis en el país han hablado.
También lo han hecho nuestras más grandes instituciones. Muchos individuos católicos –de las diferentes opiniones políticas- se han unido en oposición.

Otros grupos religiosos y muchos otros norteamericanos también se han unido a la protesta, porque este nuevo mandato, por supuesto, afecta a cada empleador en Norteamérica.

Mientras este debate continúa, es importante recordar que la Iglesia Católica no eligió este conflicto.

La Iglesia quiere estar asociada con nuestros vecinos y nuestro gobierno en la construcción de una sociedad más justa y pacífica, una sociedad más consciente de la dignidad de la persona humana que es imagen de Dios. La misión de la Iglesia en nuestra sociedad es enseñar, sanar y cuidar de otros; orar y llevar nuestros prójimos a Dios.

Nuestra libertad para llevar adelante nuestra misión está totalmente amenazada por este nuevo mandato. Pero nosotros no solamente estamos protegiendo nuestros propios intereses parroquiales. Como he dicho, los asuntos que están en juego van mucho más allá de la moralidad de la anticoncepción. Este mandato del gobierno amenaza el carácter básico de nuestra sociedad y pone la libertad de cada norteamericano en riesgo.

Norteamérica fue fundada para ser una sociedad diversa con muchos niveles de instituciones y afiliaciones.

Los fundadores de Norteamérica entendieron que la vida humana es más que política o economía. Ellos crearon estructuras de gobierno y un sistema económico que pretendía promover la libertad individual. Ellos también crearon un espacio de libertad en el cual una rica “sociedad civil” podía crecer: toda clase de iglesias independientes y religiones, grupos de vecinos, club, organizaciones voluntarias, uniones comerciales, ligas, caridades, fundaciones y más

En la visión de los fundadores de la sociedad civil, iglesias y agencias religiosas mantenían un lugar especial. Ellos creían que la religión era esencial para que la democracia floreciera porque la religión infunde los valores y las virtudes que le gente necesita para autogobernarse.

Por eso es que la Primera Enmienda protege iglesias e individuos de la intromisión del gobierno en lo que ellos creen o en cómo ellos expresan y viven esas creencias. Por eso es que el gobierno siempre se ha sentido cómodo financiando caridades de la Iglesia y ministerios que sirven al bien común de todos los norteamericanos.

Lo que ha estado sucediendo en las décadas recientes es que el gobierno, a todos los niveles, ha estado ejerciendo mayor influencia en casi cada área de la vida norteamericana.

En el proceso, instituciones no gubernamentales se están llenando de nuestra vida pública. La sociedad civil se está encogiendo y la influencia de las asociaciones cívicas en nuestra vida se está debilitando. Los derechos y libertades de las iglesias están siendo restringidos de manera creciente por órdenes de la corte y políticas del gobierno. La libertad religiosa ahora se reduce a la libertad para orar e ir a la iglesia.

Y más y más, agencias de la Iglesia ahora son tratadas como si fueran armas del gobierno. De manera creciente, se espera que esas agencias sirvan y se sometan a las agendas y prioridades del gobierno.

Nada de esto es bueno para nuestra democracia ni para nuestras libertades individuales.

Los fundadores de Norteamérica saben que una fuerte sociedad civil y comunidades de fe florecientes son nuestra última y mejor protección contra la tiranía, contra el gobierno que se vuelve demasiado grande y todopoderoso y controlador de todo en nuestras vidas.

Por esto yo pienso que este nuevo mandato ha golpeado tal nervio, no solamente con los católicos y otros creyentes, sino también con millones de nuestros compañeros ciudadanos.

La gente se está dando cuenta de que si el gobierno niega nuestra libertad fundamental para sostener creencias religiosas y para ordenar nuestras vidas conforme a esas creencias, entonces no hay verdadera libertad para nadie.

Este nuevo mandato nos pone más cerca de lo que el Papa Benedicto XVI previno en contra en su primera encíclica Dios es Amor: “El estado que debería proporcionar todo, absorbiendo todo en sí mismo… un estado que regula y controla todo.”

Cuando yo escribí sobre este nuevo mandato hace dos semanas, dije que este es un tiempo para acción católica y voces católicas. Este es todavía el tiempo.

Necesitamos defender nuestros derechos como católicos. No solamente para orar y dar culto, sino también para poder expresar nuestra fe a través de nuestras instituciones católicas y para hacer nuestra propia contribución a las decisiones que afectan el bien común y el futuro de nuestra sociedad.

Nosotros también necesitamos ayudar a nuestros líderes políticos a entender lo que está en juego en este debate. Mis hermanos obispos y yo en la Conferencia Católica de Obispos, estamos apoyando legislación que revocaría esta política injusta. Para más información y para tomar acción, visite el sitio de Internet de los obispos de EE.UU:

Htpp://www.usccb.org/issues-and-action/religious-liberty/conscience-protection/index.cfm

Oremos unos por otros esta semana. Y pidamos a María Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos, que ore por nuestro país.

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