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PROCESIÓN GUADALUPANA ARQUIDIOCESANA

Un llamado de los Obispos de California a una pronta acción para una reforma migratoria

Miles de angelinos acudieron a la Procesión Guadalupana Arquidiocesana, que este año llevó el lema “Madre sin Fronteras: Tumbando Muros de Injusticia”, en solidaridad con los inmigrantes de esta nación.

En el evento, organizado por el Comité Guadalupano Arquidiocesano 2007 y el Comité de Guadalupanos Unidos de Los Ángeles, se instó a los creyentes a elevar sus súplicas a la Madre de Dios para que se dé una reforma migratoria justa para todos los inmigrantes.

Más quince mil personas honraron a la Virgen de Guadalupe en la Procesión Arquidiocesana que se realiza anualmente en Los Ángeles.

El evento, efectuado el domingo pasado, 2 de diciembre, tuvo nuevamente como escenario el estadio del Colegio del Este de Los Ángeles.

Como ya es tradición, desde horas tempranas de la mañana, los peregrinos que provenían de las diversas parroquias de la Arquidiócesis de Los Ángeles, se congregaron en la esquina de las calles Ford y César Chávez, para ser protagonistas de la 76 procesión guadalupana, que desde 1931 se realiza en esta ciudad sin interrupción.

Entre los peregrinos se encontraban 10 miembros de la familia de Juan Valencia, un parroquiano de la Iglesia de Santa María. Todos lucían una camiseta con la imagen de su patrona. Así se lo habían prometido a la Virgen Morena cuando a comienzos de este año se hincaron ante Ella para pedirle por la salud de su cuñado Rigoberto López, quien fue tuvo una operación de emergencia en su cabeza por un aneurisma que por poco le cobra la vida.

“Pero, por suerte todo salió bien y aquí viene él (Rigoberto), caminando, vivito y coleando, con nosotros. Tal como se lo prometió mi esposa a la Virgen. Así que venimos a darle las gracias y a dejarle en sus manos la vida de mi padre, quien tiene 90 años y le diagnosticaron cáncer y no se encuentra muy bien”, dijo Juan, con voz quebrantada y sus ojos llorosos.

Allí también estaba María Acela Díaz con su esposo. Según contó, por más de 30 años viene participando en la procesión, considerada como la procesión más antigua y concurrida que se efectúa en Estados Unidos en nombre de la Guadalupana.

“Vengo (a la procesión) porque me gusta seguir mis tradiciones de honrar a la Virgen como se hace en México”, contó la madre de cinco hijos y originaria de Jalisco, México. “A Ella yo le debo mucho. Una de esas deudas es haber salvado a una de mis hijas gemelas que una vez se me iba ahogando”.

Además de sus razones personales, estos dos peregrinos iban al encuentro con su Virgen para unir sus plegarias con el clero y los creyentes de Los Ángeles, que estuvieron presentes en el evento para pedirle a la Guadalupana que derrumbe los muros de injusticia que en estos momentos se están levantando contra los inmigrantes indocumentados que contribuyen con la economía de este país.

A esa voz de súplica, también se unió el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, quien antes de que comenzara la misa se dirigió a la muchedumbre con estas palabras: “Los inmigrantes vienen aquí para trabajar, para darle un mejor futuro a sus familias y hoy le pediremos a la Virgen por ellos, para que se haga justicia y se dé una reforma migratoria”.

Minutos después de la intervención de Villarraigosa, el Obispo Auxiliar Gabino Zavala, quien lidera la región arquidiocesana de San Gabriel, invitó a los peregrinos a ser practicantes permanentes del mensaje guadalupano: “María tenía el deseo de que Juan Diego la conociera como su madre y la Madre de Dios, el Dios que da vida y cuida de la creación. Nosotros también, como Nuestra Señora, debemos ser personas que tienen un amor por Dios y el pueblo de Dios y su creación sin fronteras, sin condiciones y sin fin… La persona que sinceramente invoca a Nuestra Señora de Guadalupe conocerá el Corazón de su Madre, su cuidado, compasión, su consuelo. Eso quiere decir que primero tenemos que identificar los muros que nos separan y superando esas barreras que nos impiden conocernos como hijos e hijas del único Dios verdadero”.

En su Homilía, el Obispo Zavala también dijo: “Una de las barreras más grandes con que nos enfrentamos como individuos y que se manifiesta en temor, una arrogancia manifestada en un espíritu de maldad, una autosuficiencia manifestada en el rechazo de la contribución de los recién llegados a nuestro país y avaricia manifestada bajo el disfraz de la protección de los derechos de esta nación. Estas fronteras se tienen que superar… La reforma de las leyes migratorias es la espada de hoy que se tiene que convertir en un arado, la lanza que se tiene que convertir en el instrumento de podar todo lo injusto y sirve para cultivar relaciones rectas entre las naciones y entre el pueblo.

“Como obispos católicos de California, de los Estados Unidos, y México, hacemos el llamado otra vez por una reforma justa y humana de las leyes de inmigración. Como aquéllos que tienen fe en nuestra Señora de Guadalupe, les exhortamos que se unan con nosotros hoy reclamando una legislación de inmigración que nos permite cruzar las fronteras y tumbar los muros de injusticia. Aquellas injusticias que:

• Ven a seres humanos como ilegales.

• Juzga a inmigrantes indocumentados como criminales, subyugándoles a encarcelamiento y deportación, dejándoles sin alguna posibilidad de ser ciudadanos de este país.

• Juzga como criminal a cualquier persona que provee asistencia al inmigrante indocumentado como sacerdotes, religiosas, doctores, trabajadores sociales, y hasta miembros de sus familias.

• Autoriza que la policía local haga cumplir las leyes federales de inmigración, una acción que tendría el resultado de sembrar miedo y falta de confianza en nuestras comunidades.

• Requiere una base de datos de verificación de empleados, que sabemos ha producido muchos errores y provocado discriminación afectando a ciudadanos estadounidenses y trabajadores legalmente autorizados.

“Les exhortamos que nos unamos en promover la misión que la Morenita le dio a Juan Diego de construir una Iglesia, una comunidad, y un Pueblo de Dios exigiendo una reforma legislativa de inmigración que resulte en:

• Visas temporales fácilmente disponibles para los que quieren trabajar;

• Mejorar la seguridad de la frontera y una capacitación superior para los guardias fronterizos;

• Normas justas y equitativas y plazos de tiempo razonables para procesar las solicitudes de los que buscan convertirse en residentes permanentes legales;

• Normas compasivas y plazos de tiempo razonables para la reunificación de las familias para los extranjeros que sean residentes legales y los ciudadanos naturalizados;

• Requisitos razonables para que los residentes legales se convierten en ciudadanos;

• Que se reconozca el impacto de la globalización y del libre comercio en las pautas migratorias.

“Les exhortamos a que trabajen para tumbar los muros de imperios para ser un pueblo sin fronteras, para ser aquéllos que, como María, se entregaron para construir el Reino de Dios. Esto pide que examinemos nuestras propias fronteras, que tengamos la voluntad de vencerlas para poder subir el monte del Señor, el cerro del Tepeyac…”.

Animada la multitud con estas palabras, concluyó la misa, que estuvo oficiada por el Cardenal Rogelio Mahony, sus hermanos obispos y decenas de sacerdotes de las parroquias que sirven mayormente a la comunidad latina de Los Ángeles.

La misa multilingüe de este año estuvo amenizada por un grupo de niños mariachis.

El ministerio el Sembrador colaboró con su equipo de ujieres y ministros de la eucaristía.

Este año a la Virgen del Tepeyac le sobraron rosas en su evento. Truc Truong, una inmigrante vietnamita, donó más de 10 mil rosas con la que se creó una alfombra de tono salmón y rojo ante la milagrosa imagen de la Guadalupana y la de San Juan Diego. VN

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