<!--:es-->NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE Y LA EVANGELIZACIÓN<!--:-->

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE Y LA EVANGELIZACIÓN

La comunidad hispana de Estados Unidos y de modo especial la Iglesia de Los Ángeles han encontrado un punto de comunión en la celebración de la fiesta de la Virgen de Guadalupe. Los hispanos somos muy diversos. Cada nación, cada grupo, cada etnia que conforma el mosaico hispano trae algo propio y original y mutuamente reconocemos esa diversidad. Sin embargo hemos encontrado en la devoción guadalupana un lenguaje común que nos permite sentirnos más unidos, más hermanados.

Además, el pueblo hispano ha acrecentado su esperanza en Dios, su amor a la Iglesia y su fe en Jesucristo con el testimonio de vida del Papa Francisco, el primer pontífice hispano. Creo que estas dos bendiciones: la devoción guadalupana y el pontificado del Papa Francisco han dado un enorme impulso a la tarea de le evangelización de nuestra comunidad. Quisiera en este espacio ofrecer algunas ideas tomadas de la espiritualidad guadalupana y de las iniciativas evangelizadoras del Papa para que veamos la enorme similitud que hay entre estas dos experiencias evangelizadoras y para que al conocerlas las pongamos en acción.

LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO

El título de la exhortación apostólica del Papa ya nos señala cuál es el núcleo central de la evangelización, llevar alegría, llevar felicidad. El mensaje del cristianismo es un mensaje optimista, porque está asentado en la fe en quien todo lo puede, en quien nos ama con amor infinito y que está pendiente de cada uno de nosotros y de toda la familia humana. En la primera parte de la exhortación, el Papa explica las razones de nuestra alegría y va reseñando textos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento en donde se expresa con claridad esta alegría. Cita a Sofonías cuando el profeta dice, “Tú Dios está en medio de ti, poderoso salvador. El exulta de gozo por ti, te renueva con su amor y baila por ti con gritos de júbilo”. O el otro pasaje en el que el Papa nos recuerda que Dios nos quiere descansados y felices “En la medida de tus posibilidades trátate bien…No te prives de pasar un buen día” Siracide 14:11. Pero si en el A.T. encontramos invitaciones a la alegría con más razón las vamos a encontrar en el Nuevo Testamento: “Estaréis tristes pero su tristeza se transformará en alegría” Juan 16:20. O “Volveré a ustedes y se alegrará su corazón y nadie les podrá quitar su alegría” Juan 16:22.

El Papa nos descubre que no hay alegría más grande que descubrir a Dios en nuestra vida porque su presencia le da sentido a lo que hacemos, a nuestras luchas cotidianas. La alegría brota de experimentar el apoyo incondicional que Dios nos ofrece, elevando la calidad de nuestra vida, porque la fe purifica y transforma nuestras aspiraciones y anhelos. Todo adquiere una nueva razón de ser. El deseo de ser felices está presente en toda nuestra vida especialmente en los momentos más difíciles. Por eso debemos evitar que la sociedad nos quite o nos opaque esta aspiración.

Pero la alegría más intensa brota de hacer la voluntad de Dios porque no lo hacemos por obligación o por miedo a un castigo, sino en respuesta al amor con que Él se nos ha manifestado. El Papa nos advierte que la sociedad nos presenta múltiples ofertas de placer, sin embargo ninguna de ellas nos lleva a la felicidad.

Paradójicamente la narración de las apariciones de la Virgen de Guadalupe apunta en la misma dirección. Juan Diego no encuentra más alegría que en hacer lo que Dios le pide por boca de María: “Señora mía, reina, Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu rostro, tu corazón; con todo gusto iré a poder por obra tu aliento, tu palabra, de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por molesto el camino” (Nican Mopohua). Vemos en la narración que la tarea de evangelizar no es fácil, incluso quienes deberían preocuparse por hacerla son los que la obstaculizan. Sin embargo, esto no puede detener la obra, porque no se trata de la voluntad de un hombre sino de la voluntad de Dios. Es muy simpático como se nos narra que los burócratas del obispo estorban a la misión de Juan Diego, “Le fueron a contar al obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le dijeron cómo nomás le contaba mentiras, que nada más inventaba lo que venía a decirle” (N.M.). La Virgen María sabiendo las penas que tiene que pasar Juan Diego precisamente por hacer la obra de Dios lo alienta y le dice “Yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has emprendido” (N.M.). La narración y los testimonios de sus contemporáneos nos dicen que el premio de Juan Diego en esta vida consistió en hacer la voluntad de Dios. Esa fue su mayor fuente de felicidad.

Muchos pasajes del Nican Mopohua reseñan esta felicidad profunda, pero incluso el cuadro de la Virgen de Guadalupe nos lo expresa gráficamente. El rostro de María refleja serenidad, paz, consuelo, no es un rostro dolorido como de otras imágenes marianas, Guadalupe comunica alegría y paz. Y sus rodillas parecen como en movimiento, como si danzara. Las culturas nativas de América siempre han expresado su alegría con la danza, porque danzando se comunican, se dan mutuamente la bienvenida, se alegran por la comida, por la vida. La danza es un lenguaje, es una manera de decir estamos juntos en la misma tarea.

LA ALEGRÍA DE EVANGELIZAR

El Papa Francisco utiliza imágenes muy elocuentes tomadas de nuestra tradición cristiana para hablarnos del contenido de la evangelización. Especialmente habla de novedad y profundidad. El Evangelio es siempre nuevo y renovador. Citando a Isaías dice, aunque sean ancianos “Les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse” (Isaías 40:31). Pero además es profundo, y entonces hace referencia a las palabras de San Juan de la Cruz: “Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque el alma sepa de ella, siempre puede entrar más adentro” (E.G. 11).

La novedad radica en que el Evangelio tiene algo que decirle a esta generación, y a todos los que la formamos. Es un mensaje proclamado por Jesús hace veinte siglos, pero vivo y transformador para quien esté dispuesto a aceptarlo, puede ser un jovencito de 15 años, una madre de familia o el más alto ejecutivo de una transnacional tecnológica. La novedad radica en que ese jovencito lo mismo que el ejecutivo y la madre están llamados a vivir una vida plena y feliz haciendo la voluntad de Dios y buscando y descubriendo esa voluntad de Dios en las circunstancias concretas de su vida.

Es sumamente importante ofrecer al mundo esta buena noticia porque crea unas condiciones de vida más justas para todos, porque aprendemos a descubrirnos como hermanos, hijos del mismo Padre. Este es el principio ético transformador de la sociedad que necesitamos recordarle al mundo. Esta es la misión de la Iglesia, que nadie puede hacer por ella, porque al final de cuentas es la obra de Dios que se realiza a través de la Iglesia. “Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo” (EG 12)

La seguridad en Dios que nos empuja a la misión la encontramos también en la narración guadalupana. Juan Diego tiene que cumplir una misión en circunstancias muy difíciles, era casi imposible hablar con el obispo, pero además, para su desgracia, su familiar más querido, su tío está gravemente enfermo. En el ambiente náhuatl el tío era una figura muy importante en la vida de un joven. El padre frecuentemente estaba ausente por la guerra o por el trabajo y eran la madre y los tíos (usualmente los tíos ancianos) los que realmente se hacían cargo de sacar adelante a la familia, por eso el tío es casi el papá. Pues el tío de Juan Diego está en agonía. Tampoco está por demás señalar que la población indígena se diezmó por las enfermedades que traían los españoles, para las cuales los indígenas no tenían una medicina. La viruela o gripa mataron a miles de indígenas simplemente porque ellos no tenían los anticuerpos para estas nuevas enfermedades. El riesgo de muerte era constante entre la población en ese tiempo. La narración acentúa el drama que vive Juan Diego, no para apuntar que es más importante la Iglesia que la familia sino para enseñarnos que es justamente en medio de los dramas y de las circunstancias más adversas donde podemos descubrir que Dios está allí para acompañarnos, para ofrecer su ayuda y consuelo. La Virgen como mensajera de Dios, como portadora del Evangelio, lo expresa de una manera extraordinariamente bella:

“Escucha, ponlo en tu corazón hijo mío, el más pequeño, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió, que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe, que no te apriete con pena la enfermedad de tu tío, porque de ella no morirá por ahora. Ten por cierto que ya está bueno”.

Juan Diego entiende que la misión no está peleada con sus responsabilidades familiares, todo lo contrario, familia, realización personal, felicidad, construcción de una nueva sociedad, evangelización van de la mano, no son antagónicas, porque al final de cuentas, la obra es de Dios. Lo cual -dice el Papa- nos da un gran reposo espiritual, un motivo más de alegría.

UNA IGLESIA EN SALIDA

La esencia de la Iglesia es la misión, que el mensaje de Jesús llegue hasta los confines de la tierra. Primeramente quisiéramos que toque los confines de nuestros hogares, barrios y ciudades. Esta es la vocación de todo cristiano desde su bautismo. ¿Por qué este llamado del Papa Francisco hoy, si es la vocación de todos y lo ha sido desde siempre? Quizás porque vivimos un cierto conformismo, manteniendo las estructuras y a los católicos de siempre pero sin la creatividad ni el entusiasmo para salir del templo. El Papa nos dice que la misión implica conversión, reconciliación, cercanía, servicio, relaciones humanas sanas, en pocas palabras amor en acción que convenza. Y para que esto se logre, la evangelización debe ser testimonial, que se entienda, que se adapte a las necesidades de hoy, incluso que se trasmita en los nuevos foros de comunicación como son las redes sociales de la Internet.

Este punto conecta de lleno con el acontecimiento guadalupano. Lo que mejor describe la aparición de la Virgen en América es justamente la transformación religiosa que provocó. Los pueblos del valle de México jamás se hubieran convertido con la sola labor evangelizadora de los misioneros. No sólo porque el número de misioneros era muy reducido y el número de evangelizados incontable, sino porque estos misioneros no tenían ninguna credibilidad, no porque ellos mismo nos fueran excelentes personas y santos religiosos sino porque las circunstancias no favorecían que fueran aceptados. No hablaban la lengua, no conocían las costumbres, pero sobretodo no podían convencer si se les identificaba como aliados de la espada que los oprimía.

La aparición guadalupana cambia totalmente esa perspectiva, María de Guadalupe es misionera y presenta el mensaje del Evangelio en el lenguaje de los nativos, un lenguaje eminentemente simbólico, con los gestos, las palabras y los signos que el pueblo entiende, porque surgen de su propia cultura. Al ver la imagen de la Virgen, los indígenas la sintieron como suya, como su propia madre que las trae al “Quinto Sol”, pero sus palabras, son palabras que sólo alguien que entiende su cultura puede hablar: “Yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, y tengo el privilegio de ser Madre del verdaderísimo Dios, de Ipalnemohuani, (Aquel por quien se vive), de Teyocoyani (del Creador de las personas), de Tloque Nahuaque (del Dueño del estar junto a todo y del abarcarlo todo), de Ilhuicahua Tlaltipaque (del Señor del Cielo y de la Tierra)” (N.M).

Sin perder de vista que ella es la Madre de Dios, tal como lo confiesa la fe católica, ella identifica las cualidades positivas que los nativos reconocen en el Dios verdadero: que es el creador de las personas, que es el dueño y Señor de la creación. Hay un anuncio nuevo pero en el lenguaje, la mentalidad y la cultura de la comunidad a la que se están evangelizando. Qué maravilloso sería que hoy pudiéramos ser tan creativos como para rescatar los valores positivos de nuestra sociedad, de la cultura de los jóvenes y a través de ellos encarnar el mensaje siempre nuevo del Evangelio.

Lo más sorprendente es que el mensaje dirigido a los indígenas también es dirigido a los conquistadores. Ellos también son evangelizados por Guadalupe, a ellos también se les invita a la conversión, porque muchos de ellos no conocen al Dios verdadero. Tienen religión pero no conocen a Dios. Por eso podemos decir con propiedad que la Virgen de Guadalupe es el primer ejemplo en América del mestizaje cultural y religioso que hoy es parte de la identidad de los hispanos en Estados Unidos.

No hay duda que si siguiéramos el ejemplo de la evangelización guadalupana podríamos lograr la integración respetuosa que nuestras parroquias diversas y multiculturales están esperando.

UNA MADRE DE CORAZÓN ABIERTO

Quiero concluir este artículo invitándolos a reflexionar en otra semejanza de la Exhortación del Papa Francisco con la devoción guadalupana. El Papa Francisco define a la Iglesia evangelizadora como una “madre de corazón abierto” y describe las acciones que pueden expresar hoy la maternidad de la Iglesia, como son: tener las puertas de la Iglesia abiertas siempre, acoger a todos con amor, servir no sólo insistir en las normas que se deben cumplir, vivir en plenitud el sentido de la Eucaristía, para que todos la entiendan y la disfruten, pero sobretodo formar una Iglesia y unos cristianos que saben mostrar ternura, que son compasivos, que muestran misericordia ante las debilidades humanas, que no se cansan de acompañar a los más débiles, sean enfermos de enfermedades físicas o enfermedades del alma, que saben dar un abrazo en el momento oportuno y tienen gestos de acogida hacia todos sin importar estado civil o condición social.

Esta Iglesia que es Madre tiene en María de Guadalupe un modelo y un ejemplo. Ella quiere quedarse en medio de su pueblo “Porque en verdad yo me honro en ser madre compasiva de todos ustedes, tuya y de todas las gentes que están aquí en esta tierra, y de los demás variados linajes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen, los que me busquen, los que me honren confiando en mi intercesión. Porque allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores” (N.M.).

CONCLUSIÓN

En este mes de diciembre acerquémonos a María de Guadalupe no sólo como una devoción sino como un modelo de evangelización. Recordemos que evangelizar es nuestra responsabilidad y ella nos está ayudando con su ejemplo para que nosotros hagamos bien nuestra tarea. Gracias María de Guadalupe, gracias por mostrarnos y entregarnos a Jesús. VN

Share