LAS FAMILIAS SON NUESTRA PRIORIDAD

Trabajar por ellas es mejorar la vida de los que amamos, y es trabajar por la sociedad e Iglesia

El matrimonio y la familia son instituciones que han sido sacudidas por los cambios culturales y sociales de la sociedad contemporánea. Algunos cambios son muy positivos, pero otros las han debilitado de tal manera que niños y jóvenes están sufriendo en su vida los desajustes del fracaso de los matrimonios.

Podemos mencionar algunos cambios culturales positivos:

– La superación del machismo, o al menos somos más conscientes de que esa manera de ver la vida sólo desde la óptica del “macho” que pone a la mujer como esclava del hombre, siempre en segundo lugar y quizás bajo la amenaza de algunas forma de violencia, es una desgracia que no queremos que se manifieste en nuestras familias. No hemos resuelto el problema pero hay más conciencia de que eso no debe ser tolerado.

– La integración de la mujer en la vida laboral y en el desarrollo de prácticamente todas las profesiones. Esto es un gran avance aunque podemos señalar algunos desajustes en la educación de los niños para los cuales aún no tenemos una respuesta.

– La valoración positiva de la sexualidad y sobretodo la posibilidad de verla como un componente de comunicación emocional, física y espiritual. Hoy podemos ver la vida sexual de la pareja casada como una bendición, un regalo de Dios y no una tentación o una actividad pecaminosa.

Y sin embargo hay muchos aspectos negativos que preocupan:

– Sólo 23 de cada 100 familias están formadas por parejas con un compromiso estable como es el matrimonio por la Iglesia.

– Esto está unido a un altísimo porcentaje de divorcios, especialmente en los primeros años de matrimonio.

– La proliferación de imágenes degradantes de la sexualidad humana que manipulan el componente erótico de la condición humana con fines comerciales. ¿Se necesitará una chica sin ropa para anunciar una hamburguesa?

– La continua justificación en los medios que defienden que el matrimonio entre personas del mismo sexo es equivalente a un matrimonio compuesto por un hombre y una mujer.

Estos datos nos deben cuestionar a los miembros de la Iglesia acerca de lo que hacemos para defender y promover el matrimonio y la familia en nuestro tiempo. Hay muchas razones por lo que debemos hacerlo. He aquí algunas:

– El matrimonio es una forma de defender a los niños de todos los riesgos para su desarrollo. El abuso infantil en el hogar es más frecuente cuando el niño no vive con su padre y madre consanguínea.

– La Carta de los Derechos de los Niños de la ONU defiende que los niños tienen derecho de vivir con su padre y madre. Es un derecho fundamental.

– Los porcentajes de criminalidad disminuyen en jóvenes que han vivido la infancia con su padre.

– Los índices de pobreza son mucho más altos en hogares monoparentales, porque los gastos del cuidado de los hijos y el mantenimiento de la casa recaen en sólo uno de los dos, incluso en los casos en que alguno pague “child support”.

– La estabilidad emocional en niños y niñas y padre y madre se garantiza en familias completas con compromiso estable.

– La perseverancia en la escuela tiene más probabilidades de éxito en familias en las que el padre y la madre influyen en la educación, en la atención constante, en el tiempo efectivo al lado de los hijos. Desgraciadamente, una de las consecuencias de la actual crisis del matrimonio ha provocado que sólo seis por ciento de los jóvenes hispanos terminen estudios universitarios. El fracaso escolar en nuestra comunidad es altísimo y la causa más evidente (junto a otras) es la ausencia de los padres en el tiempo de estudio de los hijos.

– Las familias rotas generan dolor, angustia, insatisfacción en todos sus miembros. Nadie gana en un divorcio, todos sufren, incluso si hay un culpable directo de esa ruptura, él/ella paga su precio de dolor en estos procesos de separación.

Necesitamos recuperar el respeto al matrimonio y a la familia pues sin ellos ponemos en riesgo las otras instituciones que sostienen nuestra sociedad, como son la escuela, la vida política, la sana convivencia en los barrios y por supuesto la Iglesia. Nuestros Obispos consideran esta tarea muy importante y han escrito el documento “El Amor y la Vida en el plan Divino”, que orienta a todos los católicos sobre los temas del matrimonio y la familia. Es muy importante que todos conozcamos este documento y lo leamos para formar nuestra conciencia y tomar decisiones informadas en aquellos aspectos en que la moral y la enseñanza de la Iglesia orientan nuestras decisiones. Especialmente cuando estas decisiones van a afectar a las personas que más amamos. Es terrible pero es cierto, nadie te puede hacer más feliz que tu familia, nadie puede hacerte más infeliz que tu familia, cuidemos nuestra familia para que sea lugar de paz y amor.

Los fundamentos de la vida familiar los encontramos en la Sagrada Escritura, en primer lugar en la revelación del misterio de Dios como amor. Dios es familia por lo que la experiencia trinitaria debe ser el modelo de nuestras familias. Dios es Padre es Hijo y es Espíritu Santo. Tres personas un solo Dios verdadero. La unidad es el amor por lo que en las acciones del Padre está presente el Hijo y el Espíritu Santo y lo mismo en las acciones del Hijo y en las acciones del Espíritu Santo. No hay competencia hay amor y ese amor se comunica. Dios sale al encuentro de sus criaturas porque nos ama. Todo lo que viene de Dios es amor, ayuda, perdón, y todo es gratuito, porque las gracias divinas son la manera mediante la que Dios nos ayuda a realizar nuestro propio proyecto como personas. Y este modelo divino lo tenemos que repetir en la familia.

Y este Dios de amor crea al hombre y a la mujer en la complementariedad; Dios nos deja su imagen en la diferencia que se complementa: “Hombre y mujer los creo, a imagen de Dios los creo”. Por eso el hombre y la mujer están llamados a realizar este proyecto común de ser imagen de Dios. Es voluntad de Dios que veamos el matrimonio como una institución formada por un hombre y una mujer. No es ningún capricho de la Iglesia. El punto clave está en que el matrimonio debe caminar hacia el ideal marcado por Dios mismo al revelarnos quién es Él y en que consiste su plan de salvación en Jesucristo.

El segundo principio teológico que debe acompañar nuestra reflexión sobre el matrimonio y la familia lo encontramos en el Nuevo Testamento. Cristo no quería el modelo de familia machista y autoritaria de la sociedad judía. El matrimonio y la familia son para Jesús una expresión del amor de Dios a la humanidad, por eso deben ser un lugar de felicidad. Veamos unos pocos textos que nos ayuden a entenderlo:

– Jesús realiza su primer milagro en las Bodas de Cana y de esta manera, con este gesto, Él comparte la felicidad y la celebración de una pareja que se une con amor y por amor.

– Jesús educa a los judíos respecto al matrimonio cuando les explica que Dios, en el principio, los creo varón y mujer para que se complementen y se amen para siempre. La carta de repudio que un judío varón podía escribir a su mujer para abandonarla según la ley mosaica, no venía de Dios sino de la dureza de su corazón.

– San Pablo propone una serie de virtudes familiares para consolidar a las familias como por ejemplo aquel pasaje en el que invita a los hijos a obedecer a sus padres (Efesios 6:1-4). Pablo entiende que tienen que desarrollarse una serie de virtudes de la casa para llevar a la familia a la verdadera felicidad.

No puedo ser muy exhaustivo con los textos bíblicos, por el espacio, pero si puedo señalar que la Palabra de Dios ilumina la vida familiar y matrimonial con principios que debemos seguir para cumplir la voluntad de Dios.

¿QUÉ PODEMOS HACER HOY?

Tenemos que pensar que los cambios importantes no se logran de la noche a la mañana, son producto de un proceso, por eso, construir familias felices implica trabajar para el futuro. Sin embargo podemos dar pasos muy importantes ahora mismo. Pensemos en cosas que podemos hacer de manera inmediata y que de alguna manera contribuyen a un mejor futuro.

1. Todos sabemos que la madurez humana del esposo y esposa es el principal requisito para parejas estables y familias felices. Podemos empezar por identificar aquellos aspectos de nuestra vida personal que reflejan inmadurez, por ejemplo, culpar a otros de mis errores, no saber tener relaciones sanas con las personas del sexo opuesto, soñar con cosas que quiero conseguir pero no poner los medios y la disciplina para lograrlo, usar palabras agresivas y/o ejercer violencia física o psicológica, etc. Crezcamos en nuestra madurez humana para mejorar nuestra vida familiar y de pareja y poder ayudar a las nuevas generaciones con nuestro ejemplo.

2. Trabajemos la comunicación, participemos en talleres que nos ayuden a comunicarnos mejor, dediquemos tiempo a nuestra familia y que ese tiempo sea de calidad, no sólo enfrente de la TV, sino haciendo la tarea juntos o paseando juntos, etc.

3. La fe es central en este proceso de conversión de la pareja y la familia. El más hermoso milagro es que lleguemos a ver a Cristo y su amor en nuestra pareja y familia, porque entonces tomaremos conciencia de que nuestras acciones son las acciones de Cristo para los que amamos. En este sentido hagamos ritos de reconciliación en familia, vayamos a Misa todos los domingos juntos, bendigamos las comidas y hagamos oración en familia y que nuestras acciones se vayan purificando hasta que realmente todo lo hagamos por amor.

4. A nivel de pareja, participemos en el Encuentro de Matrimonios o en el retiro del Movimiento Familia Cristiano, o en un retiro de parejas. Estas experiencias son muy sanas pues nos ayudan a mejorar la comunicación, posiblemente podamos tomar alguna terapia de pareja si estamos pasando por un momento de crisis, o incluso conversar antes de dormir sobre algo que está dañando la confianza mutua. Todo eso sin chantajes, sin prejuicios, sin amenazas, simplemente haciendo el ejercicio de escuchar.

5. A nivel parroquial. Quizás es un buen momento para que las parroquias apoyen los esfuerzos de los movimientos familiares, que se les permita anunciar al final de la Misa sus actividades, sus retiros, especialmente los tres movimientos más fuertes en nuestra Arquidiócesis: Encuentro Matrimonial, Movimiento Familiar Cristiano y Retrouvaille. Hay parroquias que ni los promueven en los boletines ni les permiten anunciarse en los avisos de la Misa. Algunas parroquias quizás tengan el número suficiente de parejas para iniciar grupos de acompañamiento familiar en las propias parroquias. La catequesis familiar es un recurso que no hemos sabido implementar pero que produce muy buenos frutos.

6. Creo que estamos listos para un gran Encuentro Arquidiocesano de Familias Cristianas. Con el apoyo de todos los que creemos que esta es una verdadera prioridad, podemos darle un buen empujón a este ministerio que a pesar de que es una prioridad, no ha tenido la atención que merece.

DR. JOSÉ ANTONIO MEDINA
(562) 6190898

Si desea materiales con el tema de matrimonio y familia como “Cristo en el centro de la pareja”, visite www.liguori.org

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