LA OBESIDAD ENTRE NIÑOS LATINOS EN ESTADOS UNIDOS ES LA MÁS ALTA DEL MUNDO

Errores culturales, como creer que un bebé gordito es un bebé sano, el abandono de la dieta latina, factores genéticos y la falta de ejercicio diario han hecho de los niños hispanos en EEUU los más obesos del mundo.

Este es el diagnóstico de la pediatra y dietista Claudia González, quien plantea en términos de verdadera pandemia el incremento de los índices de obesidad entre los niños latinos que viven en los Estados Unidos.

De acuerdo con los preocupantes datos que González analiza en su libro “Gordito no significa saludable”, los niños hispanos “son los más obesos de EEUU, lo que equivale a ser los niños más obesos del mundo”.

El “factor cultural” latino, aseguró a Efe, es uno de los principales “culpables” de esta epidemia de obesidad infantil, ya que ha creado la falsa percepción en los padres de que “un bebé o un niño de menos de cinco años que esté gordito es lindo y saludable”.

Un valor cultural determinante que ha acabado por situar en el 23,7 por ciento el índice de latinos menores de 11 años obesos en EEUU, frente al 11,8 de blancos no hispanos, según datos del 2002 de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Además, también según los CDC, el 39,3 por ciento de los niños hispanos tiene sobrepeso frente al 26,2 de los blancos no hispanos.

Desgraciadamente, se lamenta González, en las familias latinas “pesa más lo que dice la mamá o la abuela que lo que diga el pediatra o la dietista”.

Los padres, agrega González, no son conscientes de que un “niño gordito tiene hoy un 70 por ciento de probabilidades de ser un adulto obeso”.

Aún más: “seis de cada diez niños latinos obesos sufren de diabetes del tipo 2”, destaca.

Según esta experta en nutrición, la desinformación de los padres en la lucha contra la obesidad infantil conlleva el desconocimiento de las terribles consecuencias de esta enfermedad: asma, diabetes, hipertensión, colesterol y triglicéridos altos y graves desórdenes sicológicos.

A su juicio, la guerra a la obesidad infantil debe llevarse a cabo también en los colegios, donde se registra un aumento perjudicial en el consumo de bebidas gaseosas azucaradas y comida basura entre los niños.

“Tener alimento saludables en los colegios -apunta González- ayuda a que los niños dispongan de una mejor selección, más opciones que escoger”, aunque, recuerda, son los padres los que tienen que “planear la salud de los hijos, su alimentación diaria y la actividad física”.

González sostiene que, en el caso de la población hispana, aparte de los malos hábitos alimenticios, se ha “confabulado” también una “tendencia genética a la obesidad y a la diabetes y la ausencia de un sistema de medicina preventiva”.

La mayoría de los padres, se queja la experta, no cuenta con un “seguro médico” y acude “al especialista cuando la situación está totalmente fuera de control o el niño presenta ya síntomas de diabetes o presión alta”.

Además, la pérdida de la “dieta latina” (granos, fríjoles, fruta, pescado fresco, vegetales) y la “vida sedentaria” de los niños (absortos en casa ante “los juegos electrónicos o el televisor”), subraya, son causas determinantes del incremento de la obesidad.

Lo cierto es que las tasas de obesidad en EEUU continúan en aumento: el 34,4 por ciento de los obesos analizados entre 1999 y 2000 corresponde a adultos hispanos, mientras que en la población anglosajona el índice es del 28,7 por ciento, según los CDC.

Sin embargo, el debate sobre la obesidad en los Estados Unidos se enfrenta hoy al discurso de lo “políticamente correcto”, impulsado por algunos padres y médicos que buscan enmascarar o escamotear la verdad dolorosa de esta palabra.

La palabra “obesidad” no puede ocultarse detrás de eufemismos, algo que nada tiene que ver, según la doctora, con “herir, insultar y hacer comentarios negativos a nuestros hijos, tales como ‘estás gordo y feo’ o ‘no sabes comer”. “Hay que evitar generar culpabilidades” en los niños, apostilla.

De igual manera, según González, resulta muy negativo que los padres “exijan al niño terminarse el plato”. Las cifras indican que el 17 por ciento de los obesos adolescentes fueron criados en un ambiente familiar de excesiva rigidez.

Al final, resume la dietista, “la responsabilidad final es de los padres, de quienes depende que sus hijos sean unos niños y adolescentes saludables”. VN

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