LA EPIDEMIA DEL SUICIDIO

(fOTO: Malia Grace Holman, estudiante de la Secundaria Pope John Paul II en Tennessee, en el evento ‘Caldwell Classic 5K Color Run’ que recauda fondos para prevenir el suicidio entre adolescentes. / Rick Musacchio, Tennessee Register / CNS).

Por DR. J. ANTONIO MEDINA

 Recientemente hemos oído hablar que personas famosas decidieron quitarse la vida a pesar de contar con fama, familia, prestigio, poder, dinero. En el caso de la diseñadora Kate Spades se especula que padecía depresión. Pero quizás lo más difícil de asimilar es que dejó huérfana a una hija de 13 años. Ella fue una mujer inteligente, creativa y por su trabajo y visión comercial financieramente rica. ¿Qué la llevó a esta drástica decisión? El otro caso reciente es de Anthony Burdain, que también era un hombre culto, rico, inteligente y con un talento especial como comunicador. Era un cocinero famoso que en sus programas de televisión desplegaba un gran conocimiento de la cultura, vida y por supuesto cocina de los más variados países. ¿Qué pasó en su vida que lo llevó a ver el suicidio como  su única alternativa?

Estos dos casos han puesto frente a cada uno de nosotros una realidad que ha existido por varios años sin que apenas sea noticia. Miles de personas se quitan la vida en Estados Unidos. Del año 2006 al 2016 la tasa de suicidios en todos los estados ha aumentado en al menos 30%. Las causas son muy complejas, pero es paradójico que en un país donde hay abundancia de bienes materiales, mucha gente no encuentre un sentido a su vida.

Las enfermedades mentales son una de las causas más aducidas, pero se da precisamente porque hay mucha soledad, porque la sociedad es muy individualista, porque muchos tienen acceso a armas letales, porque caemos en dependencias, porque hemos perdido el sentido de los valores humanos, porque no hemos encontrado la satisfacción de realizar nuestra vida en plenitud.

Las causas más directas pueden ser muy variadas, pero podemos señalar algunas: la falta de una red de apoyo humano, la indigencia, el haber sido víctima de un crimen, la pérdida de estabilidad económica, las enfermedades mentales no diagnosticadas, el abuso doméstico o el “bulling” escolar.

Ciertamente las personas de fe estamos un poco más protegidas porque la práctica religiosa sí es un antídoto a la desesperación. Por supuesto también hay personas religiosas que se suicidan pero el número es mucho menor, especialmente entre los católicos, porque nuestra fe en Dios es un respaldo en las situaciones difíciles. Sin embargo no podemos bajar la guardia, pues la cultura secular norteamericana influye en todos los que vivimos en este país.

En general tener pensamientos suicidas es ya una situación de riesgo, que no siempre va a llegar a la acción, pero refleja que se vive una situación de infelicidad o insatisfacción que puede conducir a otras acciones autodestructivas.

Los católicos formamos una comunidad de fe que tiene como misión llevar esperanza justamente a quien más le haga falta. Tenemos que llevar el mensaje de Jesucristo para que toque de modo significativo la vida de las personas que pasan por situaciones difíciles. Ésta es nuestra prioridad pastoral, es una de las nuevas fronteras, o “nuevas periferias” como las llama el Papa Francisco.

Pensemos en todas las personas que viven situaciones desesperadas: encarceladas, deportadas, padeciendo una situación extrema de estrés por los prejuicios racistas que se han desatado en los últimos meses. Personas que están en riesgo de perder toda una vida de trabajo por la cuestión migratoria. Muchas de estas personas necesitan el mensaje de esperanza de una comunidad que sabe acompañar, escuchar, compartir la vida. Esta es nuestra misión como Iglesia y no hay duda que si la cumplimos lucharemos directa e indirectamente contra la epidemia del suicidio.

Escuchar, escuchar, escuchar. Abrir nuestro corazón y mostrar amor a quien no se siente amado o respetado.  Acompañar con cariño y respeto a las personas que padecen enfermedades mentales sin marginarlas ni etiquetarlas. Respetar a quien es diferente. Todo esto contribuye a que nadie a nuestro alrededor vea el suicidio como una alternativa para su dolor. VN

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