LA CAMINATA A LA CASA BLANCA ‘POR UN HELADO’

Inmigrantes centroamericanos mutilados por el tren ‘La Bestia’ recorren Estados Unidos para recolectar firmas que faciliten una audiencia con el presidente Obama

Un grupo de diez lisiados intentan llegar a Washington, DC para exponer la situación de los migrantes en México en su afán por llegar al “Norte”. Fredy Omar Vega es uno de ellos.

“Decidí venirme para Estados Unidos después que mi hija de 11 meses murió debido a una enfermedad que pudo haberse atendido, si hubiese tenido el suficiente dinero para transportarla a un hospital en la ciudad”, dice Vega. “Continué sin dinero y entonces comencé a viajar en trenes de carga, me subía a uno y en otro, incluso en uno que transportaba combustible donde por poco pierdo la vida”, asegura Vega al explicar que los 500 lempiras que prestó en su país sólo le alcanzaron para llegar a la frontera, lo demás es una triste aventura.

“Tuve que caminar cinco días para llegar a la ciudad de Guatemala, dejé el tren carguero y agarré otro donde agentes de migración mexicanos trataron de capturarme, y algunos ladrones querían asaltarme, obligándome a huir hasta San Luis Potosí donde quise abordar otro tren, pero no pude hacerlo. Decidí caminar un día más siguiendo la línea del tren hasta que me alcanzó uno a alta velocidad, quise subirme, y no pude alcanzar la escalera de uno de los vagones, perdí el equilibrio y caí entre los rieles y una de las ruedas me agarró lanzándome a varios metros afuera”.

“Me sentí mojado e inconsciente…quise levantarme pero me fui de lado. Cuando me arrollé el pantalón me vi destruidas mis piernas”, relata Vega. “En ese momento pensé: ‘Vaya, hasta aquí llegó el sueño que traía de llegar a Estados Unidos’”. Después de estar en un hospital de México por algunos días, fue repatriado a Honduras.

Otro de estos casos es José Jeremías Gámez. “De todo corazón se los digo, jamás se me cruzó por la mente venirme a Estados Unidos, nunca tuve valor de dejar botada a mi familia. Sin embargo, aquí estoy; soy otro de los lisiados que viajan a Washington con la intención de hablar con el presidente Obama y algunos congresistas, y exponer las razones de la inmigración y el calvario de ser víctimas de la delincuencia en travesía por el territorio mexicano”.

Gámez se refiere a la violencia que obliga a millares de migrantes centroamericanos a huir. En 2006 trabajaba en el campo y tuvo la oportunidad de ahorrar dinero y comprar tres vacas, pero a los tres meses se las habían robado quedándose en la miseria. Fue entonces que decepcionado pidió prestado algún dinero y emprendió viaje a Estados Unidos. Entrando a Guatemala empezó su calvario; fue víctima de cambiadores de moneda y la policía amenazaba con bajarlo del autobús sino les daba cien quetzales (unos $15.00) para dejarlo continuar su viaje.

“Caminamos cuatro días para llegar a la vía del tren, pero en el momento que venía llegaron agentes de migración de México y comenzaron a perseguirnos llevándose a algunos. Yo corrí para cogerme del tren, pero en mi huida no alcancé a poner el pie en la escalera del vagón y la rueda me cogió y me cortó las dos piernas. Los compañeros de viaje no me abandonaron; solidariamente hablaron al grupo Beta y me recogieron, llevándome al hospital y luego de algunos días me deportaron”.

“Regresar mutilado fue duro porque hice el viaje ilusionado de hacer un poco de dinero para ayudar a mi familia, pero ahora regresaba sin dinero y sin piernas para depender de ellos. Gracias a Dios ellos me recibieron bien felices porque regresaba con vida, ya algunos mueren en el intento”, relata Gámez.

‘…CREEN QUE ES IMPOSIBLE QUE UNOS LISIADOS SEAN CAPACES DE ENTREVISTARSE CON EL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS’

El grupo de mutilados hondureños se conocieron uno a uno cuando necesitados de ayuda llegaron a algunas organizaciones que, según cuentan, no pasaron de darles talleres pero ninguna ayuda económica.

“Organizados buscamos ayuda gubernamental, incluso pasamos tres días durmiendo en la entrada principal de la Casa Presidencial de Honduras hasta que nos atendieron, pero sólo hicieron promesas que nunca cumplieron”, denuncia Gámez.
Por su parte, Norman Saúl Varela- otro de los lisiados y líder del grupo de los 17 que originalmente salió de Honduras- dice que a la caminata que los lleva a Washington DC le puso “Por un helado”, “porque el 5 de mayo de 2008 mi niña y yo habíamos caminado todo el día, me pidió que le comprara un helado y no tenía dinero, fue entonces cuando propuse a mis compañeros que debíamos dar a conocer al gobierno estadounidense la causa de la inmigración: la pobreza y la delincuencia en nuestro país. Y recoger 25 mil firmas como requisito para tener una audiencia con el presidente Barack Obama y decirle que ya no queremos más violencia en nuestro país ni que se nos violen nuestros derechos en México”, dice Varela.

“Muchos trataron de desanimarnos riéndose de nosotros, porque creen que es imposible que unos lisiados sean capaces de entrevistarse con el presidente de Estados Unidos, pero nosotros hemos hecho una declaración pública que no vamos a regresar a nuestro país mientras no nos escuche”, agrega.

Al inicio de su travesía, cuenta Varela, llegaron a Guatemala, hablaron sobre sus intenciones y algunas personas les ayudaron para llegar a Tecum Uman. Pasaron ilegalmente el territorio mexicano cruzando el río Suchiate y llegando a Tapachula hasta el albergue “Hermanos en el Camino”, que dirige el padre Alejandro Solalinde. Desde ahí mucha gente les ayudó con dinero para llegar hasta la frontera de Piedras Negras (México) e Eagle Pass (EE. UU.).

Añade que en Eagle Pass los americanos cerraron el puente y la aduana para que no pasara nadie. Un día después los dejaron pasar, pero sólo para meterlos a la cárcel donde los sacaban a la medianoche con el propósito de no dejarlos dormir. Anduvieron de prisión en prisión hasta que los mandaron a Tucson, Texas, donde los liberaron gracias a algunos medios y organizaciones humanitarias.

“Queremos denunciar que en esas prisiones hay personas de El Salvador, Honduras, Guatemala y de otros países que tienen varios años de estar en prisión sin saber cuál será su destino, debido a que les imponen fianzas de cinco mil a quince mil dólares, algo imposible de pagar para ellos”, denuncia Varela, y agrega que otro problema es que algunos de ellos no pueden regresar porque están amenazados de muerte, y para los lisiados la situación se vuelve más dura. “Varios han perdido a sus esposas, quienes en algunos casos los han dejado con los hijos, debido a que no ven ningún futuro para ellas, por la discriminación y la falta de oportunidades para los lisiados en el país”.

La caravana de migrantes mutilados integrado por 17 salió de Honduras el 25 de febrero pasado; cuatro de ellos regresaron voluntariamente a Honduras y tres firmaron la deportación, y ahora están en Honduras.

Los diez inmigrantes que aún persiguen su meta, siguen recorriendo Estados Unidos luego de recibir una Visa Humanitaria que se les vence en 2019, con el objetivo de recoger 25 mil firmas como requisito para llenar una solicitud electrónica y así poder hablar con Obama.

Tres de los 10 lisiados estuvieron en Los Ángeles donde recibieron apoyo de organizaciones como CARECEN, que prestó su local para hacer una conferencia de prensa y recoger fondos que servirá para comprar combustible y llantas para un bus que fue proporcionado por la organización Raíces. VN

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