INAUGURADO EL AÑO DE LA FE

En misa solemne presidida por el papa Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO.- Cuando el santo padre dijo el otro día que la Nueva Evangelización tendría que “arder como un fuego”, nadie pensó que la naturaleza se lo recordaría a los que asistieron esta mañana a la plaza de san Pedro, para celebrar la misa por el inicio del Año de la fe. Como nunca en esta época del año en Roma, el sol se dejó sentir y prácticamente quemaba rostros y calvicies de quienes no tenían ni solideo ni mitra, o que olvidaron el sombrero en casa…

Entre los asistentes de excepción, el arzobispo de Canterbury y presidente de la Comunión Anglicana, Su Gracia Rowan Williams, invitado a acompañar la misa desde una ubicación preferencial en el atrio, flanqueado por dos clérigos también anglicanos. Otro que asistió a la misa pero unos escalones más arriba, situado a la derecha del papa, fue Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico y Arzobispo de Constantinopla (Turquía), él también rodeado por tres clérigos de rito oriental.

MOTIVOS PARA CELEBRAR

En este ambiente de gentil aproximación, se recordó el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II y los 20 años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. Entre los presentes estuvieron 15 de los 69 padres conciliares aún vivos, a quienes la salud les permitió llegar hasta la sede de Pedro. De ese modo, pudieron conmemorar aquel acontecimiento vivido cuando la mayoría de ellos no cumplía ni los 50 años de edad.

Han concelebrado también 80 Cardenales, 8 Patriarcas de las Iglesias Orientales, 191 Arzobispos y Obispos que participan en la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos y 104 Presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo.

Se podía contar un alto número de presbíteros y algunos diáconos permanentes que ayudaron a distribuir las especies sagradas a los concelebrantes y a los fieles. El servicio litúrgico fue asistido por diáconos y seminaristas del Colegio Pontificio Internacional “Maria Mater Ecclesia” de Roma.

Para la Oración Eucarística han subido al altar los cardenales Tarcisio Bertone SDB, Secretario de Estado y Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio. Asimismo, los arzobispos Salvatore Fisichella y Octavio Ruiz Arenas, presidente y secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, respectivamente.

EXPRESIONES DE UN SOLO MENSAJE

La primera lectura, que ha sido pronunciada en inglés, fue tomada del libro del Eclesiástico que habla acerca del temor de Dios y el sostén que Él da a quienes lo aman. El Salmo responsorial fue el 21 y se proclamó en italiano. Cuando fue el turno de la segunda lectura, esta fue entonada en griego por un prebítero de rito católico griego, y correspondió al pasaje de la Carta de san Pablo a los Colosenses que habla de la necesidad que tiene el cristiano de revestirse de la caridad.

El Evangelio fue proclamado en latín por un diácono, el cual narró el anuncio del Reino de Dios por Jesús en la sinagoga de Nazaret. Sobre este pasaje centró su homilía el papa, la cual puede leerse en: www.zenit.org/article-43338?l=spanish.

Terminada la homilía del santo padre, que estuvo centrada en una “necesidad de reavivar en la Iglesia aquella positividad del anuncio de Cristo al hombre contemporáneo”, se rezó la Oración de los fieles en cinco lenguas: español, chino, árabe, portugués y swahili.

Al final de la Oración después de la comunión, Su Santidad Bartolomé I dirigió un saludo a la asamblea, en el que invitó “a testimoniar juntos el mensaje de salvación y curación de los más pequeños, como son los pobres y oprimidos, así como los marginados del mundo creado por Dios”. El texto completo puede leerse en: www.zenit.org/article-43339?l=spanish

Como acto de clausura de la emotiva celebración, el santo padre entregó –como lo hiciera el siervo de Dios Pablo VI, al final del Concilio Vaticano II–, los Mensajes a la humanidad que diera dicha asamblea ecuménica 50 años atrás. Dignos representantes de los gobiernos, de los intelectuales, científicos y artistas, así como de las mujeres y de los jóvenes, recibieron del papa un ejemplar de los mensajes. Un momento significativo fue cuando el papa los entregó a los pobres y a los enfermos, acercándose –no sin esfuerzo–, hasta una señora en silla de ruedas que esperaba su conforto.

El acto terminó con la entrega de ejemplares del Catecismo de la Iglesia Católica a dos representantes del pueblo de Dios, hombre y mujer. Fue una ocasión para recordar que el mismo cardenal Joseph Ratzinger recibió el encargo de llevarlo a buen término hace veinte años, por el hoy beato Juan Pablo II…VN

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