HAMBRE EN LAS MONTAÑAS

El drama de los Tarahumaras

La sequía que por más de una década ha castigando a la región, aunada a las múltiples necesidades de los pueblos indígenas, han puesto a los indios Raramuris de la alta sierras del estado de Chihuahua en una situación de supervivencia y al borde de la extinción.

Una expresión Rarámuri que para más de sesenta mil indígenas Tarahumaras de la Sierra Noroeste de Chihuahua significa “compartir” es cada vez más común entre los Chabochis, o mestizos de las poblaciones y municipalidades del lugar. Al mismo tiempo, también es un recordatorio sutil de una de las sequías más fuertes que han afectado a México.

“Córima” es interpretada por la mayoría de los mestizos como “caridad”. Pero los Rarámuri desconocen este concepto moral. En su cultura, Córima quiere decir que aquellos que tienen deben compartir con los que por azares del destino han caído en desgracia. Pero los Chabochis, además de que nunca han vivido bajo este concepto, enfrentan no nada más los embates de esta sequía, sino también los efectos de la sequía más prolongada que la mayoría recuerda, una de las etapas de violencia en México de la cual tampoco hay casi memoria, y una crisis económica que se ha prolongado por generaciones y que a pesar de múltiples promesas gubernamentales no ceja.

Resultado: los mestizos que alguna vez sintieron compasión por los niños Tarahumaras que en el pasado les pedían monedas para mitigar su hambre, mientras sus madres los vigilaban sentadas en silencio afuera de algún establecimiento comercial, lejos de querer compartir los ignoran porque esas monedas les servirán para mitigar su propia hambre.

Aparte de la pobreza, en México cada vez queda menos para compartir. Pese a los indicadores económicos alegres que ocasionalmente pregonan los noticieros por las mañanas, la realidad es que más del 60% de la población subsiste con sacrificios y el deseo de compartir ha quedado limitado a los familiares inmediatos, sí acaso.

“Nos preocupa que si la sequía continua un año más, lo peor está por venir”, declara con un gesto que denota un buen grado de impotencia Antonio Rodríguez Quiñones, Secretario del gobierno municipal de Carichi, poco antes de que la organización no lucrativa “Ángeles del Desierto”, que principalmente se ocupa del rescate o localización de inmigrantes que se pierden en el desierto al tratar de cruzar indocumentados a los Estados Unidos, haga entrega de más de doce toneladas de ayuda humanitaria que consiste principalmente en comida, ropa, cobijas y chamarras para lidiar con las bajas temperaturas de la Sierra de Chihuahua.

“Si no nos llueve esta temporada, el próximo invierno será mucho más difícil para sobrevivir y no sé cómo vamos a hacerle para alimentar a toda esta gente”, agregó Rodríguez.

Ignacio Leonel Ortega, Presidente municipal de Carachi explicó por su parte que hasta ahora han podido manejar la situación con la ayuda que han recibido del gobierno federal, que de cualquier manera es insuficiente debido a que las despensas de comida que reparten cada semana entre unas tres mil familias Tarahumaras de la comunidad sólo les aguanta para dos o tres días.

“Los cuatro días que restan de la semana los Tarahumaras se las tienen que arreglar como puedan”, agrega Leonel Ortega, minutos antes de la repartición de ayuda.

UN CAMINO LARGO

Durante siglos, los Rarámuris o Tarahumaras, como se les conoce en los estados de Chihuahua y Sonora, han sobrevivido la conquista Española y la Revolución Mexicana gracias a la práctica del Córima. La costumbre tiene incluso tintes religiosos y socio-económicos y muchos antropólogos que han estudiado a esta tribu especulan que sin la costumbre del Córima, hubiesen desaparecido.

Pero además del Córima, los Raramuris se han caracterizado por su resistencia física para sobrevivir el territorio que ahora ocupan -uno de los más agrestes del país-. Rarámuri, traducido al español, tiene significados como “los de los pies ligeros”, los corredores de largas distancias.

En gran medida, su supervivencia se debe a su capacidad de caminar y correr largas distancias en terreno montañoso. Los Rarámuri son considerados como una tribu pacifica que por lo mismo opto por refugiarse en la montaña en vez de luchar por sus tierras cuando los mestizos empezaron a invadirlos. Irónicamente, las tierras que los mestizos les expropiaron sin ningún fundamento legal, ahora pertenecen a la comunidad menonita, quienes invitados por el gobierno de México empezaron a emigrar alrededor de 1920, huyendo de la persecución que se desató en contra de ellos por sus creencias religiosas.

No hay cifras confiables, pero según estadísticas del mismo gobierno de México, actualmente unos 100 mil menonitas viven en colonias establecidas en los estados de Chihuahua, Sonora, Durango, Zacatecas, y Campeche. También se han establecidos en países de Centroamérica y del cono sur como Brasil y Uruguay. En el estado Mexicano de Chihuahua, se tienen identificadas unas 25 colonias.

Tanto por conveniencia política como igual su mismo sentido de supervivencia, los Menonitas se identifican como ciudadanos mexicanos, pero lo único que comparten con las comunidades a su alrededor son las relaciones comerciales. De hecho, sigue siendo costumbre que solamente los hombres menonitas tengan autorizado aprender español, ya que temen que si sus mujeres aprenden este idioma podrían empezar a mezclarse con los mexicanos, cosa que ha ocurrido entre los hombres menonitas, mismos que inmediatamente son expulsados de la colonia y pierden, junto con su descendencia, todos los derechos que la misma provee.

Igual que los Rarámuri, los Menonitas son pacíficos y reconocidos como una cultura dedicada al trabajo. Los resultados de su cultura se ven a simple vista. Pese a la sequía que experimenta el país, los campos menonitas siguen verdes y sus vacas lecheras siguen gordas. Según datos oficiales del estado de Chihuahua, alrededor del 60% de los productos del campo son suministrados por los Menonitas. Su fama como productores de quesos y productos lácteos es tan extensa, que mucha gente les llama “los vende quesos”. En este renglón, pese a que algunos mexicanos han intentado emular su fórmula sin gran éxito, los Menonitas producen el 80% del queso que se consume en el estado de Chihuahua.

Pero a diferencia de los Menonitas o los mestizos mexicanos, los Rarámuri prefieren su libertad y en su mayoría evitan a toda costa trabajar para ellos a pesar de su necesidad. Los Rarámuris tienen aversión por los horarios de trabajo y no creen en el principio del salario, ya que lo ven como una forma de abuso. Por su parte, los mexicanos piensan que los Rarámuris son holgazanes, aun cuando esta percepción difícilmente se puede probar si se considera que estos indígenas son capaces de caminar cientos de kilómetros para buscar sustento.

CÓRIMA

En resumen, para los Rarámuris, Córima es un principio y una costumbre que al final solamente se puede interpretar como una forma de independencia y un derecho. Mucho antes que Marx y Angels promulgaran sus teorías sobre igualdad y socialismo, los Rarámuris lo practicaban y lo practican como parte de su forma de vida. Quizá por esta creencia cultural, para los Raramuris pedir Córima en momentos de necesidad no representa pedir limosna. Más bien, para ellos, es un derecho divino que aplican primero entre sus familias, luego entre sus vecinos y después entre la comunidad en general. La vida para ellos está regida por el principio de compartir.

Compartir fortuna y penas en comunidades Rarámuris no es difícil. La mayoría de sus caseríos están tan aislados que todos se conocen por generaciones y cualquier abuso es inmediatamente detectado.

En términos generales, los Rarámuri evitan viajar a las poblaciones de mestizos porque saben de antemano que pueden ser víctimas de abusos. Sin embargo, el hambre los ha obligado a bajar a las poblaciones a pedir Córima.

Su mundo se reduce a compartir entre ellos penas y fortunas y Córima significa precisamente eso. VN

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