
‘ENSEÑAR AL QUE NO SABE’
De la ciudad al campo y de vuelta a la ciudad, el Padre Ken Irrgang cumple con su vida la primera obra de misericordia spiritual
(Imagen: “Los años que trabajé con los campesinos inmigrantes, con los jóvenes en mi juventud y posteriormente con los campesinos que boicoteaban en California y en todo el país fueron los más completos de mi sacerdocio. Y, para decir la verdad, de toda mi vida…” -Padre Ken Irrgang. Fotografía de victor alemán / Derechos Reservados).
Por JUAN JOSÉ GARCÍA, Ph.D.
Desde enseñar inglés en la escuela de su ciudad hasta inglés como segunda lengua a los inmigrantes somalíes de Minnesota, y leer por la radio para los invidentes, pasando por cuatro años de servicio en la Armada y 12 años en los campos de California con César Chávez, el padre Kenneth “Ken” Irrgang ha dedicado toda su vida a poner en práctica la primera obra de misericordia: “Enseñar al que no sabe”.
Nació en Nicolett, al sur de Minnesota, el cuarto de los diez retoños del matrimonio de William y Frances, cartero y ama de casa, respectivamente. El mayor y el quinto fallecieron jóvenes. Dos de las hijas son monjas en la congregación de Notre Dame y un hermano es miembro de la orden de la Trapa en el monasterio de Spencer, Massachusetts.
Su educación tuvo lugar completamente en las escuelas públicas, desde la primaria hasta el título de bachiller (B.A), con especialidad en inglés, materia que luego le sirvió para dar clases en una escuela secundaria. Obtuvo el título universitario de Mankato State College de una ciudad vecina a la suya.
Hablando de los años pasados en las escuelas primarias y secundaria del pueblo, el padre dice a VIDA NUEVA que, “a pesar de que la mayoría de la población estudiantil era de religión luterana, las relaciones eran buenas entre los estudiantes luteranos y católicos”.
“Eran buenas personas -dice de los compañeros luteranos-, muy amables, jugábamos juntos, nos llevábamos bien, pero siempre se notaba una cierta hostilidad al tocarse el tema de la religión”.
El Concilio Vaticano II estaba muy lejos todavía y en Minnesota la animosidad de la mayoría luterana contra los católicos podía ser intensa.
Armada, colegio y vocación
Al terminar la secundaria (High School) sirvió en la Armada por cuatro años, en tiempos de la Guerra de Corea.
Por otra parte, no le tocó vivir de cerca el conflicto armado pues pasó casi todo el tiempo en tierra, en San Diego. “A pesar de que no experimenté la lucha directamente, no me gustaba nada la sensación”, dice rememorando aquellos años.
Al licenciarse del servicio militar, obtuvo el bachillerato universitario en especialidad en inglés que lo llevó a enseñar esa lengua durante siete años en una escuela secundaria.
Durante ese tiempo sintió el llamado de Dios al sacerdocio. “Sentía una tensión interna, porque me gustaba ayudar a los muchachos enseñando, pero también quería ser sacerdote”, explica a VN.
Por fin se decidió por el sacerdocio y en 1963 ingresó en el Seminario de St. John en Collegeville, Minnesota. Con el tiempo, comenta, realizó la doble vocación: enseñar inglés y ser sacerdote.
Destinos
En 1968 se ordenó para la diócesis de New Ulm, Minnesota. Sus primeros destinos fueron en parroquias de la diócesis, mas al poco tiempo su obispo lo envió a la Universidad Católica de América en Washington, D.C., donde obtuvo una maestría (M.A.) en administración de escuelas católicas, título que ejerció dos años como director de una escuela primaria y otro de una secundaria, “ambas relativamente pequeñas”.
Le siguieron cinco años de “pastor” o capellán en el College of St. Benedict en Joseph, Minnesota, “una experiencia muy agradable, además de que me dio tiempo para ahondar en la doctrina social de la Iglesia y en la búsqueda de la justicia”, extremo que lo llevaría con el tiempo a La Paz, California, donde tenía su cuartel general la Unión de Campesinos dirigida por César Chávez.
Posteriormente se quedó en Las Paz por 12 años como “sacerdote obrero”.
“¡Quién me iba a decir que mis amistades fugaces de verano con los hijos de los campesinos mexicoamericanos de finales de los años 30 y principios de los 40 en Nicolett me iban a llevar a una larga y provechosa asociación con César Chávez y con la Unión de Campesinos (UFW)!”, escribió el Padre Irrgang hace unos años y lo recuerda para VIDA NUEVA.
“Los domingos -cuenta- los campesinos jóvenes venían al pueblo y nos divertimos mucho jugando, tomando sodas o simplemente dándole a la lengua. Incluso intentábamos enseñarnos unos a otros la respectiva lengua. Por otro lado, finalizando el verano, apenas me pasaba por la cabeza el recuerdo de los campesinos mexicoamericanos”.
“Sin embargo, en 1968, el año de mi ordenación sacerdotal, me enteré del boicot de la uva iniciado por César Chávez para pedir justicia para los campesinos y luego, en 1973, mientras era capellán de St. Benedict, me enteré del asesinato de dos campesinos en el Valle del San Joaquín. Entonces fui a La Paz y ofrecí mis servicios. Regresé varios veranos hasta que, con permiso de mi obispo [y del de Fresno] me quedé en 1977 hasta 1989 como ‘cura obrero’, haciendo lo que hiciera falta: misas, bodas, funerales, y otras celebraciones del sindicato”.
“Eran días difíciles para el sindicato, y siguen siendo”, afirma el padre.
“Yo me sentí muy bien estando en La Paz. César y su esposa Helen eran muy buenos católicos”, y agrega: “Sentí una inmensa satisfacción estando involucrado con el UFW, cuya sede social estaba en un viejo edificio reacondicionado de un canal de televisión”. Recuerda que colaboró con Víctor Alemán, “buen fotógrafo” -dice-, en la revista “Food and Justice” del sindicato.
Los servicios religiosos se ofrecían en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, especialmente para los 125 trabajadores de la central campesina.
En la carta de despedida dirigida a Chávez, el padre Irrgang comenta: “Fue un honor ser parte de una causa que es sin duda cuestión de justicia social y central para el establecimiento del Reino de Cristo en la Tierra”.
Regreso a casa
En 1989 lo reclamó su obispo y regresó a la vida pastoral en New Ulm. En 1994 se retiró del ministerio activo. Ahora reside en un apartamento en St. Cloud, Minnesota, donde vive solo, “como un soltero”, dice medio riendo.
Está jubilado, pero no se queda de brazos cruzados. “Trabajo con inmigrantes, casi todos de Somalia, enseñándoles inglés en la Escuela del Descubrimiento (School for Discovery). Trabajan mucho y le echan muchas ganas para aprender inglés porque saben que es la lengua del éxito y del progreso”. Al mismo tiempo, dice, lee por radio para los invidentes.
“Los años que trabajé con los campesinos inmigrantes, con los jóvenes en mi juventud y posteriormente con los campesinos que boicoteaban en California y en todo el país fueron los más completos de mi sacerdocio. Y, para decir la verdad, de toda mi vida”.
Así cierra el Padre Kenneth Irrgang el círculo de la primera obra de misericordia espiritual: enseñar al que no sabe. Sin saberlo quizás, lleva cumpliendo hace mucho tiempo el mensaje del Año Jubilar del Papa Francisco. VN
Preguntitas
¿Cocina?- “No soy buen cocinero y no estoy interesado en serlo. Compro en el mercado mucha comida preparada para el microondas. Yo cocino para mantenerme vivo”.
¿Lee?- “Sí, soy un lector ávido. Leo mucho. Leo de todo, especialmente biografías de personajes que tuvieron una vida buena. Aquí tenemos una excelente biblioteca pública”.
¿Cómo le gustaría que lo recordaran?- “Como una persona que intentó ayudar a otros en sus dificultades”.
¿Qué mensaje le daría a aquel que quiere ser sacerdote?- “Es una buena vocación para ayudar a la gente que necesita ayuda. Yo me sentí plenamente realizado cuando pude ayudar”.
Padre Ken Irrgang
740 14th St.
St. Cloud, MN 56301
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