<!--:es-->“EL RITUAL DE LAS QUINCEAÑERAS HACE MILAGROS”<!--:-->

“EL RITUAL DE LAS QUINCEAÑERAS HACE MILAGROS”

La celebración católica es un pacto de amor y dedicación con Dios, la familia y la sociedad, afirma Monseñor John T. Moretta

Este rito es una perfecta ocasión para reunir a la familia en una misa de Acción de Gracias y, de ser posible, disfrutar posteriormente de la fiesta en honor de quien tanta alegría y felicidad ha dado a sus vidas. Por si fuera poco, la celebración de los “Quince” hace milagros: como aquél de elevar las calificaciones de las jovencitas, o que de la noche a la mañana sean más obedientes y disciplinadas, o bien, en el caso de Jennifer Pérez, para agradecer a Dios y a la Virgen por sus primeros 15 años de vida.

Monseñor John Moretta, a quien los feligreses de la parroquia de la Resurrección en el Este de Los Angeles prefieren llamar “Padre Juan”, recientemente cumplió el 40 Aniversario de su ordenación como sacerdote.

“Tengo también 40 años celebrando misas para Quinceañeras y créame que no he tenido una igual… todas son diferentes, con sus vestidos preciosos, los colores más increíbles. Unas llegan solas con su familia, otras con muchas damas y chambelanes en limosinas. Aquí le aseguro que he conocido todo tipo de flores, he probado muchos pasteles y comida de todas partes de México ¡de todo!

“Pero cuando las jovencitas están frente al altar, con su rostro que refleja pureza, su emoción al consagrarse a Dios, a la Virgen, sus lágrimas de agradecimiento a sus padres, a sus padrinos ¡por la Gracia Divina, que es la misma emoción! El ritual de las Quinceañeras hace milagros”, reflexiona Monseñor Moretta.

El proceso del “milagro” inicia desde la primera visita a las iglesias para realizar los preparativos de esta celebración. El primer lugar al que deben ir es a la Rectoría de la iglesia o de la parroquia. La chica tiene que ir acompañada de sus padres o padrinos, nunca sola, porque la iglesia aprovecha muy bien esta ocasión para hacer honor a la unidad de la familia y de los amigos.

Un requisito vital es el reporte de calificaciones de la festejada que debe tener un promedio mínimo de 3.0, -si es menor, tiene que estudiar bastante para mejorar sus notas y para llegar al segundo paso que es fortalecer su formación religiosa.

En términos generales los preparativos para esta celebración inicia cuando la joven cumple catorce años. “La forma en que se involucra a toda la familia y amigos es de lo más positivo, porque deja una huella muy importante en el resto de la vida de la festejada, y permite a todos los participantes reflexionar sobre la importancia de estar unidos y por lo tanto fortalecidos”.

Para confirmarlo, MIRIAM DELGADO tiene muy marcado el “antes y después” del día en que festejó sus “Quince”.

“Son muchas emociones diferentes. Bonitas y tristes. Cuando desperté ese día, todavía con los ojos cerrados agradecí a Dios. Todo pasó como si fuera un sueño. Por un momento pensé ‘estoy dejando de ser niña’. Me levanté y mi mamá y mi papá me trataban como a su princesa. Mis hermanos también estaban más amables que otras veces. Cuando llegué a misa y miré que todos estaban bien vestidos y elegantes, me sentí muy agradecida porque yo era el motivo de que ellos estuvieran ahí y era por mí que todos estaban muy alegres”.

Miriam nació en los Estados Unidos, hija de Consuelo, del Distrito Federal, y Noel, del estado de Durango. Tiene tres hermanos: Toño y Luis, gemelos de 26 años y el pequeño Jessie de 8.

“Cuando empezó la misa, sentí tanta emoción que tenía ganas de llorar y llorar, pero luego escuché en mi corazón una voz que me decía que yo tenía la oportunidad de agradecer a Dios, a mi familia y a mis amigos, siendo más responsable y siendo mejor cada día”.

Miriam, después de cumplir con los estudios correspondientes, planea convertirse en agente del FBI.

DULCE VÉLEZ creció escuchando los preparativos de sus “Quince”. Como la menor de cinco hermanos, -Jerry, Melannie, Jessica y Lupita-, no se acostumbró nunca a ser el centro de atención. “Todos planeaban mis ‘Quince’ y yo no quería causar gastos a mis papás. Me preocupaba que ellos hicieran un sacrificio de dinero que yo no merecía”.

Pero se llegó el día y Dulce no lo pudo evitar. La celebración de sus Quince Años, al igual que la de Miriam, la realizó también el Padre Juan.

Ahora, cuando lo recuerda, Dulce aún se emociona y quebranta su voz al pensar en su papá Salvador y en su mamá Juanita, de Acrisco, Puebla, más guapos y emocionados que nunca. “La verdad estoy tan agradecida con ellos, porque me acercaron más a Dios y a la Virgen y me regalaron la experiencia más bonita de mi vida. Me dieron una lección de amor, que me va a acompañar siempre”.

Dulce, asegura que fortaleció su vocación de servicio y espera convertirse algún día en doctora, especializada en contrarrestar los daños de la diabetes. Por ahora, Miriam y Dulce tienen un trabajo de medio tiempo en el campamento de verano dirigido por Leticia Piñón, de la Parroquia de la Resurrección. Dulce asegura que comparte el 50% de su cheque con su mamá para corresponder en parte con los gastos que hizo en la celebración de sus Quince Años.

“El privilegio de vestirse a la moda, tener más libertades y quizás dormir un poco más tarde llega con la edad de las ilusiones. Pero también, -afirma el Padre Juan-, inicia una etapa de nuevas responsabilidades, de visualizar el futuro y de un compromiso con Dios, con la familia y con la sociedad.

“Curiosamente, de todas las quinceañeras, la más linda entre las lindas es JENNIFER PÉREZ. Fue tan emotivo verla entrar a la iglesia con su vestido blanco y adornos lilas, que me hizo llorar de la emoción”.

Jennifer, a quien el Padre Juan conoce desde que nació, sufre del Síndrome de Vater, un transtorno genético muy raro del cual sólo se han estudiado 250 casos en todo el mundo. Su condición física no le permite hablar, ni comer. Es alimentada artificialmente por medio de sondas.

“Jeniffer escucha muy poco”, asegura su mamá Claudia Castillo, “pero vivimos enfrente de la iglesia y vio a muchas quinceañeras; nunca me imaginé que ella me pediría –con lenguaje de señas– tener sus ‘Quince’. Tuve mucho apoyo de mi familia y de mis amigos y casi todo fue regalos y donaciones”.

La misa de Jennifer Pérez fue el 12 de julio pasado. Entró a la iglesia del brazo de su hermano Juan Carlos. Lució su vestido de princesa y nuevamente el momento mágico ocurrió: postrada ante el altar, con su consagración a Dios, su creador, y con la Virgen, su inspiración, Jennifer vivió el momento más feliz de su vida. El momento mágico que la llenará de alegría el resto de sus días.

“Jeniffer es una jovencita especial. También es un ejemplo de los milagros que se hacen gracias a esta celebración. Verla entrar caminando lentamente hasta el altar, estar atenta a mi mensaje de que Jesús la amaba y ver sus ojos más brillantes que nunca, me hizo reflexionar muy profundamente sobre el significado de este ritual de las Quinceañeras. Por eso, para esta ocasión, elijo muchas veces la misa de la Virgen María, porque es un modelo de castidad y de pureza”, concluyó Monseñor Moretta. VN

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