EL PAPA PROCLAMA CUATRO NUEVOS SANTOS, «OBRAS MAESTRAS» DE LA ACCIÓN DE LA TRINIDAD
En la Plaza de San Pedro, en el Vaticano
En un «canto de alabanza» a la Santísima Trinidad y a su obra, este domingo, en que la Iglesia universal celebra este misterio, Benedicto XVI ha canonizado a tres sacerdotes y una religiosa.
Los nuevos santos son Jorge Preca (1880-1962) -presbítero maltés, fundador de la Sociedad de la Doctrina Cristiana-, Simón de Lipnica (1439-1482) -polaco, presbítero de la Orden Franciscana de los Frailes Menores-, Carlos de San Andrés (Juan Andrés Houben) (1821-1893) -holandés, presbítero de la Congregación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo- y María Eugenia de Jesús (Anne-Eugènie Milleret de Brou) (1817-1898) -francesa, fundadora del Instituto de las religiosas de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María-.
La persistente lluvia de la mañana este domingo no desanimó a decenas de miles de peregrinos; participaron en la solemne Eucaristía que presidió el Papa durante la cual se celebró el rito de canonización.
La distinta procedencia de los nuevos santos se reflejó en la presencia, también, de los numerosos concelebrantes que acompañaron al Santo Padre en la Santa Misa, como fue el caso del cardenal Stanislaw Dziwisz –arzobispo de Cracovia, donde Simón de Lipnica desarrolló su labor-, o del arzobispo emérito de Malta y del actual, respectivamente –monseñor Joseph Mercieca y monseñpor Paul Cremona-. San Jorge Preca es muy amado en la Isla de Malta, de la que acudieron unos cinco mil peregrinos a Roma para celebrar su canonización.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas y numerosos compatriotas se unieron a la Eucaristía. Igualmente se contó entre los concelebrantes al arzobispo de París André Armand Vingt-Trois, presente por la canonización de la religiosa, y al arzobispo de Dublín Diarmuid Martin, vinculado espiritualmente a la canonización del pasionista, cuya labor tuvo lugar principalmente en Irlanda, si bien muchos prelados holandeses, compatriotas de este nuevo santo, también acompañaron el rito.
Delegaciones variadas y nutridas de autoridades civiles, cuyos países están ligados al origen o labor de los nuevos santos, también se dieron cita en la Plaza de San Pedro, donde estuvo la presidenta de Irlanda –Mary McAleese-, el presidente de Malta –Edward Fenech-Adami-, el presidente de Polonia –Lech Kaczynski-, y la presidenta de Filipinas –Gloria Macapagal Arroyo-, entre otras autoridades y representantes.
Admirando la gloria de Dios, «que se refleja en la vida de los santos», entre ellos los proclamados este domingo, Benedicto XVI invitó en su homilía –al término del rito de canonización- de la Solemnidad de la Santísima Trinidad a dirigir la mirada «hacia “los cielos abiertos” para entrar con los ojos de la fe en la profundidad del misterio de Dios, Uno en la sustancia y Trino en las Personas».
«La Sabiduría de Dios se manifiesta en el cosmos, en la variedad y belleza de sus elementos, pero sus obras maestras son los santos», reconoció el Santo Padre. Esta Sabiduría es la «emanación del poder de Dios», «que renueva el universo» y «en todas las edades, entrando en las almas santas, forma en ellas amigos de Dios y profetas», subrayó, citando la Escritura.
De manera similar, el amor de Dios se derrama en el corazón de los santos -«esto es, de los bautizados»-, por medio del Espíritu Santo, señaló el Papa, recalcando que «es a través de Cristo que pasa el don del Espíritu Santo».
«Por medio de Cristo -prosiguió-, el Espíritu de Dios llega a nosotros como principio de nueva vida, “santa”»; «pone el amor de Dios en el corazón de los creyentes en la forma concreta que tenía en el hombre Jesús de Nazaret».
Y en la misma perspectiva, «de la Sabiduría de Dios encarnada en Cristo y comunicada por el Espíritu Santo», «Dios Padre continúa manifestando su proyecto de amor mediante los santos», explicó Benedicto XVI remitiéndose al Evangelio.
«Cada santo participa de la riqueza de Cristo tomada del Padre y comunicada en tiempo oportuno. Es siempre la misma santidad de Jesús, es siempre Él, el “Santo”, a quien el Espíritu plasma en las “almas santas”, formando amigos de Jesús y testigos de su santidad», manifestó.
«Dejémonos atraer» por el ejemplo de los santos, «dejémonos guiar por sus enseñanzas, para que toda nuestra existencia se convierta, como la suya, en un canto de alabanza a la gloria de la Santísima Trinidad», concluyó Benedicto XVI, acudiendo a la intercesión de María, Reina de los Santos.
En el seguimiento del ejemplo de los cuatro nuevos santos insistió el Papa al término de la Eucaristía, desde el Sagrado de la Plaza de San Pedro, antes de rezar la oración mariana del Ángelus, cuando dirigió su saludo en diversos idiomas a todos los presentes. VN
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