
EL PAPA ALERTA: SE HABLA DE DERECHOS HUMANOS Y PAZ, PERO SE OLVIDA SU FUNDAMENTO, LA PERSONA
Multitud de personas escucharon el primer día del año una advertencia de Benedicto VI: “Actualmente se habla mucho de derechos humanos, pero con frecuencia se olvida que ellos necesitan un fundamento estable, no relativo, no opinable”: ‘la dignidad de la persona’”.
Acababa de presidir en la Basílica vaticana la celebración eucarística de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios –siendo también el 1 de enero la XL Jornada Mundial de la Paz– cuando, antes de rezar el Ángelus con los peregrinos en la Plaza de San Pedro, el Papa recalcó que “el valor de la persona humana” “es la columna basilar de todo el gran edificio de la paz”.
Y respetar la dignidad de la persona “comienza por el reconocimiento y por la tutela de su derecho a vivir y a profesar libremente la propia religión”, subrayó.
“Renuevo hoy –expresó el Santo Padre– mi deseo de paz a los gobernantes y a los responsables de las naciones y de los organismos internacionales y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
“Lo hago particularmente –dijo– con el Mensaje especial que preparé junto a mis colaboradores del Pontificio Consejo Justicia y Paz, y que este año tiene por tema: ‘La persona humana, corazón de la paz’”.
Insistió Benedicto XVI en el Ángelus en que tal mensaje afirma el punto esencial del “valor de la persona humana”. “Estoy profundamente convencido –había dicho momentos antes en su homilía en la Eucaristía– de que respetando a la persona se promueve la paz.
“Frente a las amenazas a la paz, lamentablemente siempre presentes, ante las situaciones de injusticia y de violencia, que persisten en diversas regiones de la tierra, ante la permanencia de conflictos armados, frecuentemente olvidados por la gran opinión pública, y el peligro del terrorismo, que perturba la serenidad de los pueblos, se hace más necesario que nunca trabajar juntos por la paz”, expresó el Papa en la Basílica vaticana, donde se habían congregado embajadores del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.
Y es que la paz no sólo es un don, sino también una tarea, recuerda el citado Mensaje. “Don que hay que invocar con la oración, tarea que hay que llevar a cabo con valor, sin cansarse jamás”, especificó el Santo Padre en su homilía.
En este punto dirigió su pensamiento a Tierra Santa, donde nació Jesús, un lugar envuelto actualmente en el drama. VN
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