EL PADRE MARIO TORRES NO PUEDE CREERSE QUE CRISTO LO HAYA ELEGIDO PARA ACTUAR EN SU NOMBRE

"Es una vocación bonita", dice de su ministerio en San Matías, parroquia que atiende a unas 100 mil personas de Huntington Park, hispanas en su inmensa mayoría

A unas seis millas y media del centro de Los Angeles se encuentra Huntington Park, una ciudad floreciente fundada en 1906 y que alberga una de las parroquias más grandes de la Arquidiócesis de Los Angeles, San Matías (St Matthias), fundada en 1916 y conformada en su gran mayoría por hispanos, un cálculo del 95%, afirma su párroco, el padre Mario Torres.

El padre Torres no es nuevo en esta parroquia, recién ordenado llegó a ella como asociado durante cuatro años al inicio de su ministerio sacerdotal hace ya 14 años, y ha trazado un círculo completo para volver a ella como párroco.

Mario nació en el Este de Los Angeles en el seno de una familia de padre zacatecano y madre michoacana. Después de casarse, la pareja decidió asentarse en California y aquí vinieron al mundo sus ocho hijos, seis mujeres y dos hombres. Mario fue el tercero de los hijos de esta familia católica y practicante, según relata el sacerdote a Vida Nueva. Sin embargo, él es el único que se volcó plenamente a la vida religiosa, si bien cuando era adolescente nunca pensó en dedicar su vida a Dios.

“Yo nunca pensé en ser sacerdote hasta que me gradué de high school y fui al colegio por dos años, aunque siempre desde la high school tenía ese deseo de servir, quería servir a otros, pero no desde una oficina”, relata a Vida Nueva el padre Torres, quien dice que incluso pensó en ser psicólogo, en ser policía, en servir, pero de una manera buena.

“No quería trabajo de oficina, siempre me ha gustado ayudar a la gente, estar con la gente. No oficina, no, no soy de escritorio”, recalca, y agrega que fue un padre jesuita, amigo de su familia, quien le ayudó a descubrir en él algo, algún talento que el mismo Mario tal vez no había identificado.

“No me forzó. Me dijo: Tú pídele a Dios en oración y Él te guiará. Y así empezó. Después de terminar la high school fui a Mount San Antonio College, en Walnut. Ahí obtuve mi AA. Yo sabía que quería hacer algo, tomé cursos de consejería, psicología, hasta de “law enforcement”. Quería hacer algo y como nada me llenó, terminé en Mount San Antonio College, pero cuando empecé a ver universidades es cuando me di cuenta del Seminario de St. John -de la Arquidiócesis- en Camarillo. Me presenté y conocí al director de vocaciones, y es cuando me dijeron que podía explorarlo y, si no me gustaba, me podía salir. Cuando entré… pues ya no salí”.

Gracias a su AA, Mario fue aceptado en el segundo grado de Filosofía y completó los tres años que le faltaban, a los que siguieron cuatro de Teología. Finalmente, tras siete años en el seminario, fue ordenado sacerdote.

El padre cuenta que de chico pensaba que los sacerdotes sólo eran pura oración, muy espirituales, pero en el seminario se dio cuenta de que los participantes también son humanos. No era algo anormal; había actividades, deportes, estudios, clases de filosofía, estudios generales, pero con un enfoque en lo espiritual: la Misa, las oraciones. Esto, sumado al gran amor por la Eucaristía que el joven Mario tenía, terminó por convencerlo de que había escogido el camino correcto.

DE SAN MATÍAS A SAN MATÍAS

Después de ordenarse, el padre Torres llegó como asociado a la que sería su primera parroquia, San Matías, en Huntington Park, donde pudo poner en práctica el español aprendido de sus padres. “Hasta ahorita -dice- en mi casa es puro español. El inglés lo sé bien, pero el español lo sé gracias a mis papás”. Explica que no tuvo estudios formales de esa lengua que habla con su familia y con la gran cantidad de familias hispanas que acuden a su parroquia. Al cabo de cuatro años, el padre Torres dejó San Matías para pasar después al surcentro de Los Angeles, donde tuvo que desempeñar su labor simultáneamente en dos parroquias, y posteriormente a Lincoln Heights, a la Iglesia del Sagrado Corazón, donde por dos años fue administrador antes de ser nombrado párroco por dos años más.

El Sagrado Corazón fue su casa durante cuatro años y luego le pidieron que volviera a San Matías. “Me pidieron que regresara como párroco. Si hubiera sido otra parroquia, hubiera dicho que no, pero era San Matías y yo conocía la situación; querían que siguiera construyendo, ayudando a la gente. Me fue un poco difícil regresar para San Matías porque yo apenas estaba empezando allá en Sagrado Corazón, levantando a la comunidad allá. Parte de mí decía que no, pero parte de mí quería venir. Muchos padres (sacerdotes) no querían venir para acá porque es una parroquia muy grande y eso implica gran cantidad de trabajo”, dice refiriéndose a San Matías, a la que considera como otra “Placita” por la gran cantidad de gente y la gran actividad que se desarrolla.

Por ejemplo, “cada sábado, -señala el padre Torres-, bautizamos a más de 100 niños; de 9 hasta las 5 hay Misas cada hora los domingos”. A ello hay que agregar las bodas, confesiones, administración de otros sacramentos, etc. El religioso calcula que la parroquia tiene más de 100 mil feligreses, un 95% hispanos, lo que exige un gran esfuerzo que hace con su pequeño equipo sacerdotal. Cuando llegó había tres padres asociados, ahora, al empezar su tercer año en el cargo, cuenta con dos asociados que le ayudan.

CRISTO EN ACCIÓN

Reflexionando acerca de su vida sacerdotal, el padre destaca lo bonito y satisfactorio que resulta traer la presencia de Cristo a los demás, administrarles los sacramentos.
“Para mí es algo muy grande creer que Cristo es quien nos llama a servirlo a Él, a consagrar, pero no es uno, es Cristo en la Misa quien está consagrando las hostias, quien está convirtiendo el pan en el cuerpo de Cristo. Es algo grande, pero lo bonito es reconocer que no es uno, que es Cristo. Es como una bendición que Él me ha llamado. No me puedo creer que me haya elegido”, dice humildemente el padre Torres. En realidad, expresa, se siente plenamente realizado como hombre, cristiano y sacerdote, a la vez que le parece increíble estar haciendo una labor en nombre de Cristo y que, igual que uno se siente bonito ayudando a otra persona, ahora él lo puede hacer todos los días siendo sacerdote: “Yo les digo a los jóvenes que es como cuando uno ayuda a alguien. Se siente bonito, ¿verdad? Pero ahora yo lo hago todos los días. Siendo sacerdote lo haces todos los días. Sí, es trabajo, pero es más ministerio; es servicio”, concluye.

VOCACIÓN BONITA

“Si sienten la vocación, si lo están pensando, un consejo es que hablen a la Oficina de Vocaciones. Nada más pregunten. No se sientan presionados ni forzados, siempre es bueno preguntar, investigar, porque Dios los está llamando, pero unas veces tenemos miedo: ¿Qué será lo que nos dice? Y unas veces uno puede pensar que un padre es muy santo y uno no puedo ser así; los padres somos humanos… (Si sientes vocación) debes investigar y tratar de descubrir si es para ti. Dios te va a enseñar si es algo para ti. Hay que dar ese paso. No hay que tener miedo de esto que es algo bonito”.

FAMILIA

“Es muy importante. La familia puede despertar el amor a la Eucaristía, el amor a la Iglesia, el amor a Dios. En mi familia rezábamos juntos el Rosario. Hay que inculcar eso a los jóvenes. Ahora la sociedad busca mucho dinero, cosas materiales; eso no es importante. Yo le digo a los jóvenes: Un día cuando nos enfrentemos a Cristo en la muerte, Él no va a preguntar ¿cuánto dinero tienes?’ Nada puede comprar el Cielo… La familia tiene que enseñar a sus jóvenes que es más importante seguir a Cristo”.
De hecho, dice, todos los jueves, en sus días libres, visita a su familia y también los domingos “si termino temprano la Misa, me voy a cenar con mis papás”.

DATITOS

¿QUÉ COMIDA LE GUSTA?

“Frijol y arroz y un tipo de carnitas cortaditas con chilito o pollo”.

¿SABE PREPARAR ALGO?

“No sé cocinar muy bien”.

¿Y EL DEPORTE?

“Me gusta, pero lo que más me gusta es ir al gimnasio, hacer pesas. El basketball ya no lo juego mucho, lo jugaba antes. Me gusta el fútbol americano, aunque no lo juego. El béisbol también lo juego de vez en cuando”.

¿QUÉ HACE EN SUS DÍAS LIBRES?

“Me gusta ir al gimnasio” -y afirma que está en buen estado físico.

¿HA VIAJADO?

“Fui a Alemania cuando estaba en el seminario porque mi hermano era militar. A México he ido muchas veces. No tengo ya mucha familia por allá”.

¿CÓMO LE GUSTARÍA QUE LO RECUERDEN?

“Que traté de hacer lo mejor, que fui fiel, que traté de servir a Dios bien. Traté de ser un buen hijo, un buen hermano, una buena persona. Que fui auténtico”.

PADRE MARIO TORRES, párroco
Parroquia de San Matías (St. Matthias)
7125 Mission Pl.
Huntington Park, CA 90255
(323) 588-2134

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