
EL OBISPO OSCAR SOLÍS SE CONVIERTE EN EL PRIMER FILIPINO EN DIRIGIR UNA DIÓCESIS DE ESTADOS UNIDOS
‘Voy a echar de menos a amigos y sacerdotes y a Los Ángeles, pero sé que Dios tiene algo reservado para nosotros cuando nos lleva a un nuevo lugar’- Oscar A. Solís, nuevo Obispo de la Diócesis de Salt Lake City, Utah.
Texto y fotografía J.D. LONG-GARCÍA
El Papa Francisco ha nombrado al Obispo Auxiliar de Los Ángeles Oscar A. Solís para liderar la Diócesis de Salt Lake City, Utah. De esta manera se convierte en el primer filipino en dirigir una Diócesis de Estados Unidos.
El Obispo Solis, que ha estado sirviendo como Obispo Auxiliar de Los Ángeles desde 2004, ahora estará a cargo de una Diócesis que abarca todo el Estado de Utah y alberga a 300 mil católicos.
“Nuestra pérdida será un regalo para la familia de Dios en Salt Lake City”, dijo el Arzobispo José H. Gomez. “Sé que será para ellos un modelo de oración y compasión y un gran Obispo. Y espero que se convierta en la voz principal de los millones de católicos filipinos de este país, que son una hermosa señal de crecimiento y renovación de nuestra Iglesia y país”.
El Obispo Solís catalogó a su nombramiento como “un reconocimiento a la diversidad de la Iglesia en América y la universalidad de la Iglesia”, y agregó: “Sabemos lo que significa ser pastor; pastor de una Diócesis particular. Siendo originario de Filipinas, es una tremenda bendición, responsabilidad y un privilegio estar al servicio de la Iglesia local de Estados Unidos de América”.
En Los Ángeles, el Obispo Solis desempeñó una variedad de funciones, incluyendo la de vicario para el Ministerio Étnico desde su ordenación en 2004 hasta 2009. También sirvió como director de la Oficina de Justicia y Paz de 2005 a 2009. Luego, en 2009, fue asignado a la Región Pastoral de San Pedro, donde ha servido hasta el día de hoy.
Antes de convertirse en el primer filipino en ser ordenado obispo de Estados Unidos en 2004, sirvió a parroquias en Nueva Jersey y Louisiana.
“Voy a echar de menos a amigos y sacerdotes y a Los Ángeles, pero sé que Dios tiene algo reservado para nosotros cuando nos lleva a un nuevo lugar”, dijo. “Conozco a sacerdotes extraordinarios en Utah y a gente maravillosa. Sé que no nos equivocaremos si trabajamos juntos como Iglesia, como comunidad. Dios proveerá el resto.
“No tengo expectativas. No tengo ningún plan oculto, personal. Simplemente voy con el corazón abierto y la mente abierta, con la voluntad de abrazar y amar a la gente que voy a guiar; escucharlos y establecer una hermosa relación de trabajo para construir la Iglesia local en Utah”, concluyó. VN
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