EL HITO DE LOS 300 MILLONES DE HABITANTES TENDRÁ SABOR LATINO

EEUU se convertirá pronto en el tercer país, después de China e India, en superar los 300 millones de habitantes, un hito que no habría sido posible sin la creciente presencia de latinos en el país.

El esperado acontecimiento, que según el Registro del Censo se materializará a mediados de este mes -probablemente a principios de la semana que viene-, servirá para recordar lo mucho que ha cambiado EEUU en las últimas cuatro décadas.

A mediados de los años 60, cuando se alcanzaron los 200 millones de habitantes, el 84 por ciento de la población era blanca, el 11 por ciento negra, el cuatro por ciento hispana y el uno por ciento asiática, según el centro de estudios Pew Hispanic Center.

Los blancos siguen siendo mayoría, pero su porcentaje ha caído hasta el 67 por ciento. Por el contrario, los latinos suponen ya casi el 15 por ciento de la población, un porcentaje que según las estadísticas oficiales aumentará hasta el 25 por ciento en el 2050.

Con esos datos sobre la mesa, no falta quien como William Frey, analista del centro de estudios Brookings Institution, pronostiquen que el habitante número 300 millones será un bebé latino nacido en Los Angeles.

Esa especulación no podrá ser comprobada, porque el sistema de algoritmos que utiliza el Censo no permite semejante grado de detalle pero revela la importancia del factor latino en el tercer país más poblado del planeta.

En ese sentido, el demógrafo Jeffrey Passel, del centro de estudios Pew Hispanic Center, sostiene que alrededor de la mitad de los últimos 100 millones de habitantes son inmigrantes y sus hijos.

Sin ellos, dice Passel, la población de EEUU sería de unos 247 millones. El número de hispano-estadounidenses rondaría los 16 millones en lugar de los 44 y los asiático-estadounidenses serían dos millones en lugar de 13.

Pese a que nadie discute que sin los latinos EEUU no tendría 300 millones de habitantes la próxima semana, muchos sí cuestionan las ventajas de ese incremento demográfico.

“La inmigración tendrá muchas repercusiones negativas”, dijo a Efe Steven Camarota, director del Centro para Estudios sobre la Inmigración, que está a favor de mayores controles para frenar la cifra de inmigrantes, que aumenta a un ritmo de un millón por año.

Camarota dice que una mayor inmigración implica “menos espacios abiertos, más congestión, más tráfico”, una expansión descontrolada.

El analista destaca que la tasa de fertilidad en EEUU, próxima al 2,1 por ciento, es suficiente para garantizar la estabilidad demográfica y evitar los problemas de reducción de la población que tienen regiones como Europa o países como Japón.

“O sea que aunque no tuviéramos inmigrantes no tendríamos los problemas de Europa”, insistió.

Su visión contrasta con la de John Seager, presidente del centro Population Connection, que estudia tendencias demográficas.

“Es realmente desafortunada la forma en la que EEUU discutimos el tema de la inmigración”, dijo a Efe Seager, quien cree que se aborda el tema de los flujos de personas en términos militares, en lugar de verlo como un asunto de política exterior y una tragedia humana.

Seager parafrasea al historiador de Harvard Oscar Handlin al señalar que “la historia de EEUU es la historia de la inmigración” e insiste en que es necesario “sentarse con México” y discutir el problema de forma razonable.

Por su parte, Frey, de la Brookings Institution, hace hincapié en “las ventajas” de tener una población con un porcentaje alto de inmigrantes.

La primera de esas ventajas sería que la menor edad de los inmigrantes ayuda a reducir el problema del envejecimiento demográfico.

Además, “la inmigración equivale a diversidad”, un fenómeno que según Frey resulta positivo tanto desde el punto de vista cultural como económico, “al ayudar a entender mejor a potenciales clientes en otras partes del mundo”, indica. VN

Share