EL DÍA DE LOS MUERTOS HOY

EL DÍA DE LOS MUERTOS HOY

(fOTO de victor aleman / vida-nueva.com).

Por DR. JOSÉ ANTONIO MEDINA

Cientos de años antes de que los españoles llegaran a América, los nativos de estas tierras ya creían en la vida después de la vida. Los mayas, los aztecas junto a otros muchos grupos del Continente profesaban formas religiosas en las que había un enorme respeto por los que ya habían muerto. Sabían que estaban en otra forma de vida, posiblemente no en nuestra comprensión de la vida eterna o de la resurrección, pero sabían que la vida no podía acabar. Ellos reconocían una divinidad que los ponía en contacto con los seres queridos que se habían adelantado, la nombraban “Mictecacihuatl”, o “Señora del inframundo”. Se creía que había muerto al nacer por eso tenía ese cargo. Ella cuidaba los huesos de los fallecidos en el más profundo nivel del inframundo (no confundirlo con el infierno). Esta visión indígena de la muerte no era vista con miedo o para asustar, todo lo contrario, la muerte para los pueblos indígenas era una situación inevitable y en ocasiones incluso motivo de risa.

Con la conquista española, muchas de estas costumbres trataron de ser borradas con la nueva fe cristiana, pero fue imposible sacarlas de la cultura por lo que paulatinamente se fueron cristianizando y acabaron siendo parte de los rituales cristianos. Las fiestas de los fieles difuntos y todos los santos asumieron rasgos procedentes de las culturas pre-hispanas. Una broma muy extendida dice que una vez un español le preguntó a un mexicano que había llevado a la tumba de sus antepasados comidas y bebidas: ¿A qué horas vienen tus muertos a comer y beber? A lo que el mexicano contestó, a la misma hora que vienen los tuyos a oler y ver las flores que has puesto en su tumba.

La imagen de la Señora del inframundo fue evolucionando en la mente de los mestizos mexicanos a lo largo de los siglos. Una de las manifestaciones artísticas de esta evolución fue y es “La Catrina”, creada por uno de los más famosos artistas plásticos mexicanos, Don José Guadalupe Posadas. Él la popularizó dibujando diversas versiones de la calavera en la que se mofaba de las modas de las señoras elegantes de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX. “La catrina” es ahora un signo de alegría y fiesta junto con el pan de muerto, el papel cortado y otras acciones y rituales que los mexicanos celebramos el Día de los Muertos.

La fiesta del día de los muertos es una prueba del mestizaje religioso que se dio en la evangelización de América latina. Fue imposible para los españoles borrar la profunda religiosidad de los nativos, pero tampoco era posible aceptar sin purificar las expresiones religiosas que caían en formas de paganismo y superstición. Se dio un proceso mutuo de integración e inculturación del Evangelio y por supuesto de purificación, son muchísimos los signos aún hoy presentes de este mestizaje religioso y cultural que han permitido que la fe cristiana tenga expresiones originales en cada pueblo y en cada cultura del Continente.

Podemos reconocer que este mestizaje se dio de diferentes formas en las diferentes regiones del Continente. En México hay diferentes costumbres para el Día de los Muertos: en Oaxaca es diferente que en Morelos o que en Michoacán, pero también es muy diferente lo que se hace en Bolivia, Guatemala o en Brasil en donde también se dio esta mezcla religiosa en torno a la muerte.

¿Cómo se celebra esta fiesta? Son muchas las maneras, pero lo común a todos los grupos es que es una fiesta en la que hay música, bebida, adornos festivos como el papel picado y la flor de cempazúchil, pero sobre todo comida: el pan de muerto, las calaveritas de azúcar, los moles y los guisados del Día de Muertos son una gran oportunidad para compartir en familia, todos juntos, recordando a los que se han adelantado. Quizás lo más característico es la visita a los cementerios y el altar de los muertos. Todas estas costumbres fueron aceptadas por el cristianismo oficial y se convirtieron en un modo de educar sobre la confesión cristiana en la vida eterna.

Ciertamente, la fiesta del Día de los Muertos está evolucionando al introducir nuevas costumbres tomadas de las nuevas realidades sociales y culturales, y es nuestra tarea como cristianos evitar que las que fueron auténticas tradiciones de las culturas indígenas cristianizadas se contaminen con formas de fanatismo o pseudo-devoción. La denominada “santa muerte” no tienen nada que ver con el Día de los Muertos, ni mucho menos con el mensaje del cristianismo. Formas religiosas que introducen miedo o supuestos poderes especiales a la muerte sólo esclavizan al miedo o a expectativas que no se van a realizar porque no proceden de la fe sino de la mentira, el engaño y el fanatismo que nunca hace libres a las personas sino las vuelve manejables a los intereses de quien las promueve.

Los cristianos nos tenemos que formar para que podamos evangelizar respetando la cultura de aquellos a quienes evangelizamos, pero sin caer en errores doctrinales o en formas nuevas de fanatismo que no tiene nada que ver con el amor a Dios que nuestro Señor Jesucristo nos enseñó con su vida, muerte y resurrección.

Que la fiesta del Día de los Muertos nos permita reconocer a Jesucristo tal como no lo enseña nuestro Credo: “…quien subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin”. Amén. VN

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