<!--:es-->EL CORAZÓN TODAVÍA TIENE MOTIVOS PARA ESPERAR<!--:-->

EL CORAZÓN TODAVÍA TIENE MOTIVOS PARA ESPERAR

Mensaje de Navidad 2008

Hay muchos recuerdos como fotografías impresas en nuestras mentes y corazones: Villancicos, luces parpadeantes sobre frescas hojas perennes, mesas dispuestas con buena comida, botas llenas de presentes, el dar y recibir regalos de amigos, parientes y compañeros de trabajo. Todo eso es parte del espíritu de Navidad para la mayoría de nosotros.

Al prepararnos para la Navidad de 2008, hay signos muy claros de que esta temporada de fiestas será algo diferente para la mayoría de nosotros. La crisis económica, no solamente en este país sino en todo el mundo, nos ha alcanzado en la forma de muchos miedos, preocupaciones, inseguridades y ansiedades. Cada año tratamos de recordar que Navidad es una celebración de la venida del amor encarnado de Dios en un niñito pobre. Quizá como nunca antes, este año tenemos la oportunidad de enmarcar de nuevo nuestras fotos, de purificar nuestros recuerdos, de modo que entremos profundamente en el misterio central de Navidad: Dios viene a nosotros pobre, en nuestra propia pobreza.

Año tras año, esta temporada nos proporciona la oportunidad de dar a otros. De ser más generosos con aquellos que están pobres y en necesidad. Nosotros tratamos de ahondar en nuestro compromiso de vivir en solidaridad con los pobres de la tierra, dando de nuestra abundancia, compartiendo de nuestros excedentes con los que son menos afortunados que nosotros. Pero, al prepararnos para la Navidad de 2008, hay un profundo reconocimiento de que todos nosotros –ricos, clase media, pobres- hemos sido afectados por la crisis financiera que hace estragos en el mundo. Estamos siendo desafiados a adoptar un nuevo modo de pensar, una nueva comprensión de la Navidad, en la cual hay una profunda solidaridad entre todos nosotros.

El punto de esta solidaridad es el pobre niñito que yace en un pesebre, En él, los ricos y los pobres vienen juntos: reyes y pobres; sabios y pastores vienen a contemplar el don que les es dado a ellos. Y a nosotros. Nuestra solidaridad de unos con otros descansa en este don de Dios que viene pobre a todos nosotros. Este regalo, el amor de Dios encarnado en un pesebre, es la única cosa que ricos y pobres nunca pueden perder. Este regalo pertenece a los fuertes y los débiles, los astutos y los sencillos. Nunca disminuye de valor. Este amor nunca se seca. No fluctúa, yendo arriba y abajo como Wall Street y otros mercados financieros del mundo. Este tesoro no nos puede ser quitado a ninguno de nosotros. Sólo en esto está nuestra seguridad, El Amor que se hace pobre es nuestra seguridad.

En estos tiempos de inquietante preocupación, se nos recuerda cada día que no hay una solución rápida para la actual crisis económica. El descenso financiero estará con nosotros y nos afectará por mucho más tiempo del que quisiéramos. Debemos estar preparados para vivir con más sencillez, verdaderamente con más humildad en la escena mundial que en tiempos anteriores de nuestra historia. Debemos prepararnos para el largo camino.

Muchos de nosotros contemplamos y adoramos al pobre niñito durante la temporada de Navidad. Pero este es sólo el comienzo. Nosotros vamos a seguir al Cristo pobre durante cada época de su vida, aún hasta el punto donde el hombre Jesús de Nazareth no tiene donde recostar su cabeza. Hasta los animales tienen un lugar para descansar. Pero Jesús, el Hijo de Dios y de María, no tiene una casa: Un establo al comienzo, no es un lugar para descansar en su ministerio; ni siquiera tiene una tumba ni un lugar para su entierro de su propiedad al final de su vida.

Mis palabras esta Navidad son pronunciadas mientras enfrentamos una crisis económica en una escala que la mayoría de nosotros nunca habíamos visto en nuestra vida. Recordemos que no es vergonzoso ser pobre. Pero es difícil. Todos nosotros podemos encontrar un pequeño consuelo en esto: Nuestra seguridad, nuestra estabilidad, nuestra permanencia como pueblo no descansa en la economía de nuestra nación, ni en nuestra identidad nacional. Nuestra permanencia, nuestra identidad, la vamos a encontrar en nuestra fe compartida en Cristo Jesús y en su Evangelio. Él vino para traernos alegres noticias en nuestra debilidad y pobreza. Él viene a nosotros como un niñito pobre y vulnerable. Esta Navidad él entra en nuestra vida en nuestro punto más vulnerable. Esta es la única razón que tiene el corazón para esperar esta Navidad. VN

Share