DIOS ESCRIBIÓ ‘DERECHO CON LÍNEAS CHUECAS’ EN LA VIDA DEL PADRE EDUARDO SOTO

“Me presenté [al Seminario], di el examen y aquí estoy, así de sencillo”, explica el padre Eduardo Soto de su vida sacerdotal. Una religiosa le sugirió ir al Seminario en el octavo grado y sus padres, muy católicos ambos, estuvieron encantados.

El padre Soto nació en Los Ángeles, de madre jalisciense y padre chihuahuense. “Mi padre -cuenta Eduardo a VIDA NUEVA- se vino a trabajar aquí por la necesidad, por la revolución, para buscar una mejor vida, con más tranquilidad”. Y cuenta que el matrimonio tuvo cinco hijos -dos varones y tres mujeres- de los que viven tres: “La mayor, la menor y yo” [el cuarto]”.

Perfectamente bilingüe, explica que en casa se hablaba “mayormente español, inglés en la escuela, después spanglish”.

Estudió la primaria en la escuela pública, dos años en la escuela parroquial Soledad, secundaria y dos años de colegio en el Seminario menor de Los Ángeles. Como nota histórica, dice que “no existía el de San Fernando entonces, quedaba en West Los Ángeles. Ya no funciona, desde que abrieron el menor de San Fernando pasó para allá”.

MISA Y VOCACIÓN

El padre Soto explica que “antes de pensar en ser sacerdote, de chico, desde la primera comunión me fascinó la misa, siempre tuve interés y fascinación con ella”.

En octavo grado, tiempo de graduación después de dos años de escuela católica, “una religiosa de mi escuela me preguntó si había pensado en ser sacerdote y me recomendó al Seminario menor de Los Ángeles: me presenté, di el examen y aquí estoy. Es evidente que vio algo en mí. Fui al único de la clase a quien le preguntó”.

Con el agrado de sus padres, ingresó en el Seminario y en todo momento contó con el apoyo de su familia entera. Luego pasó al Seminario mayor, en Camarillo, donde encontró un ambiente fabuloso y disfrutó de los cursos normales de toda entidad de este tipo en aquellos tiempos.

Estuvo allí seis años, de 1952 a 1958. “El 1 de mayo de 1958 me recibí como sacerdote”, manifiesta mirando hacia atrás a su vida plena.

LUNA DE MIEL

De ahí pasó a la primera parroquia: la Natividad, de El Monte, donde estuvo hasta 1963 desempeñando la labor de vicario. “Fue mi primera parroquia, fue mi luna de miel. En aquel entonces no era hispana, sí había una capilla de Guadalupe para los mexicanos de la parroquia, pero había de todo”.

“Le encantaba -explica- realizar misa con mi gente y toda la labor de una parroquia”.

A través de los siguientes veinte años su recorrido sacerdotal incluyó muchas parroquias de Los Ángeles y Fresno y con el tiempo lo llevó a Santa Rosa de Lima, en Maywood, donde ha permanecido más tiempo que en cualquier otra. De hecho, dice: “Aquí llegué en 1989, aquí me jubilé y aquí estoy de residente”.

Sobre su permanencia en Santa Rosa, relata el padre, “no llegué con la intención de jubilarme en esa parroquia, era sólo una más donde iba a servir. Esta parroquia es ahora mayormente hispana, tenemos una misa en inglés el domingo y el sábado una en spanglish. La mayoría está conformada por mexicanos, pero también tenemos gente de diferentes partes de América Latina, especialmente Centroamérica.

A pesar de los numerosos cambios de parroquia, el padre Soto dice que no le afectó tanto: “Ya sabía que ése era el ritmo de casi cualquier obispado. Me ayudó mucho estar involucrado en movimientos de matrimonio, de familia cristiana; no me faltó en qué ocuparme”.

JUBILADO CON TRABAJO

La misa y el pueblo católico lo han sostenido en cualquier parroquia, dice. Da gusto escuchar al padre narrar su larga historia al servicio de la comunidad. “Llevo jubilado tres años. Aquí en la parroquia apoyo principalmente con las misas diarias que tienen en inglés y luego también vuelvo a El Monte a ayudar y aquí en San Marcelino, en Commerce, y en el pueblo japonés, en Little Tokio, hago una misa en inglés los miércoles. Esto es precisamente por la falta de sacerdotes”.

“Aquí en esta parroquia me dijeron que me podía quedar. Como el obispado da poco dinero para vivir fuera, no podía yo vivir con eso, así que me quedé. Además me había ya encariñado con la gente y estoy muy viejo para andar haciendo mudanzas. Hay mucha buena gente aquí, donde quiera. Después de la misa, es el pueblo católico lo que me ha mantenido en cualquier parroquia”.

El día 13 de junio, día de San Antonio, cumplirá 81 años; una larga vida dedicada mayormente a Dios. “Dios mediante, de aquí en la parroquia ya me iré al cielo”, manifiesta con la esperanza enraizada en la fe del cristiano.

FALTA DE SACERDOTES

Reflexionando sobre la actual falta de sacerdotes, el padre Soto afirma: “No es una cosa fácil de explicar el alejamiento de los jóvenes del sacerdocio. Desde los años 70 se empezó a ver en dondequiera, no nada más en la Iglesia; se buscaba más o menos una libertad. Ahí empezaron a flaquear las vocaciones”.

Por otro lado, el padre percibe que “posiblemente es la mano izquierda de Dios, porque con escasez de clero el pueblo católico tiene que poner el hombro a la obra y más laicos están participando en las parroquias que antes, por necesidad. Por el [Concilio] Vaticano II hubo un cambio que empezó a ayudar en ese sentido”.

Como mensaje a las jóvenes, el padre Soto cree que, “si a alguno le parece la misa aburrida, mejor que ni se ordene. La misa es el Calvario y la Última Cena en combinación; eso me sigue fascinando y el hecho de que no hay otra cosa en el mundo que se compare con la Santa Misa. Todo lo demás, de administrar parroquias, de apostolado vale, pero para el sacerdote, la palabra misma tiene que ver con el culto de Nuestro Dios. Para el católico es importantísima la misa”.
VN

PREGUNTITAS

¿QUÉ LIBRO ESTÁ LEYENDO? -“Cantidades de libros, principalmente litúrgicos y bíblicos. Fuera de eso se me va la mayor parte del tiempo preparando las Homilías no sólo los domingos sino entre semana también. Me paso horas y días preparando las Homilías y me encanta”.

“Me ayudó muchísimo que el Vaticano II nos pidiera que diéramos Homilías en cada misa. Ahí está mucha de mi espiritualidad, de mi inspiración. El Vaticano lo puso tan lindo: ‘Nutrir al pueblo con la Eucaristía y con la palabra de Dios, y así es que para eso se tiene que estudiar y leer mucho”.

¿TIENE DÍAS LIBRES?- “Tenía. Por eso de ayudar acá y allá se fueron acabando los días libres. El primer año que me jubilé lo estaba gozando, pero empezó eso de que hay mucha necesidad aquí y allá y ahora con suerte tengo un par de días entresemana que puedo decir que son libres”.

¿QUÉ LE GUSTARÍA HACER QUE NO HA HECHO?- “Lo de viajar no, porque ya no aguanto los aviones ni nada de mucho tiempo. Mis intereses son más sencillos, aquí tengo un apartamentito y me gusta la música”.

¿QUÉ TIPO DE MÚSICA LE GUSTA?- “Me gustaba de toda, pero ahora tiro más hacia la clásica. Por gracia de Dios, la música me ha sostenido bastante”.

¿SABE CANTAR? “Me gusta cantar y me dicen que lo hago bien. Cuando tenía 14 años tuve el sueño de irme de estrella de Broadway, de cantante, de hacerme un millonario soltero. Lo que pasó es que desde chico la misa me fascinó y me incliné por eso, pero podemos ver que Dios escribe recto con líneas chuecas. Lo que me di cuenta es que la Iglesia se encargó de mis sueños: de rico, de millonario, estuve a través de los años en tantas parroquias enriquecido de miles y miles de gente; rico en aprecio como sacerdote católico de parte del pueblo católico”.

“Lo último que se me ocurrió es pensar: ‘En Broadway, si una obra dura 10, 20 o 30 años es cosa mayor y yo estoy en la obra mayor que nunca se va a acabar y, como me gusta cantar, me toca ser el protagonista”.

“Dios supo lo que iba a hacer conmigo, me lo dio todo de otra manera y más durable”.

¿QUÉ TIPO DE COMIDA LE GUSTA? “De toda, por eso tengo sobrepeso, ando bajando pero es muy difícil. Tengo un estómago internacional”.

¿SABE COCINAR?- “No, muy poco. Aprendí a hacer chilaquiles de joven y cuando me tocó estar en Fresno aprendí a hacer espagueti. Fuera de eso, aprecio a los cocineros”.

¿CÓMO LE GUSTARÍA QUE LA GENTE HABLE DE USTED CUANDO YO NO ESTÉ?- “Que digan que les encantaron mis misas. Ya me lo dicen, que les encanta la misa. Me gusta prepararme para no subir al púlpito con cualquier cosa piadosa que no tenga sentido”.

MENSAJE A LOS JÓVENES
Como dicen en inglés cuando uno está en la alberca: ‘Come on in, the water is fine, come on in, the marsh is fine’. Que los jóvenes lo consideren como una opción. Pero si tienen miedo a la misa, entonces que mejor lo piensen”.

PADRE EDUARDO SOTO
4450 E. 60th St.
Maywood, CA 90270
(323) 560-2381

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