DÍA DE LOS MUERTOS, UNA FIESTA PARA CONMEMORAR A NUESTROS SERES QUERIDOS FALLECIDOS

DÍA DE LOS MUERTOS, UNA FIESTA PARA CONMEMORAR A NUESTROS SERES QUERIDOS FALLECIDOS

Por EBER HUEZO

El Día de los Muertos es un día festivo celebrado del 1 al 2 de noviembre especialmente en México y Centroamérica, donde originalmente se inició la tradición. Se honra a los difuntos con festivales y celebraciones animadas, una costumbre típicamente latinoamericana que combina el ritual indígena azteca con el catolicismo, traído a la región por los conquistadores españoles. Asegurando que los muertos serían insultados por el duelo o la tristeza, este día celebra la vida de los fallecidos con comida, bebida, fiestas y actividades que los muertos disfrutaron en la vida. Igualmente, reconoce el fallecimiento de una persona como una parte natural de la experiencia humana, comenzando con el nacimiento, la infancia y el crecimiento para convertirse en un miembro contribuyente de la comunidad. En el Día de los Muertos, los fallecidos también son parte de la comunidad, despertando de su sueño eterno para compartir celebraciones con sus seres queridos.

VIDA NUEVA entrevistó a algunas personas para que nos cuenten cómo honran a sus añorados difuntos.

Claudia Aparicio

Puebla, México

“En el Día de los Muertos en Puebla acostumbramos a levantar un altar familiar en nuestras casas con veladoras, flores naturales y sobre el altar ponemos ofrendas consistentes en comidas y todos aquellos alimentos que les gustaban a nuestros parientes cuando estaban en vida. Nuestra creencia es que, para ese día, ellos tienen permiso de parte de Dios para que visiten a sus familiares. Así que los parientes vivos tenemos la obligación de recibirlos de la mejor manera posible. Generalmente, se hacen tamales y se pone fruta de temporada para que ellos coman.

Hay gente que no cree en la visita de las almas, pero mi abuelo nos contaba de una pareja de esposos cuya mujer quería esperarlos con un pavo cocinado, pero el hombre se lo impedía al considerar que no valía la pena. Decidió ir al mercado y comprar unos camotes y se los llevó a su mujer para que los cocinara y ofreciera eso a sus parientes muertos. Cuando llegaron los difuntos sólo encontraron camotes y se entristecieron, pero, aunque no les gustó, tomaron aquel camote diciendo que eso mismo le ofrecerían al hombre cuando llegara al más allá.

Al escuchar aquel hombre lo que la gente decía sobre los comentarios de los difuntos, corrió donde su mujer para que cocinara el pavo. La mujer sabía que sus parientes ya se habían ido, pero, aun así, le obedeció a su marido que se había ido a la cama para hacer su siesta. Cuando fue a despertar al hombre para que comiera, éste ya estaba muerto.

Es por eso que yo guardo la tradición y honro a mis parientes. Aun viviendo en Los Ángeles, cuando sirvo comida, siempre le dejo un lugar en la mesa a mi hermano, quien murió recientemente. Mis hijos me dicen que estoy loca, pero yo le pongo una cerveza de la marca que a él le gustaba. Eso me ayuda mucho no solamente a recordarlo, sino a sentir su presencia como si estuviera vivo.

Creemos que cuando no se les pone ninguna ofrenda, ellos se regresan muy tristes, por eso cada una de las familias en Puebla les ofrecemos algo en su día. También se visita el cementerio para adornar con flores sus tumbas, y algunas familias se reúnen para comer alrededor de las tumbas de sus parientes”.

Erbey Pineda

Guerrero, México

“En Guerrero la celebración del Día de los Muertos se comienza desde antes del 2 de noviembre. La gente inicia los preparativos comprando flores y otras cosas para levantar un altar en sus casas donde ponen alimentos que les gustaban a los familiares cuando estaban en vida. Se cree que para esa fecha llegan las almas del limbo para visitar a sus parientes.

Se tiene la creencia que las familias ayudan a conducir sus almas por un buen camino y por eso realizan altares y procesiones. Los panteones y hogares se llenan de ofrendas con flores de cempasúchil, veladoras, pan de muerto, mole, tequila, mezcal, etc., demostrando el cariño a sus muertitos. La gente gasta mucho dinero en estos preparativos, pero no les importa, con tal de seguir con la tradición, que, en mi opinión, sólo es una costumbre que se sigue realizando, aunque se encuentre uno fuera de México”.

Milagro Carrillo

El Salvador

“El Día de los Difuntos lo celebramos desde el 1 al 2 de noviembre. Ese día en nuestro caso, en la Ciudad de Cojutepeque, la municipalidad envía trabajadores a limpiar la maleza del cementerio para que la gente llegue y se dedique a pintar y enflorar las tumbas de sus seres queridos fallecidos. Generalmente llegan en familia, y se reúnen en cada una de las tumbas para poner flores y rezar por el alma del difunto.

Más de algún visitante lleva serenata a su pariente, sobre todo, si en vida le gustaba la música. Contrario a otros países como México, no cocinan ni llevan alimentos a los cementerios; la gente prefiere salir a comer fuera del camposanto donde se instalan decenas de puestos de comida típica como las pupusas, yuca frita, pasteles entre otros alimentos que se venden en estas fiestas populares. Allí mismo, también se instalan floristerías, por lo que la gente puede comprar sus flores, veladoras, estampas de santos, rosarios, escapularios entre otros objetos religiosos.

“Hay una misa por la tarde muy solemne donde el sacerdote ruega por las almas de los difuntos, y en algunos cementerios ponen un pianista para que toque música solemne. En ese día no hay distinción de religiones, todos siguen una tradición de rememorar a sus seres queridos”.

Ricardo Ortiz

Honduras

“El Día de los Muertos en Honduras se conmemora visitando las tumbas de nuestros seres queridos. Cada una de las familias limpian y pintan los mausoleos y si está a flor de tierra, se les quita la maleza y se comienza a adornar con flores naturales y artificiales, se les pone algún plato que era el favorito del difunto y se lo dejan en la tumba o en el mausoleo como una ofrenda. También acostumbramos a reunirnos con familiares y amigos, donde hay comidas y bebidas. Se hace un rezo y se cuentan anécdotas del fallecido.

En el occidente del país, característicamente en los poblados lencas, se acostumbra a esperar la llegada de las fechas con ayote endulzado con panela y canela y colocado en ollas de barro que se dejan cerca de las puertas de entrada a las casas, para que los muertos puedan degustar los sabores y compensar la generosidad con cosechas abundantes, estos en los municipios de Copán, Santa Bárbara y Lempira, donde aún conservan este ritual.

Es una fecha memorial a nivel nacional y muy colorida que motiva a cientos de hondureños a concurrir a los cementerios, tal así que aun los que vivimos fuera del país nos motiva ir por este día, aunque por supuesto, no todos podemos”. VN

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