DÍA DE LA FAMILIA – DÍA DE LA MUJER

Por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez

TEHUACÁN. Mañana domingo se celebrará en México el Día Nacional de la Familia, mientras que el 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Sobre ambos acontecimientos reflexiona -en el siguiente mensaje- monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán, responsable de la dimensión de la familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

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El primer domingo de marzo celebramos en México el Día Nacional de la Familia. El 8 de marzo celebramos el Día internacional de la Mujer. Dos acontecimientos que tienen cada uno su valía, pero para celebrar en mutua correspondencia.

La familia es el santuario de la vida humana: en la familia hemos nacido y crecido; en ella hemos encontrado la primera y básica fuente de relación y pertenencia; desde ella salimos a emprender perspectivas más amplias y a ella volvemos, porque es saludable y motivador “sentirnos en familia”.

Pues bien, esa atmósfera familiar, en nuestra cultura mexicana, con frecuencia logra su cohesión y consistencia gracias a la mujer que es madre, aunque también por desgracia muchas veces en la misma familia se haya hecho a un lado o hasta haya sido maltratada la mujer que es esposa, hermana e hija. ¡Qué fuertes contrastes se advierten al constatar, por una parte, la veneración a la mujer que es la propia madre; pero, por otra, el menosprecio de otras mujeres también en la propia familia! Lo cual nos motiva a agradecer y también a recapacitar. De modo que hay mucho por celebrar en estos días e igualmente mucho por reorientar en nuestro corazón y en nuestras acciones.

Se busca la no discriminación. Es un derecho, pero también un deber. El aborto es la primera terrible discriminación, al destruir la vida humana del ser más indefenso. Que la familia acoja cálidamente a toda vida humana que se empieza a gestar en el vientre de mamá y por la unión amorosa de papá y mamá; que los hermanitos ya nacidos acojan también con amor al que está por nacer.

De esta manera, que el próximo domingo celebremos nuestra familia, en una atmósfera de relación más humana y también divina, en la medida que somos hijos de Dios y lo queremos expresar en ese ámbito de relación.

Y celebremos, igualmente, el Día de la Mujer, en la realidad de la diversidad sexuada de varón y mujer, diferentes en lo biológico, psicológico y espiritual, pero iguales en dignidad y para el mutuo enriquecimiento y complementación. VN

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