DESDE LA COCINA, A SU PROPIA EMPRESA

DESDE LA COCINA, A SU PROPIA EMPRESA

(fOTO: ‘Para mí, lo más importante fue crear algo que me gustara elaborar y consumir. ¡Cómo lo vas a vender si tú no lo consumes!’- Janet Flores, fundadora de ‘Coyotas’ / MARÍA ALEJANDRA ESCALANTE).

¿Tiene una receta tradicional que podría convertirla en un negocio exitoso?

Por ALICIA MORANDI

Cuando Janet Flores llegó a San Diego, no imaginó que un año después sus tortillas favoritas estarían vendiéndose en tiendas y mercados de agricultores (Farmers’ Market), en bolsa de papel y bautizadas con el nombre “Coyotas”.

La decisión de dejar su México natal y pasar un año sabático en California, se convirtió rápidamente en un negocio prometedor.

En la cocina de la amiga que le hospedó, surgió la idea de comercializar tortillas hechas de cassava, una raíz similar a la yuca que pelan y muelen hasta convertirla en una harina suave y fina.

“Soy de Sonora y de ahí son originarias las tortillas de harina de trigo, que para algunos no son muy saludables. Entonces se me ocurrió crear unas tortillas que puedan digerirse mejor. Y como tenía tiempo libre empecé a probar recetas”, dice la nueva empresaria de 34 años.

Cocinar no era un secreto para ella. Por años se había dedicado a la repostería, y además administraba una escuela culinaria. Tenía la experiencia, así que comenzó a mezclar la harina de cassava con aceite de coco, agua, sal y un poco de goma de xantana que ayuda a aglutinar todos estos ingredientes, que según indica, son naturales sin conservantes, ni azúcar o gluten.

“Se las regalaba a familiares y amigos y me decían que en textura y sabor estaban mejor que todas las que habían probado en el mercado”.

Así que en agosto del año pasado empezó a tramitar todos los permisos para poder comercializarlas, y en diciembre sacó su producto a la venta. La respuesta ha sido muy positiva y se están abriendo nuevas oportunidades.

“Para mí, lo más importante fue crear algo que me gustara elaborar y consumir. ¡Cómo lo vas a vender si tú no lo consumes!”, enfatiza.

PASO A PASO

Janet empezó a vender en los ‘Farmers’ Market’, “porque allí no inviertes tanto dinero y ves la reacción de tus consumidores en el momento”.

Antes asistió a la junta de un mercado agrícola local y tomó un curso para aprender sobre todos los permisos que necesitaba para poder vender en uno de ellos.

“En el curso te van guiando paso a paso. Supe que existen dos permisos diferentes. Uno es sólo para vender en los Farmers’ Market, pero como mi producto está sellado, yo también quería venderlo ‘online’, y para eso se necesita un permiso del estado. Así que saqué los dos permisos. También necesitas tomar un curso en el Departamento de Salud de tu ciudad, y te dan el certificado por 5 años”.

En el sitio: Farmers Market pros.com, se puede hallar más información.

Para elaborar el producto existen dos opciones, explica Janet. “Una es cocinar el producto desde el hogar, pero estás limitado a vender nomás en tu ciudad y generar menos de 50 mil dólares al año. Y la otra opción es alquilar un espacio en una cocina comercial que se comparte con más gente. Me fui por esta opción para también vender por Internet. La cocina comercial requiere que tengas permisos, y un ‘liability insurance’, un seguro que te protege si le pasa algo al cliente, o tengas un accidente en la cocina o en los Farmers’ Market”.

Para iniciar su negocio necesitó alrededor de dos mil dólares, sin contar el costo de la materia prima.

“Muchos creen que para hacer comida casera y venderla no se necesitan permisos. Sin embargo, hay una ley que se llama ‘Cottage Law’, que establece requisitos en cuanto a permisos y al manejo de los alimentos”, dice a Vida Nueva, Claudia Shah, consejera empresarial del Centro de Negocios SBDC (Small Business Development Center).

Al igual que hizo Janet, “se debe tomar un curso de cómo elaborar y vender la comida casera. Una vez que obtenga el certificado, se puede llamar al inspector para que vaya a su casa y verifique que lo está haciendo correctamente”, agrega Shah. “El inspector verifica, por ejemplo, si la comida para vender se prepara separada de la que consume la familia, y si utiliza gorro y guantes para envasar y manipular el producto. Revisa si lleva una etiqueta con el “nutrition fact” (ingredientes), y está prohibido elaborar en casa, un producto que necesita refrigerarse”.

Puesto que Janet alquila una cocina comercial, puede ampliar el mercado de venta. “Gracias a mis consumidores ya entré en tres tiendas locales. Y como quiero que vendan mis tortillas, yo voy allí y ofrezco muestras gratis para dar a conocer el producto”, dice.

‘¿DÓNDE ESTOY AHORA?’ 

Janet Flores es ejemplo de la importancia de que “el emprendedor se conecte con sus dones y talentos”, comenta María Elena Garibay, con extensa experiencia formando a empresarios.

“Quien desea comercializar comida hecha en casa debe gustarle cocinar y tener esa habilidad”, sostiene Garibay, y añade que “si bien la empresa es importante, quien la va a sostener es el emprendedor”. Por eso su plática en el “Taller de emprendimiento para cocineros tradicionales” que ofreció recientemente en el Consulado de México en Los Ángeles, se enfocó en “cómo potenciar los recursos humanos del emprendedor”.

“No nomás es tener una receta y salir a emprender. Primero hay que hacerse la pregunta: ‘¿Dónde estoy ahora? Cómo me siento en este instante de mi vida’”, dice la especialista en Desarrollo del potencial humano, con maestría en Administración, y especialidad en mercadotecnia y finanzas.

“Mi estado emocional va a determinar mis decisiones, acciones y en consecuencia los resultados. Hay que observar cómo estoy en este momento en el área familiar, social, laboral y física, para poder emprender. Si por ejemplo no estoy bien de salud, o tengo problemas familiares, es fundamental atenderlo primero, porque cuando emprendemos hay que tener en cuenta todo lo que nos rodea, en especial hijos y pareja, que van a ser mi red de apoyo. Esto también te permite saber el grado de riesgo que existe, y cómo me voy a relacionar con mis clientes”.

Para Janet Flores, hay que “casarse con el cliente y no con el producto”, al cual muchas veces hay que hacerle modificaciones para adaptarlo al gusto del consumidor.

“Yo doy lo mejor de mí en el trato con el cliente”, acota. “Por ejemplo, tuve una que a los tres días que compró mis tortillas me dijo que no las había metido al refrigerador. Y necesitan refrigerarse. Le dije que no se preocupara, que le cambiaría el paquete. Y ese simple gesto hizo que ahora ella me consuma al menos cuatro paquetes al mes”.

SUDOR Y METAS

Por ahora la ganancia varía, pero le cubre los gastos, dice Janet. “Es un trabajo de tiempo completo, sólo descanso los lunes. Si no estoy produciendo, estoy vendiendo en los mercados. O en la cocina comercial empacando y sellando los paquetes con la etiqueta de los ingredientes (nutrional label); hay gente especializada que te detalla la nutrición del producto para proteger al consumidor”.

Asimismo, el producto debe incluir la fecha de vencimiento. Janet envía sus tortillas a un laboratorio. “También yo hice pruebas. Dejé paquetes con fechas abiertos y cerrados en mi propio refrigerador y cuando le salió el moho, vi cuántos días me duraban. También hice pruebas de congelarlas y cómo quedan al descongelarse, porque al cliente le interesa mucho eso”.

Igualmente vende las tortillas “online” a través de su sitio web, y en Instagram sube fotos que le mandan sus clientes usándolas en tacos y quesadillas.

Su esposo Alfredo la ayuda. Él también necesitó tomar un curso de salubridad para hacerlo.

“Mi meta es estar en la mayoría de los mercados en San Diego. Y luego ir extendiéndome hacia el norte de California, como Los Ángeles. Y sacar más variedad de productos usando este tipo de harina.

“Le invertí una enorme cantidad de tiempo a esta receta que es totalmente mía, porque no te sale a la primera”, dice.

Janet recomienda primero pesar el producto para que siempre tenga el mismo sabor y textura, y así cueste lo mismo. Luego, sumar lo que cuesta cada uno de los ingredientes y dividir por el número de porciones que salen. Hay que agregar el precio del empaque, y el tiempo que utiliza en cocinar. “Si por ejemplo yo me pago $15 la hora y hago 15 tortillas en una hora, invierto un dólar de mi tiempo en cada tortilla. También se agrega el pago por hora de la cocina comercial; el costo de los ingredientes, permisos anuales y gasolina que usa. Todo esto se suma para ponerle el costo al producto. También hay que ver a cuánto lo vende la competencia”.

Janet Flores fue también oradora del taller del Consulado mexicano donde compartió su experiencia y enfatizó la importancia de costear el producto, un asunto muy importante en este tipo de negocio.

“Empieza chiquito, así vas agarrando experiencia y no inviertes tanto dinero y no te abrumas. Si yo hubiera querido hacer las cosas perfectas nunca hubiera empezado”, aconseja. VN

A TENER EN CUENTA

  • Claudia Shah del SBDC destaca que vender comida casera tiene sus ventajas. Puede hacerlo como medio tiempo, sin tener que dejar su empleo. No hay que pagar el alquiler y gastos de un local porque usa su propia cocina y ofrece flexibilidad porque lo hace cuando puede. Otra ventaja es que sirve de ensayo para evaluar su producto. Si tiene éxito podría luego alquilar un local propio, o una lonchera. Puede comenzar llevando su producto a las fiestas y darlo a probar, y ver cómo reacciona la gente, y comenzar a formar una clientela.
  • Calcular bien el costo del producto es fundamental para ver si el consumidor se lo va a pagar.
  • No hay requisito en cuanto al tamaño de la cocina, siempre que usted sepa manejar correctamente la elaboración de alimentos.
  • Puede usted mismo empaquetar el producto, con una etiqueta con el nombre del producto, contenido nutricional, fecha de vencimiento, y debe decir: “Made in a home kitchen” (Hecho en casa).
  • Conviene registrar el negocio.
  • Los alimentos hechos en casa no se pueden vender en supermercados. Tiene que venderlos directamente al consumidor.
  • Si va a vender en línea, la sugerencia es tener la mayor cantidad de sistemas de pago, tales como Visa, Master Card, Paypal, etc. Cuánto más se limite a un pago, más fácilmente puede perder al cliente.
  • Es importante usar las redes sociales para comercializar el producto.
  • El SBA les asesora gratuitamente sobre los requisitos para elaborar los productos desde la casa. También ofrece clases para obtener recursos y hacer un plan de negocio. Pueden llamarles al 1 (800) 794-1402, o buscar más información: smallbizla.org.
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