CONCILIO VATICANO II, EL ACONTECIMIENTO ECLESIAL MÁS IMPORTANTE DE LOS ÚLTIMOS 400 AÑOS

Hace 50 años, el 11 de octubre de 1962, se inauguró el Concilio Vaticano II, que ha sido sin duda el acontecimiento más importante que la Iglesia ha vivido después del Concilio de Trento (1545-1563).

Para empezar, un concilio ecuménico es una reunión que incluye la participación de todos los Obispos del mundo. No asisten todos personalmente, pero todos son representados por algún Obispo de su región. En concreto a la mayoría de las sesiones del Concilio Vaticano II asistieron aproximadamente 1450 Obispos. Pero además, este Concilio tuvo la participación de patriarcas y Obispos de la Iglesia oriental y de líderes de otros grupos cristianos no católicos. También participaron laicos y líderes de movimientos religiosos católicos, es decir, fue el Concilio con más participación en la historia de la Iglesia.

Los alcances del Concilio Vaticano II fueron tan grandes, que 50 años después aún no hemos podido implementar todos los principios e ideas que el Concilio aportó para la renovación de la Iglesia. Es como si la Iglesia hubiera descubierto un tesoro enorme, pero aún no ha podido involucrar a todos los católicos para que ayuden a destapar ese tesoro y sacarlo a la luz.

Los aportes del Concilio Vaticano II están expresados en lo que nosotros conocemos como Los Documentos del Concilio Vaticano II que contienen cuatro Constituciones Dogmáticas, nueve decretos y tres declaraciones. De todos ellos los más importantes son las Cuatros Constituciones Dogmáticas: Lumen Gentium sobre la Iglesia, Dei Verbum sobre la Divina Revelación, Sacrosantum Concilium sobre la sagrada Liturgia, y Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual. En estas Constituciones dogmáticas están escritos los principios que orientan a la Iglesia en todos los aspectos de su vida; son documentos que expresan principios generales, pero son esos principios generales los que han provocado los cambios más visibles en la renovación reciente de la Iglesia, como ha sido la celebración de la Misa en las lenguas que la gente habla, la participación de la mujer en los oficios litúrgicos, la asignación de laicos en puestos de dirección y responsabilidad, la colegialidad en la toma de decisiones, etc.

Los Decretos son documentos que establecen normas y principios que orientan: el trabajo de los Obispos, la renovación de la vida religiosa, la formación de los seminaristas, la actividad misionera de la Iglesia, el trabajo de la Iglesia en los medios de comunicación y la relación de la Iglesia con las iglesias orientales.

Finalmente las declaraciones expresan la posición de los católicos en tres temas fundamentales: la libertad religiosa, la educación cristiana, y la relación con las religiones no cristianas.

En pocas palabras podemos decir que estos documentos responden a dos preguntas básicas: Iglesia, ¿qué dices de ti misma? e Iglesia, ¿cuál es tu misión en el mundo? La primera pregunta es sobre la naturaleza de la Iglesia, sobre lo que ella es en sí misma. Respecto a esta primera pregunta podemos -a grandes rasgos- responder con los documentos del Concilio diciendo que la Iglesia es presencia de Dios en el mundo, es Sacramento de Cristo, es portadora e instrumento del Espíritu Santo, pero al mismo tiempo es una institución humana, organizada, jerárquica y misionera, que realiza su misión precisamente por la acción de todos los bautizados que se reúnen en asamblea para celebrar la vida nueva que reciben de Dios por medio de los Sacramentos.

Respecto a la segunda pregunta, podemos decir que la Iglesia es servidora del mundo, ofrece al mundo lo que de Dios ha recibido: una moral basada en el respeto a la dignidad humana, el reconocimiento de todo ser humano como un hijo e hija de Dios, la defensa de la familia como estructura básica de la sociedad, el respeto entre las naciones y entre los pueblos sobre los principios de la justicia y la solidaridad y sobretodo la oferta de salvación a un mundo que necesita apremiantemente la presencia de Dios como Padre de todos y Señor de toda la creación.

Podemos reconocer avances importantes en la implementación de los documentos conciliares. Quiero mencionar algunos de ellos aclarando que ésta no es descripción exhaustiva y que hay otras muchas formas en que el Concilio Vaticano II se ha puesto en práctica.

1. LA COMUNIDAD Y LA EXPERIENCIA COMUNITARIA COMO ELEMENTO FUNDAMENTAL DE LA VIDA ESPIRITUAL DE LA IGLESIA. Yo creo que este fue uno de los aportes más enriquecedores del Concilio, aunque no es algo nuevo pues la Iglesia nació como comunidad, por circunstancias históricas fuimos perdiendo la dimensión comunitaria de la vida sacramental y de nuestro crecimiento espiritual. Hoy sabemos que celebramos los Sacramentos en comunidad, que si bien nuestra repuesta es individual y personal hoy nos preparamos y ponemos cuidado para que cada vez que celebramos los sacramentos todos los bautizados participen activa, consciente y fructuosamente.

2. ESTA DIMENSIÓN COMUNITARIA SE EXPRESA EN LA ARQUITECTURA. Podemos ver como todos los templos e edificios eclesiásticos construidos después de los años setenta están diseñados para que todos se sientan activos participantes, todos se sientan miembros de la misma familia, sentados en derredor de la mesa eucarística, una mesa servida para todos.

3. LA DIMENSIÓN COMUNITARIA TAMBIÉN LA HEMOS VISTO EN LA OBLIGACIÓN QUE TIENEN TODAS LAS PARROQUIAS DE TENER UN CONSEJO PASTORAL Y UN CONSEJO FINANCIERO. Aunque el Párroco sigue siendo el responsable de la vida de la parroquia y el que tomas las decisiones que afectan a toda la comunidad, sus decisiones siempre deben ser de acuerdo a lo que la Diócesis y todos sus consejos han aprobado y en consulta con el Consejo Pastoral de la parroquia y en los asuntos económicos en consulta con el Consejo financiero.

4. OTRA MANIFESTACIÓN VISIBLE DE LA RENOVACIÓN ES LA VUELTA A LAS FUENTES, el estudio de los orígenes de la Iglesia y los estudios bíblicos se han popularizado, porque la vuelta a las fuentes es el criterio más seguro de renovación. Hoy cada vez más católicos estudian la Sagrada Escritura de manera sistemática y los institutos de formación para el ministerio eclesial laico se han multiplicado como nunca antes en la historia de la Iglesia. Todos los laicos descubren su responsabilidad como ministros de la Iglesia y por lo tanto la necesidad de su propia formación para realizar sus ministerios de manera adecuada. Incluso han aumentado exponencialmente los laicos que han obtenido títulos universitarios en carreras relacionadas con la Teología o con el estudio académico de la Sagrada Escritura.

5. Finalmente quisiera mencionar la renovación de la catequesis y de la educación religiosa de las parroquias. Hemos pasado de la memorización de oraciones a la apropiación personal del mensaje del Evangelio, de la catequesis exclusivamente para niños a la catequesis para todas las edades, de la formación en la fe para la Primera Comunión a la formación a la fe para acompañar la vida cristiana.

El Concilio Vaticano II fue una obra del Espíritu Santo, no fue el capricho de un grupo de personas, por lo tanto lo que marcó este Concilio es normativo para todos, no es la opinión de unos cuantos. El Papa Benedicto XVI lo ha afirmado reiteradamente y de modo especial lo ha hecho en el reciente documento “La Puerta de la fe” en el que convocó “El Año de la Fe”. Por esta razón durante este año en que celebramos el año de la fe y el cincuenta aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II se van a ofrecer conferencias, clases, misiones teniendo como tema central el Concilio Vaticano II. En este año tendremos la oportunidad de conocer de manera más detallada los aportes de los documentos conciliares. Lo que dicen nos concierne a todos y conocerlos nos da la oportunidad de colaborar en este esfuerzo eclesial de desenterrar el tesoro inagotable del Concilio Vaticano II.

Quiero concluir este artículo invitándote a que estés atento a las oportunidades de formación que tu parroquia y las oficinas arquidiocesanas ofrezcan sobre este tema pero también a que adquieras libros y revistas que desarrollen los temas conciliares. Que este año de gracia y bendición sea para todos el punto de partida de una participación más activa en la vida de la Iglesia y en la renovación de nuestra vida cristiana a nivel personal, familiar y eclesial.

Dr. J. Antonio Medina
(562) 619-0898
amedina@liguori.org

Para tener acceso a materiales de formación sobre el Concilio Vaticano II visite www.librosliguori.org

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