CON LA EUCARISTÍA, EL PADRE ED DOVER HA UNIDO A DIVERSAS RAZAS Y CULTURAS EN SU MINISTERIO

En sus tiempos de monaguillo le pasó por la cabeza la idea de ser sacerdote, pero la edad y las distracciones juveniles le hicieron olvidarla hasta que su novia, “católica practicante”, lo recondujo a una vida de oración donde comprendió que sus ansias de ayudar al prójimo lo llevaban al sacerdocio.

Nació en Lompoc, California, en una familia mixta por religión. Su padre, Edward, era católico “no practicante”, cuenta a VIDA NUEVA el sacerdote, y su madre, Mildred, protestante. Los recuerda cariñosamente como un matrimonio y familia feliz.

Como familia mixta, la mamá se preocupaba de que los hijos aprendieran la religión católica, “nos llevaba al catecismo todos los domingos” y, como buena administradora se encargaba del diezmo a la colecta de ambas iglesias. Se encargó igualmente de que los hijos crecieran como católicos.

La escuela primaria y secundaria la hizo en las públicas de Lompoc y en el Jr. College en Santa María, desde donde pasó luego al St. John College/Seminary de Camarillo, en el cual estudió cuatro años de filosofía y cuatro de teología antes de ordenarse en 1985 en la Catedral de Santa Vibiana de Los Ángeles de manos del cardenal Timothy Manning. Tenía entonces 27 años de edad y se ordenó delante de sus padres y familiares; toda su familia presenció con alegría, plena satisfacción y justificado orgullo la ordenación, al igual que su primera misa celebrada en la Parroquia de La Reina de los Ángeles.

VOCACIÓN: DOS MOMENTOS

Sobre el nacimiento de su vocación sacerdotal, el padre Dover señala dos momentos. El primero sucedió en su parroquia de Lompoc donde, como monaguillo, estuvo cerca del misterio eucarístico y le cautivaba la idea de ser sacerdote, idea que desapareció con las distracciones de la niñez y adolescencia. Por lo menos así lo creyó él.

El segundo momento ya tuvo lugar en el College. El joven entabló una “relación profunda” con una muchacha católica practicante que llevaba una vida de oración intensa y se hacía acompañar por el joven Ed.

La oración, cuenta a VIDA NUEVA, abrió en su corazón una brecha para la voz de Dios. Su decisión era casarse con la joven, “a la que amaba con locura”, pero la voz de Dios comenzó a escucharse más fuerte y más alta que ninguna otra y le hizo pensar que las ganas de ayudar al prójimo que llevaba dentro no deberían encaminarse en otra dirección. Tenía que examinar la posibilidad de enlazarlas con las ideas de los tiempos de monaguillo. Resultó que la idea infantil de ser sacerdote no estaba tan enterrada como creía.

Su novia, en lugar de poner obstáculos a su decisión, le animó a seguir la voz de Dios. Ella sería feliz por otro camino viéndolo a él feliz en el suyo.

IDEAS PATERNAS

El problema ahora era anunciar a sus padres que quería ir al Seminario.

Preguntado si sus padres le apoyaban en su decisión, la respuesta es un “no”. La familia no tenía experiencias con algún sacerdote o religioso en su seno, por lo que no tenía referencias de qué significaba que Ed quisiera ser sacerdote. Como buenos padres, explica el sacerdote, ellos querían la felicidad para su hijo, para todos sus hijos. Por otro lado, partiendo de su propia experiencia de ser felices en su vida en común, identificaban la felicidad con el matrimonio, con tener hijos y nietos.

Poco a poco, sin embargo, al notar la seriedad de su vida de oración y su madurez, cesaron las resistencias y lo apoyaron sin reservas. Se convencieron de que el hijo sacerdote también podía ser feliz llevando un estilo de vida diferente al suyo. El padre Dover asegura ahora que la felicidad de la vida de casados de sus padres ha sido un recordatorio e impulso en su ministerio sacerdotal para su propia felicidad.

Sus hermanos, dos hombres y una mujer, tomaron el anuncio y la decisión con indiferencia. Finalmente, Edward -conocido actualmente como Padre Ed o Father Ed- entró en el Seminario de Camarillo en California donde estudió filosofía y teología. Tenía 19 años.

No es que fuera un milagro del joven seminarista, pero, “al cabo de 28 años de matrimonio” y de su sexto año en el Seminario, su madre Mildred tomó las clases de iniciación y se convirtió al catolicismo. Su padre también había pasado de la categoría de “no practicante” a la de “practicante” convencido. Recuerda que preguntó a su madre por qué no había dado ese paso anteriormente: “Porque nadie me había contestado las preguntas que tenía”, respondió sin dudar. Cuando encontró a un sacerdote con las respuestas satisfactorias, se hizo católica con todas las consecuencias. Ambos progenitores eran, dice el hijo, personas de una pieza e integridad a toda prueba en el seguimiento de sus convicciones. Hasta el día de hoy el Father Ed, como es conocido en sus parroquias y en su ministerio de alcance arquidiocesano, se siente orgulloso de sus padres.

LARGO PEREGRINAJE

Una vez ordenado sacerdote del Señor, comienza la travesía del Padre Ed por el sur de la Arquidiócesis hasta llegar a La Crescenta en 2006.
Primero fue la parroquia de San Cipriano de Long Beach, donde ejerció cuatro años como coadjutor o pastor asociado.

Luego fue destinado a Santa Margarita María Alacoque de Lomita. Seis años, cinco como pastor asociado y uno como administrador, pues su párroco, el Padre Joseph Sartoris fue preconizado y consagrado Obispo Auxiliar del Arzobispo Rogelio Mahony.

Allí se entregó a la escuela integrada -mitad latinos, mitad mayoría blanca-, a la preparación para el matrimonio de jóvenes novios y a la liturgia, tres campos que lo siguen siempre incluso en estos momentos en que dirige dos parroquias y dos escuelas combinadas.

De Santa Margarita pasó como pastor a la parroquia de Santo Tomás Aquino con la Misión China de Monterey. La mezcla de latinos, mayoría blanca y chinos le proporcionaron una experiencia única para enfrentar las tensiones que había y que puede haber en una parroquia por motivos religiosos o étnicos.

Más que hasta entonces, el padre Ed dice que llegó a la convicción de que la única esperanza para la unidad de los fieles de una misma parroquia se fundamenta en lo central de la fe: la Eucaristía, la presencia del Señor Jesús que reúne a todos en torno al altar sin distinción de colores o razas. La Eucaristía es hasta el día de hoy el punto central constante de su predicación. Todos somos uno en el Señor, repite sin cesar, y el Señor está con nosotros en la Eucaristía, centro de la unidad y la única forma de superar las tensiones que pueden existir en una parroquia.

De Santo Tomás Aquino pasó a presidir la parroquia de San Antonio de Padua en Gardena, de feligresía afroamericana y salvadoreña, un nuevo desafío para afianzar la unidad de los hijos del mismo Dios, salvados por la sangre de Jesús. El remedio, dice el padre, era el mismo: predicar la Eucaristía, hacer creer a los fieles que todos estaban llamados a la misma mesa y a obrar en consecuencia.

El último destino, de momento al menos, lo trasladó de Gardena a La Crescenta, a la parroquia de Santiago el Menor, donde, sin saberlo él antes de llegar, se había puesto en marcha el proceso de unirse también a la del Santo Redentor de Montrose.

En vistas del trabajo, es fácil comprender que no tuviera tiempo para aburrirse. Al contrario, el padre Ed confiesa que es feliz en su ministerio, en poder dar una mano a quien la necesita. Se siente realizado sobre todo, como ha dicho en público, cuando visita a los enfermos y oye confesiones. En ambos casos se trata del ministerio de la sanación: física y espiritual. De hecho, su lema es el de “servir a Dios con alegría”, alegría que le produce vivir su vocación sacerdotal, en obediencia al Señor Jesús.

Como pastor de dos parroquias con miles de feligreses, el Padre Ed reconoce que el trabajo es extenso, pero no se queja, pues el futuro ya está aquí. La falta de vocaciones es otro de sus temas recurrentes y pocos domingos pasan que no lo mencione en sus Homilías y no pida a los presentes oraciones para que el Señor envíe obreros a su viña.

“Dios ha sido muy bueno conmigo”, dice a manera de terminar la entrevista. VN

PREGUNTITAS

¿QUÉ LE GUSTA COMER Y COCINAR?- “Me gusta variar las comidas y comer todo lo que cocino porque cocinar es un hobby y hago comidas mexicana, francesa, china, americana…”

¿QUÉ IDIOMAS HABLA?- “Inglés bien y español, mal”.

¿QUÉ DEPORTES PRACTICA?- “Pesca submarina”.

¿QUÉ HACE EN SUS DÍAS LIBRES?- “Visito a familiares y amigos, montañismo, museos, alguna película”.

¿QUÉ CAMBIARÍA EN SU VIDA?- “Me gustaría haber tenido más tiempo para la oración”.

¿CÓMO LE GUSTARÍA QUÉ LO RECUERDEN?- “Que la gente dijera que están más cerca de Jesús por haberme conocido”.

SU MENSAJE A LOS JÓVENES- “Tengan una conversación con Jesús ya que Jesús les habla y a ellos les toca escuchar, pues la esperanza y el gozo mayor se encuentran en la relación con Jesús. Jesús es lo máximo”, le gusta repetir.

PADRE ED DOVER, V.F.
* Holy Redeemer/St. James the Less
4225 Dunsmore Ave.
La Crescenta, CA 91214
(818) 248-3442
* Holy Redeemer Church
2411 Montrose Ave.
Montrose, CA 91020
(818) 249-2008

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